San Giuseppe Moscati: médico y santo

En el momento en que hablamos de Iglesia y medicina, en un principio, recordamos a San Lucas, patrón de los médicos, celebrándose el 18 de octubre, mismo día de conmemoración de estos profesionales de la salud. Según la tradición, el autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles ejercitó inicialmente esta profesión en Antioquía, y san Pablo nos atestigua su trabajo en una de sus cartas (cf. Col 4, 14). No es el único ejemplo que disponemos de un beato cuya misión fue cuidar la salud de los hombres y mujeres de su tiempo. En el mes de abril disponemos a alguien que supo actualizar la unión entre fe y ciencia médica: san Giuseppe Moscati.

Nativo de 1880 en Benevento, se trasladó con su familia a la famosa zona de Nápoles cuando tenía solamente cuatro años. De familia católica, se interesó por la medicina tras ver los cuidados necesarios a fin de que su hermano, que había sufrido un incidente, se recuperara. Fue a la escuela de medicina ya la edad de 23 años consiguió el título de médico con excelente desempeño, pudiendo contribuir a aquellos que se encontraban en mala salud.

Los valores cristianos eran perceptibles en su forma de accionar. Su rutina empezaba con la participación en la celebración eucarística, probando su fe. A pesar de ocupar esenciales cargos y ser académico, investigando, entre otras cosas, la diabetes, su primordial público objetivo eran los pobres, viendo en el cuidado de ellos el sendero para realizar su vocación bautismal. En su juventud logró voto de castidad, pudiendo así ocuparse por completo al cuidado de la salud de los mucho más necesitados; los pobres fueron su campo de misión y donde progresó hacia la santidad, sabiendo ejercer el desapego de los bienes materiales, no cobrando consultas a los que no podían permitírselo e inclusive ayudándoles con los gastos de medicinas y alimentos.

Su labor como médico estuvo marcada por enormes desafíos, como atender a los soldados heridos que combatieron en la Primera Guerra Mundial, combatir el cólera, epidemia que apareció en la temporada, aparte de tener que evacuar el hospital donde trabajaba, debido a de la erupción del Vesubio, que destrozó el techo del lugar donde se encontraban sus pacientes. Pero ninguno de estos sucesos fue un obstáculo para su confianza en Dios, probando que su fe era el motor de su historia, inspirándolo a imitar a Jesús, especialmente en la curación de los enfermos.

Con solamente 47 años murió por causas naturales y su popularidad, tanto por su profesión de médico como por su santidad, comenzó a alcanzar por toda la zona. En 1987, luego del Sínodo de los Obispos cuyo tema fue la vocación y misión de los laicos en el mundo, fue canonizado San Giuseppe Moscati, mostrando al mundo la oportunidad de la santidad en nuestra vida cotidiana, como insiste el Papa Francisco en una de sus exhortaciones apostólicas. . En la mitad de las dificultades sanitarias que vivimos en la mitad de esta pandemia, su ejemplo es válido para todos y cada uno de los que vivimos este año vocacional diocesano, mostrando que la fe y la ciencia no se oponen, sino que pueden caminar juntas, buscando el bien. de todos, aparte de ser una llamada a apreciar cada vez más la vocación laical como sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-14), como camino de santidad.

* Producto del seminarista Gustavo Laureano