Vaticano, 09 de febrero. 21/11:26 am (ACI).- El Vaticano hizo un llamado a repensar el modelo de atención a la gente mayores, favoreciendo la vida y el precaución en el hogar, y para esto ha pedido un nuevo pacto entre familias, profesionales de la salud y voluntarios.
La Santa Sede hizo esta propuesta en el documento titulado “Envejecimiento: nuestro futuro. La condición de los ancianos tras la pandemia”, elaborado por la Pontificia Academia para la Vida y publicado este martes 9 de febrero.
En este documento predomina la necesidad de que la sociedad cambie su mentalidad con relación a la gente mayores y las integre nuevamente en los entornos a causa de la pandemia del coronavirus, que ha causado incontables muertes entre las personas mayores, en especial en las residencias de familiares.
El documento sintetiza esta idea con una oración: “Estudiar a honrar a los mayores es crucial para el futuro de nuestras sociedades y, al fin y al cabo, para nuestro futuro”.
Una lección para estudiar
En el documento de la Pontificia Academia para la Vida se ten en cuenta que “los jubilados están entre los mucho más damnificados por la pandemia. El número de muertos entre las personas mayores de 65 años es asombroso”. “No deberían morir así”, destaca.
En concreto, se refiere al estado de abandono en el que están bastante gente mayores en las residencias de jubilados donde viven: “No nos ofrecemos cuenta de que aislar a los ancianos y abandonarlos al precaución de otros sin el acompañamiento familiar conveniente y solidario, mutila y empobrece a la familia misma”.
Covid-19 y los ancianos
“Durante la primera ola de la pandemia, una proporción notable de las muertes por Covid-19 ocurrieron en instituciones para jubilados”, lamenta.
Estas residencias deberían haber sido “lugares que protegieran a la parte mucho más frágil de la sociedad, pero por el contrario, eran sitios donde la desaparición golpeaba desproporcionadamente mucho más con relación a el hogar y el ambiente familiar”.
“Las instituciones para la gente mayores, en especial las mucho más vulnerables y solitarias, proposiciones como única solución viable para cuidarlas, en varios contextos sociales revelan una falta de cuidado y sensibilidad hacia los mucho más frágiles”, señala.
En este contexto, se afirma que “sería muy preciso dedicar medios y financiación encaminados a garantizar la mejor atención viable a quienes lo precisan, en un ambiente mucho más familiar”.
Por este motivo, “es más oportuno que nunca realizar una reflexión cuidadosa, abierta y sincera sobre de qué forma la sociedad moderna debe acercarse a la población anciana, en especial allí donde es más enclenque”.
“Necesitamos una nueva visión, un nuevo pensamiento que deje a la sociedad cuidar a los ancianos”, afirma.
La bendición de una extendida vida.
El texto publicado señala que “según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2050 va a haber 2 mil miles de individuos mayores de 60 años en el planeta: una de cada cinco personas va a ser anciana”.
Para la Santa Sede, “ser anciano es un don de Dios y un enorme recurso, un logro que debe salvaguardarse con cuidados, incluso en el momento en que la patología se regresa incapacitante y surge la necesidad de una atención dentro y de calidad. Es innegable que la pandemia ha reforzado en todos nosotros la conciencia de que la riqueza de los años es un tesoro que hay que valorar y proteger”.
Explica que “los datos detallan que la población anciana medra mucho más veloz en las ubicaciones urbanas que en las rurales y que en ellas es mayor la concentración de mujeres ancianas”.
“Por este motivo, es fundamental realizar de nuestras ciudades lugares inclusivos y acogedores para las personas mayores y, en general, para todas y cada una de las maneras de fragilidad”.
Un nuevo modelo de atención y asistencia a los mayores mucho más frágiles
El documento indica que “a nivel cultural y de conciencia civil y cristiana, es más oportuno que jamás repensar profundamente los modelos de atención a las personas mayores. Aprender a honrar a los ancianos es crucial para el futuro de nuestras sociedades y, en última instancia, para nuestro futuro”.
Resalta “el deber de crear las mejores condiciones a fin de que las personas mayores logren vivir esta especial etapa de la vida, en la medida de lo posible, en el ambiente de sus familias con sus amigos habituales”.
La persona, por tanto, “ha de estar en el centro de este nuevo paradigma de asistencia y precaución de los mayores mucho más débiles”.
En este sentido, propone “una coalición atenta y creativa entre las familias, los sistemas sociosanitarios, los voluntarios y todos y cada uno de los actores que trabajan sobre el terreno para evitar que las personas mayores se vean obligadas a dejar su hogar”.
La rehabilitación de las residencias de mayores como continuación colega-sanitaria
Dados estos teóricos, “las residencias de jubilados deben recalificarse en un continuo sociosanitario, es decir, sugerir algunos de sus servicios de manera directa en los hogares de los mayores”.
Y ofrece reinventar “una red mucho más extensa de solidaridad no basada precisa y exclusivamente en los lazos de sangre, sino articulada según la pertenencia, la amistad, los sentimientos recurrentes, la generosidad recíproca en la contestación a las pretensiones de los demás”.
Los ancianos y la fuerza de la fragilidad
Asimismo es bello el testimonio que los ancianos pueden dar a través de su fragilidad. “Puede leerse como un magisterio, una enseñanza de vida”, apunta el documento, y añade que “la vejez debe entenderse asimismo en este horizonte espiritual: es la edad favorece del abandono en Dios. Conforme el cuerpo se debilita, la vitalidad psíquica, la memoria y la mente reducen, la dependencia de la persona humana de Dios parece poco a poco más evidente”.
El archivo acaba insistiendo en que el conjunto de la sociedad debe cambiar de forma de pensar con relación a la última etapa de la vida y acoger a la gente mayores:
“Toda la sociedad civil, la Iglesia y las distintas tradiciones religiosas, el planeta de la civilización, la escuela, el voluntariado, la diversión, la economía y la comunicación social deben sentir la compromiso de sugerir y apoyar medidas novedosas y también incisivas, a fin de que resulte posible. acompañar y cuidar a las personas mayores en contextos familiares, en sus propios hogares y, en todo caso, en entornos domésticos que se asemejan más a un hogar que a un hospital”.
Anunciado originalmente en ACI Press. Traducido y adaptado por Nathália Queiroz.
Verifique también:
Papa instituye Día Mundial de los Abuelos y Jubilados https://t.co/cpwy10mz3N
— ACI Digital (@acidigital) 1 de febrero de 2021