Ser libres por la obediencia a Dios: Homilía del
La confianza en la Palabra de Dios supera la idolatría, el orgullo y el exceso de seguridad en uno mismo.
En la homilía en Casa Santa Marta, Francisco recordó que ser un “buen cristiano” significa oír lo que el Señor afirma sobre la justicia, la caridad, el perdón y la clemencia.
Giada Aquilino – Localidad del Vaticano
Ser dóciles a la Palabra de Dios, que “es siempre y en todo momento nueva”.
Esta es la exhortación del Papa en la Misa de la mañana conmemorada en Casa Santa Marta (20/01).
Reflexionando sobre la primera lectura, Francisco se centra en el rechazo de “Dios” a Saúl como rey, una “profecía” confiada a Samuel.
Los pasos de la corrupción
El “pecado de Saulo”, explica el Pontífice, fue la “falta de docilidad” a la Palabra de Dios, pensando que su propia “interpretación” de ella era “mucho más adecuada”.
Este es, enseña el Papa, el “núcleo del pecado contra la docilidad”: el Señor le había dicho que no tomara nada del pueblo que había sido derrotado, pero eso no sucedió:
Cuando Samuel va a reprenderlo de una parte del Señor, dice, enseña: “Pero, mira, había bueyes, había muchos animales buenos y gordos, y con ellos hice un sacrificio al Señor”.
Él no se guardó nada en el bolsillo, los demás sí.
De hecho, con esta actitud de interpretar la Palabra de Dios como le parecía a él, permitió que otros se metiesen algo del botín en el bolsillo.
Los pasos de la corrupción: se comienza con algo de desobediencia, falta de docilidad y se va adelante, adelante, adelante.
la carencia de docilidad
Después de haber “exterminado” a los amalecitas, recuerda Francisco, el pueblo tomó del botín “animales pequeños y grandes, primicias de lo que se dedica al exterminio, al sacrificio del Señor”.
Es Samuel quien recuerda de qué forma el Señor prefirió la “obediencia a la voz” de Dios a los holocaustos y sacrificios, aclarando la “jerarquía de valores”: es más importante tener un “corazón dócil” y “obedecer”, que – la Pontífice destaca – “realizar sacrificios, ayunos, penitencias”.
El “pecado de falta de docilidad” –continúa Francisco– está precisamente “en elegir” lo que “pienso y no lo que el Señor me manda, que tal vez no comprendo”.
En el momento en que uno se rebela contra la “intención del Señor”, no es dócil, “es tal y como si fuera pecado de adivinación”.
Tal y como si, aun diciendo que creía en Dios, enseña Francisco, estuviera “yendo a un adivino para leer las manos por seguridad”.
La carencia de obediencia al Señor, la carencia de docilidad –mira el Papa– es como “un enigma”.
En el momento en que eres terco ante la voluntad del Señor, eres idólatra, pues escoges lo que piensas, ese ídolo, a la voluntad del Señor.
Y esta desobediencia le costó el reino a Saúl, por el hecho de que rechazó la Palabra del Señor, el Señor lo rechazó como rey.
Pero eso debería hacernos pensar un poco en nuestra docilidad.
Muchas veces escogemos nuestras interpretaciones del Evangelio o la Palabra del Señor al Evangelio y la Palabra del Señor.
Por servirnos de un ejemplo, en el momento en que caemos en la casuística, la casuística ética… Esta no es la voluntad del Señor.
La intención del Señor es clara, está en los mandamientos, en la Biblia y exhibe el Espíritu Santo dentro de tu corazón.
Pero cuando me obstino y transformo la Palabra del Señor en ideología soy idólatra, no soy dócil.
Docilidad, obediencia.
Misericordia no sacrificios
Citando el Evangelio de Marcos de hoy, Francisco recordó que los acólitos fueron criticados “por el hecho de que no ayunaron”.
Es el Señor quien explica que no se debe remendar un vestido viejo con un remiendo nuevo, por el hecho de que se corre el riesgo de dejar el desgarro aún mucho más grande.
Y que no se ponga vino nuevo en odres viejos, no sea que los odres se rompan y se pierda todo: por ende, “vino nuevo en odres nuevos”.
La noticia de la Palabra del Señor, por el hecho de que la Palabra del Señor siempre es novedosa, siempre nos lleva adelante, siempre y en todo momento vence, es mejor que cualquier otra cosa.
Él vence la idolatría, vence el orgullo y vence esta actitud de estar demasiado seguro de sí mismo, no por la Palabra del Señor, sino más bien por las ideologías que he desarrollado en torno a la Palabra del Señor.
Hay un buen dicho de Jesús que explica todo esto y que trae de Dios, del Antiguo Testamento: “Clemencia quiero y no sacrificios”.
Seguridad en Dios
Ser un “buen católico” significa, por tanto, ser “dócil” a la Palabra del Señor, percibir lo que el Señor dice “sobre la justicia”, “sobre la caridad”, “sobre el perdón”, “sobre la misericordia” y no ser “incoherente en vida”, usando “una ideología para poder salir adelante”.
Es verdad, añadió el Papa, que la Palabra de Dios “en ocasiones nos pone en dificultades”, “pero el demonio hace lo mismo”, “de forma engañosa”.
Ser cristiano, por tanto, es “ser libre”, a través de la “seguridad” en Dios.
Esperamos que le gustara nuestro articulo Ser libres por la obediencia a Dios: Homilía del
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
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