“Todos somos deudores del amor de Dios. El nunca
“Todos somos deudores del amor de Dios. Él nunca dejará de amarnos.
En afirmaciones a los fieles en la Plaza de San Pedro, el Papa continuó el período de profundización en la oración del Padre Nuestro, recordando que ‘tal como necesitamos el pan, asimismo requerimos el perdón’.
Cristiane Murray – Localidad del Vaticano
En este lluvioso miércoles de primavera, unas 15.000 personas asistieron a la audiencia general con la Papa Francisco en la Plaza de San Pedro. En su catequesis, el Pontífice continuó el período de estudio sobre la oración del Padre Nuestro.
Tras soliciar ‘nuestro pan de cada día’, la oración entra en el campo de nuestras relaciones con los demás: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Así como necesitamos pan, requerimos perdón. Todos los días
El Papa resaltó entonces que la situación más peligrosa en la vida es la del orgullo: la actitud de quien se pone ante Dios suponiendo que sus cuentas con Él están en orden”.
El Papa citó al fariseo contado en la parábola de Lucas que, en el templo, creyó que estaba rezando, en el momento en que de todos modos se se encontraba alabando a sí mismo ante Dios. Por su lado, el publicano -pecador despreciado por todos- ni siquiera se siente digno de entrar en el templo, se queda atrás y se encomienda a la misericordia de Dios. Entonces Jesús dice: “Este publicano se fue a su casa justificado (o sea, perdonado, salvo); y el otro, no”.
“Hay pecados que se ven y otros que pasan desapercibidos a los ojos del resto ahora ocasiones ni nos damos cuenta. El peor de ellos es el orgullo, la soberbia: el pecado que rompe la fraternidad, llevándonos a presumir que somos mejores que el resto, que nos hace opinar que somos iguales a Dios. ”
Ante Dios, destacó el Papa, todos somos pecadores; y no falta motivo para golpearnos el pecho, como aquel publicano en el templo.
Escucha el informe terminado con la voz del Papa
“Somos deudores porque recibimos tanto en esta vida: la presencia, un padre y una madre, la amistad, las maravillas de la Creación… Aunque a todos nos pasan días bien difíciles, siempre y en todo momento debemos rememorar que la vida es una gracia, es la milagro que Dios lo sacó de la nada”.
Amamos pues fuimos amados
Y no obstante: asimismo somos deudores por el hecho de que ninguno de nosotros brilla con luz propia, absolutamente nadie es capaz de amar con nuestras fuerzas. Si amamos es pues alguien nos sonrió cuando éramos pequeños y nos enseñó a devolverle la sonrisa. Alguien próximo a nosotros nos despertó al amor. Y el mysterium lunae: amamos, frente todo, pues fuimos amados; perdonamos porque fuimos perdonados. Y si una persona no ha sido alumbrada por la luz del sol, es tan fría como la tierra en invierno.
“La realidad – concluyó el Papa – es que nadie quiere a Dios tanto como Él nos amó. Basta ver a Jesús crucificado para ver la desproporción: él nos amó primero y jamás dejará de amarnos”.
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