Víctimas del Covid-19 son recordadas en Misa por el Día de la
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FÁTIMA, 11 de febrero. 21/02:00 pm (ACI).- La Día Mundial del Enfermo, celebrada este jueves 11 de febrero, estuvo marcada por una Misa en el Santuario de Fátima, recordando a todas y cada una de las víctimas de la Covid-19, sus familias, tal como como los expertos que están en primera línea en la lucha contra la pandemia.
La celebración fue encabezada por el obispo de Leiria-Fátima, cardenal António Marto, en la basílica de Nossa Senhora do Rosário de Fátima, promovida por la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP). Gracias a las restricciones por la pandemia, la misa no contó con la asistencia de leales, sino que se transmitió en línea.
“En mi nombre y el de los obispos portugueses deseo saludar y transmitir a todos nuestra proximidad, nuestro enorme cariño, el acompañamiento de nuestra oración”, dijo el cardenal Marto durante la homilía, resaltando que, con esta celebración, deseaban para “ofrecer un signo significativo de la unión espiritual, el consuelo y la solidaridad de toda la Iglesia portuguesa a todos los pacientes, a todos los expertos de la salud, a todos los cuidadores ahora todos los que garantizan servicios y bienes fundamentales”.
El Cardenal apuntó en su homilía, lanzada por la Agência Ecclesia, del episcopado portugués, que “la pandemia es un choque, un choque, que nos hace sentir mucho más agudamente la fragilidad de la vida”.
En este sentido, subrayó que se puede comprobar “cómo la patología abre muchas lesiones en todos y provoca muchos sufrimientos: lesiones del temor a la enfermedad, del mal, del aislamiento, de la soledad, del temor a perder el trabajo, de la angustia de la muerte”. . Así, recordó las «muertes prematuras» y las que suceden «en la mayor soledad» y «dejan heridas abiertas en los familiares», en especial en esos que «no lograron decir ni una palabra ni un ademán de despedida a sus seres más estimados». , ni realizar funeral hasta el que parte”.
El obispo de Leiria-Fátima dijo entonces que, “aunque la enfermedad es parte de la experiencia humana, no tenemos la posibilidad de acostumbrarnos a ella porque, en ocasiones, es grave y pesada, en consecuencia, bien difícil de aguantar”.
Ante esto, destacó, “sin la ayuda del Señor, el yugo de la patología y del padecimiento es demasiado pesado”.
“¿Cómo podemos y debemos reaccionar como cristianos?”, cuestionó el Cardenal y también señaló que, primero, hay que reaccionar “con los cuidados y tratamientos que nos da la medicina y que, en las últimas décadas, ha dado pasos de enorme. Por eso hay que estar muy agradecidos y, ahora mismo, hasta por facilitarnos la vacuna tan veloz como luz para salir de la pandemia”.
No obstante, destacó, “la Palabra de Dios nos enseña que hay una actitud definitiva para enfrentar la patología: la fe en Dios y en su bondad”. Y en ese sentido, apuntó a Nuestra Señora como “nuestra maestra y guía”. “Con su testimonio podemos decir que escribió y nos enseña el Evangelio del sufrimiento”.
Según el cardenal Marto, “en Fátima como en Lourdes, su mensaje manifestó una particular solicitud por los que padecen: ‘¿Y vosotros sufrís mucho? No tengas miedo. Jamás te dejare. Mi Inmaculado Corazón será vuestro refugio y el camino que les llevará a Dios’”.
Además de esto, indicó que “los santurrones pastorcitos, víctimas asimismo de una pandemia, la pandemia neumónica, son ejemplo de vivir el sufrimiento, con la fuerza que encontraron en la unión con Cristo y en la solidaridad con todos los que padecen, los pecadores y la paz en un planeta desgarrado por una enorme guerra”.
El Cardenal recordó luego que Jesús respondió al padecimiento “con su presencia amorosa que está junto a nosotros y nos ofrece fuerza para aguantar y superar nuestra fragilidad”.
De esta manera, afirmó que “el mandamiento del amor se cumple hoy en la relación de cuidado a los miembros enfermos” y, para la Iglesia, este precaución “forma parte de la misión que Jesús le encomendó: llevar cercanía, ternura, compasión, consuelo y acompañamiento a todos y cada uno de los que padecen”.
“Hagamos sentir, pues, nuestra cercanía material y espiritual a todos y cada uno de los que padecen. Es importante no dejarlos abandonados y solos en el momento en que se enfrentan a un momento tan especial o difícil en sus vidas. Que nadie se sienta solo o descuidado”, exhortó el obispo de Leiria-Fátima.
Por último, invitó a encomendar “a Nuestra Señora de la Salud a todos los que sufren y a todos y cada uno de los expertos de la salud y cuidadores que los acompañan, a fin de que sientan el consuelo de su ternura y protección materna, y el alivio del padecimiento”.
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