San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán y Cardenal
San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán y Cardenal

Desde las riberas del lago Maggiore, se puede observar la escultura de San Carlos Borromeo, que domina la ciudad de Arona: construida en el siglo XVII, tiene 35 metros de altura, incluida su base. La estatua de cobre y hierro representa al Arzobispo de Milán que bendice. No obstante, el monumento tiene una particularidad: se puede visitar desde el interior, merced a una extendida escalinata. Cualquiera que consigua subir los varios peldaños puede admirar el planeta subyacente mediante 2 aberturas en los ojos de Borromeo. En esto radica la enseñanza de este Beato: ver el mundo por medio de sus ojos, o sea, por medio de su caridad y humildad.
De “niño obispo” a “enorme de santidad”
Primero, “obispo-niño”, entonces “enorme de santidad”. La vida de San Carlos Borromeo se desarrolló sobre estos dos polos, en una aceleración del tiempo, proporcional a su acción pastoral, siendo Borromeu el segundo hijo de Gilberto y Margarida. Con solo 12 años, recibió el título de “comendador” de una abadía benedictina local. Su título honorífico le proporcionaba una renta notable, pero el futuro santo quería destinar sus bienes a la caridad de los pobres.
El Concilio de Trento
Hables Borromeo estudió Derecho Canónico y Derecho Civil en Pavía. En 1559, a la edad de 21 años, se transformó en Doctor in utroque jure, pocos años después, murió su hermano mayor, Federico. Muchos aconsejaron a Carlos que dejara el trabajo eclesiástico para ser cabeza de familia. En cambio, decidió continuar su vocación sacerdotal: en 1563, a los 25 años, fue ordenado sacerdote y, poco después, consagrado obispo, título que le dejó participar en las últimas etapas del Concilio de Trento (1562-1563). . De este modo, se transformó en uno de los principales impulsores de la llamada “Contrarreforma” y colaborador en la redacción del “Catecismo Tridentino”.
Arzobispo de Milán con solo 27 años
Rápidamente poniendo en práctica las directivas del Concilio, que obligaban a los Pastores a residir en sus respectivas diócesis, en 1565, con solamente 27 años de edad, Carlos toma posesión de la Archidiócesis de Milán como Arzobispo.Tres visitas pastorales por todo el territorio, dividiéndolo en Circunscripciones; creó Seminarios para ayudar a la capacitación de los curas; hizo construir iglesias, academias, institutos, hospitales; fundó la Congregación de Oblatos, sacerdotes seculares; dio toda la riqueza de su familia a los pobres.
“Conquistando ánimas de rodillas”
Carlos se dedicó a una reforma profunda de la Iglesia, desde dentro. En un momento muy especial para el cristianismo, el “niño-obispo” no tuvo miedo de defender a la Iglesia en frente de la injerencia de los poderosos, ni le faltó valor para actualizar las estructuras eclesiales, sancionando y corrigiendo sus fallos.Iglesia, para ser creíble , debió iniciar por los Pastores, Borromeo llevó a los curas, religiosos y diáconos a opinar mucho más en el poder de la oración y de la penitencia, transformando su vida en un verdadero camino de santidad. “Las almas –repetía siempre y en todo momento– hay que conquistarlas de rodillas”.
“Los pastores han de ser siervos de Dios y progenitores del pueblo”
Su acción pastoral, profundamente animada por el cariño de Cristo, no le eximió de hostilidades y resistencias. Contra él, los llamados “Humiliados” -orden religiosa en riesgo de desviaciones doctrinales- organizaron un ataque disparándole un tiro de mosquete en la espalda, mientras el futuro Santo estaba recogido en oración, el ataque fracasó y Carlos continuó con su misión. por el hecho de que “deseaba que los pastores fuesen servidores de Dios y padres del pueblo, especialmente de los pobres” (Papa Francisco en Audiencia a la Comunidad del Pontificio Seminario Lombardo en Roma, 25.01.2016).
La epidemia de Milán
En los años 70 del siglo XVI, una epidemia golpeó Milán. La localidad cedió a la pestilencia y el hambre, logrando contar únicamente con su Arzobispo, que no escatimó esfuerzos: leal a su lema episcopal, “Humilitas”, entre 1576 y 1577 visitó, consoló y destinó todos sus recursos a la asistencia de los enfermos. Su presencia entre la gente fue tan incesante que ese periodo quedó en los anales de la historia como la “peste de São Carlos”. Siglos después, aun Alessandro Manzoni comentó este hecho en su novela “Las novias”.
Romería a la Sábana Santa
El arzobispo de Milán asimismo desempeñó un papel clave en traer la Sábana Santa a Italia. Debido a su ardiente deseo de rezar ante el Lino Sagrado, los duques de Saboya, en 1578, decidieron trasladar la Sábana Santa de Cristo del Castillo de Chambéry, en Francia, a Turín, donde continúa hasta hoy. Borromeo fue allí en peregrinación a pie, caminando a lo largo de 4 días, ayunando y orando.
La “Urna” en la Catedral de Milán
El físico debilitado de Carlos Borromeo, gracias a tantos esfuerzos, comenzó a ceder y se rindió en el mes de noviembre de 1584, muriendo con solamente 46 años, dejando, sin embargo, un inmenso legado moral y espiritual.Carlos Borromeo fue beatificado en 1602, por Clemente VIII y luego canonizado en 1610 por Pablo V. Desde ese momento, sus restos descansan en la Cripta de la Catedral de Milán, en el llamado “Scurolo” (urna), cubierto con cuadros de plata, que describen su vida.
Fuente: Vaticano
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