Un millón de peregrinos saludan al Papa en misa en Quito

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Un millón de peregrinos saludan al Papa en misa en Quito

EcuadorEl Papa Francisco celebró una Misa para más de un millón de peregrinos el martes en Quito, la capital de Ecuador, y también visitó La Iglesia de San Francisco, la casa religiosa católica más antigua de América Latina.

En su homilía en el Parque Bicentenario de Quito en el segundo día completo de su visita pastoral a Ecuador, el Papa llamó a la unidad entre los cristianos, diciendo que es una necesidad para la causa de la evangelización.

“Nuestra unidad difícilmente puede brillar si la mundanalidad espiritual nos hace pelear entre nosotros en una búsqueda inútil de poder, prestigio, placer o seguridad económica”.

La misa incorporó lecturas en quichua, la lengua indígena de Ecuador, y el Pontífice usó vestimentas que tenían un patrón de arte indígena.

En su homilía, Francisco instó a los latinoamericanos a canalizar la misma urgencia que les trajo la independencia de España hace dos siglos para difundir la fe en un continente donde el catolicismo está perdiendo almas ante los movimientos evangélicos.

“No faltó convicción ni fuerza en ese grito de libertad que surgió hace poco más de 200 años”, dijo Francisco. “Pero la historia nos dice que solo avanzó una vez que se dejaron de lado las diferencias personales”.

La Iglesia de San Francisco fue fundada en 1536 por los Frailes Menores, y construida a lo largo de casi un siglo y medio, concluyendo en 1680.

En la entrada principal de la iglesia, el Papa Francisco fue recibido por el alcalde de Quito, Mauricio Rodas Espinel, quien entregó al Pontífice las llaves de la ciudad.

Allí, el Papa se reunió con líderes políticos, económicos y cívicos. En su discurso les advirtió que los bienes de la tierra son para todos, y por mucho que alguien pueda hacer alarde de su propiedad, ésta tiene hipoteca social.

“De esta manera pasamos de la justicia puramente económica, basada en el comercio, hacia la justicia social, que defiende el derecho humano fundamental a una vida digna”.

El aprovechamiento de los recursos naturales, tan abundantes en el Ecuador, no debe preocuparse por los beneficios a corto plazo, enfatizó.

“Como administradores de estas riquezas que hemos recibido, tenemos una obligación con la sociedad en su conjunto y con las generaciones futuras. No podemos legarles este patrimonio sin el debido cuidado del medio ambiente, sin un sentido de gratuidad nacido de nuestra contemplación del mundo creado”.

Refiriéndose a la presencia de miembros de los pueblos indígenas de la Amazonía Ecuatorial, el Papa señaló que esta región es una de las “zonas más ricas tanto en número de especies como en especies endémicas, raras o menos protegidas…”.

Dijo que requería una mayor protección debido a su “inmensa importancia para el ecosistema global… posee una biodiversidad enormemente compleja que es casi imposible de apreciar en su totalidad, sin embargo, cuando [such woodlands] son quemadas o niveladas para fines de cultivo, en pocos años se pierden innumerables especies y las áreas se convierten frecuentemente en áridos yermos” (cf. Laudato Si’, 37-38).

En su discurso, el Papa Francisco dijo que Ecuador, junto con otros países que bordean la Amazonía, tiene la oportunidad de convertirse en un maestro de ecología integral.

“Recibimos este mundo como una herencia de las generaciones pasadas, pero también como un préstamo de las generaciones futuras, ¡a quienes tendremos que devolvérselo!”.

El Pontífice destacó que Ecuador, como muchas naciones latinoamericanas, está experimentando profundos cambios sociales y culturales, nuevos desafíos que deben afrontar todos los sectores de la sociedad.

Migración, ciudades superpobladas, consumismo, crisis en la familia, desempleo y bolsas de pobreza: “todos estos factores generan incertidumbre y tensiones que amenazan la armonía social”, dijo.

Las leyes y reglamentos, así como la planificación social, deben apuntar a la inclusión, generar espacios de diálogo y encuentro, dejando atrás toda forma de represión, control excesivo o pérdida de libertad como memorias dolorosas del pasado.

Esperar en un futuro mejor exige ofrecer oportunidades reales a las personas, especialmente a los jóvenes, crear empleo y asegurar un crecimiento económico compartido por todos (y no simplemente existir en el papel, en estadísticas macroeconómicas), y promover un desarrollo sostenible capaz de generando un tejido social sólido y cohesionado.