XV Domingo del Tiempo Ordinario

XV Domingo del Tiempo Ordinario

XV Domingo del Tiempo Ordinario

La Palabra se amolda a las condiciones del lote, o explicado de otra forma, acepta las respuestas que el terreno da y que muchas veces son negativas. (© Biblioteca Apostólica Vaticana)

Si la tierra, si los corazones están trabajados por la sencillez, por la autenticidad, por la educación liberadora de esos ídolos, la Palabra descenderá como una fina lluvia, ingresando la tierra y realizando fructificar la semilla.

Pie. César Augusto dos Santos, SJ

El retardo en el cumplimiento de las promesas de Dios vuelve posible que los acólitos y nosotros entremos en crisis. Al darse cuenta de esta situación, Jesús les cuenta a ellos ya nosotros la parábola de las semillas.

La Palabra de Dios es, en sí, buena y, bien presentada, dará bastante fruto; pero eso no depende solo de la Palabra; asimismo depende de las diferentes situaciones en que esté el terreno donde se deposita, esto es, de las diferentes respuestas.

La Palabra se proporciona y exactamente por ofrecerse, contiene todo el riesgo de la negligencia, el descuido, la no aceptación, la oposición.

Según la parábola, podía ser comido por los pájaros, podía caer entre piedras y no echar raíces, y por último podía caer entre espinas y asfixiarse.

Meditemos sobre cada una de estas advertencias hechas por Jesús. El primero se refiere a la semilla que tienen la posibilidad de rasguñar los pájaros. Es nuestro miedo al padecimiento, en relación al sendero de la cruz, tantas veces abordado por Jesús y la búsqueda incesante de logros, de éxito. Es como esa persona que ve la posibilidad de realizar un servicio eclesial como una ocasión de prestigio, de tener estatus.

La semilla que cayó entre las rocas y no echó raíces representa a esos que solo aceptaron la Palabra externamente. No fue profundamente recibido. Se se teme que la adhesión a Cristo sea fundamento de turbación, de vergüenza.

La que cayó entre los espinos es la semilla sofocada, imagen de varios cristianos. Las preocupaciones de la vida presente, la atracción que ejercita el tener, el poder, el tener, el ganar, son óbices para acoger la Palabra.

La Palabra no es ineficaz, pero falta aceptación. La Palabra se amolda a las condiciones del terreno, o explicado de otra forma, acepta las respuestas que el terreno da y que muchas veces son negativas. Hay que preparar el lote, los corazones, para que pierdan el endurecimiento causado por los ídolos de las ideologías, el consumismo, el dinero, el exitación, otras riquezas.

Si la tierra, si los corazones están trabajados por la facilidad, por la vericidad, por la educación liberadora de esos ídolos, la Palabra descenderá como una fina lluvia, ingresando la tierra y realizando fructificar la semilla.

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y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
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