IGLESIA

¿Cuál es el Origen de la Biblia? ¿Cómo surgió la Biblia?

El origen de la Biblia está primordialmente en Dios, es decir, la Biblia es la Palabra de Dios. La Biblia surge porque Dios decidió revelarse al hombre de una manera particular comunicándose con él mediante Su Santa Palabra.

Pero es cierto que la multitud tiene mucha curiosidad por saber de qué forma surgió la Biblia. De hecho, es interesante entender el sendero desde el origen de la Biblia hasta nuestros días, cuando contamos en nuestras manos una compilación de libros traducidos a nuestro propio idioma. Ese camino, no obstante, fue complejo y también involucró un desarrollo de cientos de años.

Estudiar el origen de la Biblia en modo alguno afrenta la autoridad, infalibilidad e infalibilidad de la Escritura (cf. Salmo 12:6; 119:140; Juan 10:35; 2 Timoteo 3:15-17; 2 Pedro 1:20, 21). La Biblia misma declara explícitamente que es la Palabra de Dios. Para que te hagas una idea, solo en el Viejo Testamento hay más de dos mil declaraciones que afirman que fue Dios quien habló lo que está escrito en la Biblia. Entender lo que es la Biblia.

¿De qué forma surgió la Biblia?

En el momento en que charlamos del origen de la Biblia, debemos comprender que brotó mediante un desarrollo de publicación. Este proceso consistió en que Dios mismo entregó a los hombres Su Palabra y esa Palabra fue registrada y distribuida entre los pueblos. Aquí es requisito recalcar que en este proceso Dios tuvo una participación activa y el hombre pasiva.

Esto significa que el origen de la Biblia no se basa en la capacidad humana. El apóstol Pedro dice que las Escrituras no se originaron en la intención de los hombres. En verdad, los hombres solo charlaban lo que venía de Dios en el momento en que eran guiados por el Espíritu (2 Pedro 1:21).

Los investigadores resaltan dos características principales de este desarrollo de origen y publicación de la Biblia. La primera característica se llama divulgación. Como ahora se ha dicho, mediante la Biblia Dios se reveló a los hombres (cf. Hebreos 1:1). Los medios de esta revelación variaron en todos y cada caso.

La segunda característica tiene por nombre inspiración. Por medio de la inspiración, los escritores bíblicos lograron capturar, recopilar y registrar la revelación de Dios en las Escrituras. De ahí que el apóstol Pablo declara: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16).

Por medio de la inspiración del ministerio del Espíritu Santo, Dios aseguró que Su Palabra fuera cuidada de cualquier fallo o falla humana. Esto significa que aunque la Biblia fue escrita por decenas y decenas de personas falibles como nosotros, el Espíritu Santo guardó que ningún error o mancha de pecado contaminara el desarrollo de registro y publicación de la escritura original de la Palabra de Dios.

Por ende, la Biblia tuvo múltiples escritores humanos que estaban absolutamente condicionados al verdadero Creador de las Escrituras, que es Dios mismo. Entender esto es muy importante para comprender correctamente el origen de la Biblia. Asimismo averigüe quién escribió la Biblia.

El Origen de la Biblia: La Formación del Canon Bíblico

La Biblia fue redactada por decenas y decenas de personas que en su mayor parte no se conocían entre sí y vivían en temporadas y contextos completamente distintas. En conjunto, los libros bíblicos se escribieron durante un periodo de prácticamente 1.500 años según con el carácter progresivo de la revelación de Dios. Entender cuándo se escribió la Biblia.

Pero durante ese período, asimismo se escribieron cientos de otras obras literarias. De ahí que era preciso indicar qué escritos habían de ser considerados como sagrados y contactos en el canon de la Escritura. En otras palabras, era necesario separar las proyectos que resultaban de la revelación e inspiración divinas de otras proyectos literarias que se producían en la intención y habilidad del hombre.

La formación del Viejo Testamento

En tiempos de Jesús, el Antiguo Testamento ya estaba completo y la selección de los libros que lo componen ya había sido aprobada por la tradición judía. Los libros incluidos en el canon de la Biblia judía son precisamente los mismos treinta y nueve libros que componen el día de hoy el Viejo Testamento, que desde los comienzos de la crónica de la Iglesia cristiana también fueron reconocidos como inspirados.

Estos libros se escribieron por profetas o personas notables en la historia de Israel. Incluso en los casos en que la identidad del escritor no es segura, la doctrina expresada en estos libros es tan adecuada, impecable y en armonía con los otros escritos, que no hay duda en cuanto a su inspiración divina.

Aquí merece la pena decir que los libros que fueron escritos en el periodo intertestamentario y también incluidos en la traducción griega del Viejo Testamento no fueron reconocidos por la tradición judía como inspirados. Estos libros tienen un origen incierto y traen alguna información que es inconsistente y conflictiva con los escritos inspirados.

Por ende, la Iglesia cristiana asimismo rechazó estos escritos como inspirados. Además de esto, exactamente el mismo Jesús y los apóstoles nunca indicaron una supuesta inspiración para estos libros. Aún así, más últimamente algunos de estos libros han sido incluidos en varias ediciones de la Biblia. Estos libros se denominan apócrifos o deuterocanónicos y solo tienen algún valor histórico.

La formación del Nuevo Testamento

El desarrollo de formación del canon del Nuevo Testamento ocurrió de la misma manera que el Antiguo Testamento. La Iglesia cristiana básicamente aplicó tres principios en este proceso.

Primero, los escritos tienen que haber sido escritos por apóstoles o compañeros de los apóstoles. En segundo lugar, los escritos tampoco podían contradecir de ninguna manera las Escrituras anteriores que ya estaban disponibles. Esto significa que los escritos del Nuevo Testamento jamás podrían estar en conflicto con los escritos del Viejo Testamento. Finalmente, los escritos deben tener la aprobación general de la Iglesia, reconociéndolos como inspirados.

Los veintisiete libros que conforman el canon del Nuevo Testamento han sido aceptados de manera oficial como inspirados por los cristianos desde por lo menos el año 350 dC. JF MacArthur hace un comentario bien interesante sobre esto. El dijo que “cuando se festejaron varios concilios en la narración de la Iglesia para mantener sagrado el canon, no votaron por la canonicidad de un libro, sino que reconocieron, a posteriori, lo que Dios ahora había escrito”.

El origen de la Biblia y la preservación de los contenidos escritos bíblicos

El desarrollo de publicación de la Biblia también tuvo otros dos causantes. El primero de ellos es lo que podría llamarse “preservación”. Dios ha conservado las Escrituras durante los siglos de los asaltos del mal que pretendían adulterarlas o destruirlas. Desde el principio Satanás se ha ocupado de negar, desacreditar, distorsionar y intentar destruir la Palabra (cf. Génesis 3:4; Jeremías 36:23; Mateo 4:6-7).

Esto quiere decir que pese a las acciones de los hombres y de Satanás contra la Palabra de Dios, ninguna una parte de las Escrituras se perdió. Dios mismo garantizó la perpetuidad de las Escrituras (cf. Salmo 119, 89; Isaías 40, 8; 55, 11; 59, 21; 1 Pedro 1, 25).

El origen de la Biblia y la transmisión de los contenidos escritos bíblicos

El segundo factor que también es importante en el desarrollo de publicación de la Biblia es el tema de la transmisión. Con el avance del cristianismo cerca del planeta, se hizo preciso que los contenidos escritos bíblicos fuesen replicados, traducidos a diferentes lenguajes y transmitidos a diferentes pueblos y naciones.

En este punto siempre aparece la desconfianza por parte de ciertos respecto a la fiabilidad de la transmisión de los textos bíblicos. Esto se origina por que los escritos originales ya no hay, puesto que naturalmente se han erosionado transcurrido el tiempo. Entonces, ¿quién puede garantizar que el artículo libre hoy sea fiel al artículo original? ¿Va a ser que los copistas y traductores podrían haber cometido fallos en el proceso de copiado y traducción manual?

Aquí de nuevo, la verdad de la intervención divina en la preservación de las Escrituras no puede ser anulada. Significativamente, el artículo bíblico es la obra literaria que tiene la mayor prueba de autenticidad y fidelidad en la historia.

Por servirnos de un ejemplo: en lo que respecta al Viejo Testamento, el texto hebreo más antiguo data de alrededor del siglo X d. C. No obstante, existe una asombroso concordancia entre el texto hebreo del siglo X d. C. con el artículo griego de la Septuaginta, traducción que se inició en el mismo intérvalo de tiempo intertestamentario. Además, manuscritos descubiertos en la zona del Mar Muerto en el pasado siglo, y que asimismo datan del periodo intertestamentario, afirman del mismo modo la lealtad de las traducciones actuales. Obtenga más información sobre las traducciones de la Biblia.

Con respecto al Nuevo Testamento, la evidencia es aún más abundante. Hay más de cinco mil manuscritos griegos que prueban la autenticidad de los textos libres hoy en día. Entre estos manuscritos hay fragmentos de papiro que datan de no mucho más de dos o tres décadas de los escritos originales.

En base a todo esto, los estudiosos afirman que seguramente el 99% de los textos bíblicos son absolutamente leal a los escritos originales. Los muy pocos pasajes en los que existen dudas sobre la originalidad o la traducción no afectan de ninguna manera las doctrinas centrales de la fe cristiana. La mayor parte de las veces, por ejemplo, estos posibles errores se refieren a nombres de personas y sitios. Por consiguiente, el origen de la Biblia está en Dios, y todo su proceso de publicación se basó en la acción divina activa e infalible.

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