Es hora de abrir las puertas del corazón al Señor y dejar que su amor realice nuevas todas las cosas.
Es hora de tirar todo lo que no viene de Dios y que nos arrastra al mal.
Elimina de tu corazón y de tus labios todas las malas palabras, malas diálogos, chimentos, mentiras, juicios, murmuraciones y pésimos deseos para esas personas que te hieren y hieren.
Sé luz dondequiera que estés, la luz de Dios que espanta el mal.
La boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Qué ha salido de tus labios fué fuente de bendición o de maldición?
¿Han sido los puentes los que unen o los muros los que separan?
¿Te ha levantado a ti y a todos y cada uno de los que te cubren o ha sido fundamento de desánimo y murmuración?
Cada palabra pronunciada tiene su peso en la balanza de la vida.
Llena tu corazón del amor de Dios, sé lleno del Espíritu Santurrón y Él te convertirá.
Dios es la fuente inagotable de todo bien y de toda gracia, bebe de esa fuente todos los días y serás feliz.
Vuelve a Dios y acoge la gracia que Él tiene para ofrecerte.
Que, por el poder del nombre de Jesús, todas las plagas y maldiciones lanzadas contra ti y tu familia durante la historia caigan por tierra.
Pídele perdón al Señor por todas las ocasiones que tú asimismo hablaste y deseaste el mal a otras personas.
No dejéis de realizar el bien, el bien viene de Dios y Él es fuente de alegría, paz y felicidad.
¡Dios te bendiga a ti y a tu familia!
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