Texto íntegro de la homilía del Papa a los menores del Centro

Texto íntegro de la homilía del Papa a los menores del Centro

En el tercer día de su viaje apostólico a Panamá, el Papa Francisco celebró una liturgia penitencial en el Centro de Rehabilitación de Inferiores “Las Garças” de Pacora, a 40 km de Localidad de Panamá. Vea la homilía completa pronunciada por el Beato Padre.

El Papa Francisco se reunió con los menores del Centro de Rehabilitación “Las Garças” este viernes (25/01), en Pacora, área metropolitana de Ciudad de Panamá, y festejó la liturgia penitencial.

Verifique el homilía completa del Pontífice:

“Él acoge a los pecadores y come con ellos” (L.c. 15, 2), acabamos de escuchar al comienzo del pasaje evangélico. De esta forma murmuraron algunos fariseos y escribas, muy escandalizados y molestos por el accionar de Jesús.

Pretendían, con esta declaración, descalificarlo y desacreditarlo a los ojos de todos, pero lo único que lograron fue resaltar uno de sus métodos más habituales y característicos: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús no tiene miedo de acercarse a los que, por innumerables razones, cargaban con el peso del odio popular, como en la situacion de los publicanos -tengamos en cuenta que los publicanos se enriquecían robando a su propio pueblo, provocando mucha, mucha indignación- o los peso de sus faltas, errores y desaciertos, como en la situacion de los que se sabía pecadores. Lo realiza por el hecho de que sabe que en el Cielo hay mucho más alegría por un pecador transformado que por noventa y nueve justos que no precisan conversión (cf. L.c. 15, 7).

Mientras que los primeros se limitaban a murmurar o indignarse, bloqueando y cerrando de esta forma toda oportunidad de cambio, conversión y también inclusión, Jesús se acerca, se compromete (pone en riesgo su reputación) y nos invita siempre a trazar un horizonte capaz de renovar la vida y la historia. 2 miradas muy diferentes, que se contraponen: una observación estéril y estéril –la de la murmuración y el chismorreo– y otra que invita a la transformación ya la conversión –la del Señor.

La mirada de murmullos y chimentos.

Muchos no apoyan o no les gusta esta opción de Jesús; más bien, expresan su descontento, en un inicio con los dientes apretados pero en el final con gritos, intentando de desacreditar su comportamiento y el de quienes están con él. No admiten y rechazan esta opción de estar cerca y sugerir nuevas ocasiones. Sobre la vida de la gente semeja más simple poner etiquetas y rótulos que congelan y estigmatizan no solo el pasado, sino más bien asimismo el presente y el futuro de las personas. Etiquetas que al final no producen más que división: aquí el bien, más allá del mal; por ende, los justos, alén de los pecadores.

Este trámite lo contamina todo, por el hecho de que levanta un muro invisible que te hace meditar que marginando, apartando y aislando, todos los problemas se resolverán mágicamente. Y en el momento en que una sociedad o red social decide hacerlo, limitándose a criticar y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones, censuras y condenas; entra en un accionar social de marginación, exclusión y oposición tal que irresponsablemente dice como Caifás: “Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación” (Jo 11, 50). Y, comunmente, la cuerda se rompe por el punto más débil: el de los mucho más débiles y también indefensos.

¡Qué pena ver una sociedad que centra sus energías más en la murmuración y la indignación que en el deber, en la búsqueda de oportunidades y de transformación!

La mirada de la conversión

Por el contrario, todo el Evangelio está marcado por la otra mirada que procede exactamente del corazón de Dios. El Señor quiere celebrar en el momento en que ve a sus hijos regresar a casa (L.c. 15, 11-32). O sea lo que atestigua Jesús, llevando al extremo la manifestación del amor misericordioso del Padre. Un amor que no posee tiempo para murmuraciones, sino busca romper el círculo de la crítica inútil y también indiferente, neutra y también imparcial y acepta la complejidad de la vida y de cada situación; un amor que inaugura una dinámica con la capacidad de abrir caminos y oportunidades de integración y transformación, de sanación y de perdón, caminos de salvación. Al comer con publicanos y pecadores, Jesús rompe la lógica que falsamente separa, excluye, aísla y divide entre “buenos y pésimos”. Y lo hace, no por decreto ni con buenas intenciones, ni con voluntarismo o sentimentalismo, sino más bien creando lazos capaz de activar nuevos procesos; apostando y celebrando a cada paso viable.

Así mismo, también rompe con otro murmullo difícil de detectar, que «agujerea los sueños» porque reitera como un susurro continuo: no puedes, no puedes… No creo. Puedo cambiar. Es en el momento en que se está íntimamente convencido de que el que nació “publicano” debe fallecer “publicano”; y esto no es verdad!

Amigos, todos nosotros es considerablemente más que las etiquetas que nos dan. De este modo nos enseña Jesús y nos sugiere ir a opinar. Su mirada nos desafía a pedir y buscar ayuda para recorrer los caminos de la superación de las adversidades. En ocasiones la murmuración parece ganar, pero no lo creas, no lo escuches. Busca y escucha las voces que te instan a ver hacia delante y no las que te desalientan.

La alegría y la esperanza de los cristianos -de todos nosotros, incluyendo el Papa- surgen de haber experimentado en algún instante esta mirada de Dios que nos dice: eres parte de mi familia y no puedo abandonarte a la intemperie, no te puedo perder en el sendero, aquí estoy contigo. ¿Aquí? Si, aquí. Viene de haber sentido – como compartiste, Luís – que, en esos instantes en que todo parecía haber terminado, algo te afirmaba: ¡No! No todo terminó, porque tienes un enorme propósito que te deja entender que Dios Padre estuvo y está con todos nosotros y nos ofrece personas para caminar con nosotros y ayudarnos a alcanzar nuevas metas.

Y así Jesús transforma la murmuración en fiesta y nos dice: “¡Alégrate conmigo!”. (L.c. 15, 6).

Hermanos, ustedes forman parte de la familia, tienen bastante que comunicar. Ayúdanos a comprender cuál es la mejor forma de vivir y acompañar el desarrollo de transformación que todos, como familia, requerimos.

Una sociedad se enferma en el momento en que no es capaz de celebrar la transformación de sus hijos, una comunidad se enferma cuando vive el murmullo que aplasta y condena, sin sensibilidad. Una sociedad es fructífera en el momento en que consigue generar activas capaces de incluir y también integrar, asumir y luchar por producir ocasiones y alternativas que den novedosas posibilidades a sus hijos, en el momento en que se preocupa por crear un futuro con comunidad, educación y trabajo. Y si bien puede presenciar la impotencia de no comprender cómo, no se da por vencido, sino regresa a procurarlo. Todos tenemos que ayudarnos a estudiar, como comunidad, a conseguir estos caminos. Es una alianza que tenemos que animarnos a hacer: nosotros tipos, los causantes de la custodia y las autoridades del Centro y del Ministerio, y vuestras familias, tal como los agentes de pastoral. Todos juntos, peleamos sin cesar para hallar caminos de inserción y transformación. A esto, el Señor bendice, mantiene y acompaña.

Próximamente continuaremos con la Celebración Penitencial, donde todos vamos a poder presenciar la mirada del Señor, que ve, no una etiqueta o una condena, sino más bien hijos. Mirada de Dios que niega las descalificaciones y nos ofrece la fuerza para crear las alianzas necesarias que nos ayuden a denegar las murmuraciones, alianzas fraternas que dejen que nuestra vida sea siempre una invitación al gozo de la salvación”.

Esperamos que le gustara nuestro articulo Texto íntegro de la homilía del Papa a los menores del Centro
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios