Termina tu día poniendo tu vida y tus sueños en manos de

Madre indulgente y buena, esta noche quiero poner a tus pies el peso de mi día, el peso de mi trabajo y mis fatigas y, sobre todo, el peso de mis ofensas e infidelidades al Señor.

Vengo a entregaros todo, pidiéndoles que dirijáis al Padre del Cielo un agradecimiento por la abundancia de sus provecho, y un pedido de perdón por mis faltas.

Y tras haberme puesto enteramente en tus manos maternas, vengo a reclamar, por última vez, una observación de benevolencia, la sonrisa afectuosa que destinas a tus hijos.

Tras haber soportado el cansancio de un día, estamos felices de hallar en la tarde un cobijo amoroso, una bondad sonriente.

Tu semblante tan agradable y tan comprensivo me hará olvidar todas y cada una de las adversidades encontradas y en este día; Podré reposar en paz, sabiendo que me sigues amando y velando por mí.

Con esta seguridad reconfortante, mi cansancio no impedirá que responda a tu sonrisa, y va a ser en la dulce alegría de tu cariño que abandonaré mi alma al Señor por un reposo de mi ser. ¡Amén!

Padre Nuestro…

Avemaría…

(Fuente: Devocionario Franciscano)

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