Oficializado como patrón de los cronistas y comunicadores por el Papa Pío XI, San Francisco de Sales (1567-1622) es el principal creador de la Orden de la Visitación, obispo de Ginebra en el siglo XVII, titular y patrón de la familia salesiana. Murió el 28 de diciembre de 1622, pero su día es festejado por la Iglesia Católica Romana el 24 de enero, pues ese día, en el año 1623, sus restos fueron llevados a Anneci, de hoy capital de la Alta Saboya.
Fue beatificado en 1661 y canonizado en 1665, siendo además declarado doctor por la Iglesia Católica.
Y comúnmente el mensaje del Papa Francisco para el Día Mundial de las Comunicaciones se publica el fin de semana de la celebración del beato. En 2021, en la 55 edición (que se festejará el 16 de mayo), el tema “Venid y veréis”, tomado del Evangelio de Juan (Jn 1, 46), con el subtítulo “Comunicar encontrando a las personas donde son y de qué manera son”, reflexiona sobre algunos principios del periodismo.
En el texto, el pontífice resalta la valentía de los profesionales en la cobertura periodística y en la transformación de todo el mundo, aseverando que “nuestro periodismo, como exposición de la verdad, pide la aptitud de ir donde absolutamente nadie más va: desplazarse con el deseo de ver Una curiosidad, una apertura, una pasión. Hay que agradecer el coraje y la determinación de muchos profesionales (periodistas, camarógrafos, editores, cineastas que frecuentemente trabajan con mucho riesgo), si hoy conocemos, por ejemplo, la bien difícil situación de las minorías perseguidas en varias partes del planeta, si se denunciaran muchos abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación, y se denunciaran tantas guerras olvidadas. Sería una pérdida no solo para la información, sino también para la sociedad en su conjunto y para la democracia, si faltaran estas voces: un encarecimiento para nuestra humanidad”
El Papa Francisco sigue analizando los desafíos de la comunicación en los tiempos actuales, comunicando que “muchas realidades en el planeta, y más en este tiempo de pandemia, invitan al mundo de la comunicación a “ir y ver”. Se corre el peligro de narrar la pandemia o cualquier otra crisis solo por medio de los ojos del mundo más rico, de sostener una “doble contabilidad”. Por poner un ejemplo, en el tema de las vacunas y la atención médica generalmente, pensemos en el peligro de exclusión que enfrentan la gente mucho más indigentes. ¿Quién nos charlará de la expectativa de curación en los pueblos más pobres de Asia, América Latina y África? Así, las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el peligro de marcar el orden de distribución de las vacunas anti-Covid, con los pobres siempre en último lugar; y el derecho a la salud para todos, afirmado en principio, termina siendo vaciado de su valor real. Pero, aun en el planeta de los mucho más agraciados, el drama social de las familias que caen rápidamente en la pobreza permanece en buena medida oculto: impresionan, pero sin merecer bastante espacio en las noticias, las personas que, triunfando la vergüenza, hacen cola fuera de los centros. de Cáritas para recibir una ración de alimentos”.
Oración de San Francisco de Sales
“¡Oh! San Francisco de Sales, que en su vida mortal sobresalió en todas las virtudes, especialmente en el cariño a Dios y al prójimo, humildemente suplico ponerme bajo vuestra inmediata protección, para conseguir de Dios mi especial conversión, y la de todos y cada uno de los pecadores, en especial… (mencione los nombres de la gente por las que desea rezar).
Enséñame, San Francisco de Sales, a fijar mis ojos en el cielo; que logre enfrentar todos los óbices que se interponen en mi camino, y un día lograr la gloria en el cielo, con la ayuda de tu intercesión.
Obtén asimismo el favor particular… (menciona la intención). Ayúdanos, Señor, te lo suplicamos, por los méritos de San Francisco de Sales. Para que lo que nuestros sacrificios no logren obtener, nos sea dado por tu intercesión.
Oremos: Oh Dios, que por la salvación de las ánimas hiciste a San Francisco de Sales su confesor y obispo, que luchaste a fin de que todos los hombres y mujeres se sometieran a Tu voluntad misericordiosa, y fueran infundidos con la dulzura de la caridad, guiados por tus enseñanzas, te solicitamos, por intercesión de tu siervo, la felicidad de alcanzar la alegría eterna, por Cristo, Nuestro Señor. Amén.”