IGLESIA

¿Qué significa decir que Dios resiste a los soberbios?

La Biblia afirma que “Dios resiste a los soberbios, pero da felicidad a los humildes”. Esta declaración significa que Él derruye a los soberbios y sostiene con Su gracia a los humildes de espíritu.

Dios resiste a los soberbios por el hecho de que estas personas complacen su orgullo en el mundo. Se piensan autosuficientes. El orgulloso piensa que lo merece todo. Entonces, donde hay orgullo, no hay lugar para la felicidad, que es un favor inmerecido. Por otra parte, Dios da felicidad a los humildes. A diferencia de los orgullosos, los humildes entienden que son totalmente dependientes de Dios y están agradecidos por su gracia brindada.

Esta frase aparece dos veces en el Nuevo Testamento. En realidad es una cita del libro de Proverbios que dice: “Precisamente se burlará de los escarnecedores, pero dará gracia a los humildes” (Proverbios 3:34).

Entonces, apoyado en este artículo de Proverbios, James escribe: “De ahí que afirma: Dios resiste a los soberbios, y da felicidad a los humildes”. (Santiago 4:6). El apóstol Pedro asimismo utiliza exactamente la misma declaración y escribe: “[…] y estad todos sujetos unos a otros, y revestíos de humildad, pues Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).

Dios resiste a los orgullosos

La Biblia es clarísima al mostrar que Dios resiste a los soberbios. El escritor de Proverbios dice que Dios detesta los ojos altivos, y aborrece a los que son altivos de corazón (Proverbios 6:17; 16:5). El mismo libro de Proverbios incluso afirma que el orgullo causa contienda y transporta a la ruina (Proverbios 13:10; 16:18).

De forma fácil podemos refererir varios ejemplos de hombres y mujeres que fueron castigados por Dios a causa de su orgullo. Jezabel es uno de esos ejemplos. La esposa del rey Acab era una mujer insolente y malvada. Persiguió a los profetas del Señor y fomentó la idolatría en Israel. El profeta Elías fue uno de los mucho más perseguidos por ella. Pero a su debido tiempo el juicio de Dios cayó sobre ella. En el final, esa mujer orgullosa terminó siendo devorada por los perros (1 Reyes 21:7,23; 2 Reyes 9:30-37).

Antes de eso, también estuvo el mal ejemplo de Nabal, el esposo de Abigail. Fue absolutamente altivo ante David y su final fue melancólico (1 Samuel 25:3-38). Uno de los casos mucho más tradicionales del Viejo Testamento que muestra que Dios resiste a los soberbios es la historia del rey Nabucodonosor. Dios le advirtió sobre el riesgo del orgullo, pero aun de esta forma cayó en este grave pecado.

El rey del imperio mucho más poderoso de la temporada vio aplastado su orgullo al ser reducido a un accionar animal. Pero a diferencia de los otros dos casos, Nabucodonosor tuvo la oportunidad de admitir su error (Daniel 4:30-37).

En el Nuevo Testamento también está el ejemplo de Herodes Agripa I. Fue gobernado por el orgullo y trató con orgullo de apropiarse de la gloria que sólo pertenece a Dios. Conque su final fue horrible (Hechos 12:20-23).

Dios da gracia a los humildes

La importancia de la humildad se enseña claramente en las Escrituras. En las páginas del Antiguo Testamento leemos de bastante gente que realmente tuvieron una vida caracterizada por la humildad.

Aquí tenemos la posibilidad de citar la historia de Ana. Se humilló frente Dios y oró humildemente por clemencia y un milagro divino. Dios escuchó su oración y la convirtió en la madre del profeta Samuel. Después, la misma mujer estéril todavía dio a luz a otros hijos (1 Samuel 1:12-20).

En el Nuevo Testamento, vemos que exactamente el mismo Señor Jesús se encontraba ocupado advirtiendo a su pueblo sobre la necesidad de un espíritu humilde. En más de una ocasión dijo que “El que se veja va a ser ensalzado, y el que se enaltece será humillado” (Mateo 23:12; Lucas 14:11; 18:14).

El apóstol Pablo es asimismo otro enorme ejemplo de humildad en la Biblia. La historia de su historia atestigua que, en verdad, Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Se consideraba el primero de los pecadores y el menor de los apóstoles. Reconoció que la felicidad de Dios era su enorme apoyo (1 Corintios 15:9,10; 1 Timoteo 1:15,16).

Paulo vivió experiencias extraordinarias. Fue el mayor escritor de libros de la Biblia y puede ser reconocido como el mayor líder del cristianismo. Pero Dios lo preservó del orgullo; incluso le dio una espina en la carne.

Pero Pablo probó en la práctica la realidad de la enseñanza bíblica de que Dios da gracia a los humildes. Escuchó del Señor: «¡Mi gracia es suficiente para ti!» (2 Corintios 12:9). A sabiendas de que “Dios resiste a los soberbios, pero da felicidad a los humildes”el cristiano debe continuar el consejo del apóstol Pedro, y ponerse el manto de la humildad (1 Pedro 5:5).

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