¿Sabes rezar la Vía Sacra? Ver cada uno aquí

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rezo inicial

Señor, concédeme la gracia de compartir contigo el camino de la cruz, de penetrar en tus pensamientos y sentimientos: ¿qué pensabas, qué sentías mientras que cargabas la cruz por la humanidad, por mí? Ayúdame a entender un tanto más lo que significó para ti esta Vía Dolorosa. Con mi pequeñez, me atrevo a caminar contigo en estas estaciones, dejándome impresionar por la contemplación de tu misterio, intentando encontrar tu mirada de mal, de agonía, de muerte, de paz.

Antes de cada estación: “Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos por el hecho de que por tu santa cruz has redimido al mundo”.

Después de cada estación: “Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección”.

1ª estación: Jesús es culpado a muerte

Jesús es juzgado, acusado falsamente, calumniado, descuidado por sus amigos e injustamente condenado a muerte.

1ª estación: Jesús es condenado a muerte1ª estación: Jesús es condenado a muerte

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al planeta.

Pilato volvió al pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” (…) Jesús respondió: “Mi Reino no es de este planeta; si Mi Reino fuera de este planeta, Mis siervos pelearían, a fin de que Yo no fuese entregado a los Judíos; pero mi reino no es de aquí” (Jn 18,33 y 36).

Jesús está ante Pilato… ¡A qué estado lo han reducido!… Su cabeza coronada de espinas…; el rostro bañado en sangre…; todo el cuerpo lacerado…; los hombros cubiertos con un trozo de púrpura…; Sus manos están atadas… ¡El amabilísimo Jesús inspira compasión!… Pero Pilatos, para complacer a los judíos desagradecidos, condena a muerte al inocente Hijo de Dios… Jesús escucha serenamente la sentencia y admite resignadamente la muerte por la salvación. de los pecadores… Oh Jesús, yo merecía la muerte eterna en el infierno; y Tú, Dios de la vida, quisiste morir para salvarme!… ¡Bendita sea Tu sin limites Amabilidad!… Dame la felicidad de vivir y morir en Tu santurrón amor… ¡Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento honestamente haberte ofendido y prometo, con tu gracia, jamás más ofenderte.

Guardaste silencio. ¡Oh Jesús discreto, enséñame a silenciar ahora silenciar, aun en el padecimiento!

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

2ª estación: Jesús lleva su cruz

Jesús lleva la cruz. Con enorme amor abrázala. En él, expiará nuestros errores. Él piensa en nosotros y anda hacia el Suplicio.

2ª estación: Jesús lleva su cruz2ª estación: Jesús lleva su cruz

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Por el hecho de que por tu Santa Cruz redimiste al planeta.

Él mismo llevó su cruz fuera de la ciudad, hacia el sitio llamado Martirio, en hebreo Gólgota (Jn 19, 17). En verdad, tomó sobre sí nuestras anomalías de la salud y cargó con nuestros sufrimientos (Is 53, 4).

Jesús es despojado de su túnica púrpura y cubierto con sus vestiduras, para que todos lo reconozcan y lo insulten… Le muestran la Cruz… El Salvador extiende sus brazos y, en un transporte de ternura, la estrecha hacia su Corazón… y lo baña de lágrimas… Y, colocándolo sobre sus hombros heridos, pasea hacia el Martirio… “¿Adónde vas, mi buen Jesús:” – “Moriré por ti: después de mi ¡Muerte, acuérdate de mí y ámame!”.

Oh Jesús, esa Cruz me la debían a mí, que soy pecador, y no a Ti que eres inocente… Pero el inocente quiso abonar por el pecador… ¡Bendito seas siempre, Señor! Abrazo, por tu amor, todos los menosprecios y incidentes de la vida… Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento honestamente haberte ofendido y prometo, con tu gracia, jamás mucho más ofenderte.

Jesús, enséñame a comprender tus expresiones: “Si alguno quiere proseguirme, tome su cruz y sígame”.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

3ra estación: Jesús cae por vez primera

Jesús no puede mucho más, sus fuerzas disminuyen y cae por vez primera.

3ra estación: Jesús cae por primera vez3ra estación: Jesús cae por primera vez

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Por el hecho de que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Pero Él fue castigado por nuestros delitos, y molido por nuestras iniquidades. Pesó sobre él el castigo que nos salvó, y fuimos curados merced a sus heridas (Is 53,5).

El Hijo de Dios sale del pretorio, agobiado por el peso de la Cruz… ¡Está repleto de amor, pero fatigado de fuerzas!… ¡Cuánta sangre ha derramado! Después de ciertos pasos, sus ojos se oscurecen, se dobla bajo la Cruz y cae al suelo, ingresando poco a poco más las espinas en su frágil Cabeza”… ¡Valora su calvario!… Los verdugos se enfurecen y, con blasfemias y golpes, agravian y hiere al divino Cordero…

Oh Jesús, Tú caíste bajo el peso de la Cruz, por el hecho de que yo me sumergí en un abismo de iniquidades… Extiende tu mano hacia mí, para que pueda levantarme y, ayudado por tu felicidad, caminar con seguridad el sendero de la virtud y la santidad. .. Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento sinceramente haberte ofendido y prometo, con tu merced, no ofenderte jamás más.

Jesús, dame fuerza para levantarme de mis caídas. Alegra mis desalientos.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

4ª estación: Jesús está con su madre

Jesús está con su Madre. El dolor de ver padecer a su Madre abre mucho más heridas en su corazón. No obstante, al tiempo, ver la mirada cariñosa de María lo reconforta.

4ª estación: Jesús se encuentra con su madre4ª estación: Jesús está con su madre

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Simeón los bendijo y ha dicho a María, su madre: “Hete aquí, este Niño está puesto para ser causa de caída y de levantamiento de muchos hombres en Israel, y para ser señal que provoque contradicciones, a fin de que los pensamientos de Israel sean revelado de muchos corazones. Y una espada traspasará tu alma (Lc 2, 34-35).

¡Qué doloroso acercamiento! ¡Qué aspecto de desolación! María ve a su Hijo debilitado y desfigurado y no puede ayudarlo… Jesús ve a su santa Madre angustiada y desolada, y no puede consolarla… No hablan con los labios, charlan con el corazón: “¡Madre mía, pobre Mi madre! ” – “¡Hijo mío, mi amado Jesús!” Y estas expresiones emiten un océano de afecto y dolor… Dos víctimas inocentes, unidas por un mismo sacrificio…

¡Oh Jesús, oh María!… ¡Yo, con mis pecados, fui la causa de nuestros tormentos!… Y tanto amasteis a mi pobre alma… – ¡Oh Jesús, os amo con todo mi corazón…! ; Lamento con sinceridad haberte insultado y prometo, con tu merced, no ofenderte jamás mucho más. – Oh María, te consagro mi alma y mi cuerpo. Apóyame, defiéndeme siempre, pero especialmente en el instante de mi muerte.

María, que triunfando todo respeto humano supiste consolar a tu Hijo en el sendero del Calvario, ayúdame a experimentar tu mirada en mis adversidades y aflicciones.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

5ª estación: Simón ayuda a Jesús a llevar su cruz

Simón de Cirene contribuye a Jesús a llevar la cruz.

5ª estación: Simón ayuda a Jesús a llevar su cruz5ª estación: Simón ayuda a Jesús a llevar su cruz

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Por el hecho de que por tu Santa Cruz redimiste al planeta.

Pasaba un tal Cireneo, llamado Simón, que venía del campo, padre de Alejandro y de Rufo, y le forzaron a llevarle la cruz (Mc 15, 20-21).

Jesús es débil y tan bajo que, en todo momento, parece morir… ¡Y es el Señor del Paraíso, que gobierna y rige a todas y cada una de las criaturas!… Los judíos, temiendo que la víctima muera en el camino y no va a poder llegar al lugar de la infamia, obligar a Simón de Cirene a llevar la Cruz del Redentor…

¡Oh Jesús, Tú sostienes, con un acto de Tu omnipotencia, el cielo y la tierra, y necesitas protección?!… ¡Oh mi buen Dios, ¡a qué estado te ha reducido Tu amor por mi alma!… Nunca lo voy a olvidar tanta misericordia… méritos de vuestra debilidad, ayúdame a llevar la cruz, que merezco y abrazo como católico y pecador… Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento con sinceridad haberte insultado y prometo, con tu merced, no ofenderte nunca más.

Jesús, tal como Simón te asistió a llevar la cruz, ayúdame en mis debilidades y adversidades.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

6ª Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús

El rostro demacrado de Jesús toca el corazón de una mujer y, con un pañuelo, lo enjuga esmeradamente.

6ª Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús6ª Estación: La Verónica enjuga la cara de Jesús

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Haz que la luz de tu rostro brille sobre nosotros, Señor. Confiado en tu justicia, contemplaré tu rostro; en el momento en que despierte, me saciaré de ver tu imagen (Sal 4, 7; 16, 15).

Jesús perdió toda su belleza, ¡Jesús, el más precioso entre todos y cada uno de los hijos de los hombres!… ¡Ya no es conocido!… ¡Su rostro está todo herido y bañado en lágrimas y sangre!… Mujer piadosa, conquistando el respeto humano, se acerca. Jesús y enjuga su adorable rostro con un velo… El Salvador, siempre bueno y agradecido, deja impresa su Imagen en ese velo.

¡Oh Jesús! ¡Cuán feliz era Verónica, que limpió Tu Rostro demacrado!… Yo también puedo recibir este premio… El día de hoy que los impíos y los desagradecidos Te agravian y blasfeman, dame la gracia de reparar estos ultrajes…, y luego grabar sobre mi alma tu divino Rostro… Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento honestamente haberte ofendido y prometo, con tu merced, no ofenderte jamás más.

Jesús, graba tu imagen en mi corazón, y que siempre la recuerde.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

7ª estación: Jesús cae por segunda vez

Jesús, bajo el peso de la cruz, cae por segunda vez.

7ª estación: Jesús cae por segunda vez7ª estación: Jesús cae por segunda vez

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Por el hecho de que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

No abrió su boca, como cordero al matadero, y oveja muda en manos del trasquilador. El Señor observa los pasos del hombre y aprueba sus caminos. Si bien caiga, no se postrará, pues el Señor le transporta de la mano (Sal 36, 23-24).

El Corazón de Jesús está ya listo para sufrir y fallecer, ¡pero Su Santísima Humanidad flaquea!… Pasea con paso tembloroso, incierto, vacilante… La sangre que desfigura Su Rostro, nubla Su mirada…; y cae al suelo… por segunda vez… La violencia de la caída reabre todas y cada una de las lesiones de su cuerpo…, ¡las espinas desgarran aún mucho más aquella frágil cabeza!… Los verdugos levantan al manso Cordero , arrastrándolo y hiriéndolo!…

¡Oh Jesús! Mis repetidas faltas provocaron tu novedosa caída… ¡Si no hubiese cometido muchos y tan graves errores, tu padecimiento sería menos intenso!… Perdóname tanta ingratitud, por tu infinita misericordia. Oh Jesús, te amo con todo mi corazón…; Lamento francamente haberte insultado y prometo, con tu merced, no ofenderte nunca mucho más.

¡Jesús, que mis constantes caídas no te agoten!

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

8ª Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

El Señor admite la vana compasión de las hijas de Jerusalén.

8ª Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén8ª Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Por el hecho de que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una gran multitud de personas y mujeres lo proseguían, golpeándose el pecho y lamentándolo. Dirigiéndose a ellas, Jesús ha dicho: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras y por vuestros hijos (Lc 23,28).

¡Jesús es siempre bueno y espléndido!… ¡Algunas piadosas mujeres, viéndolo todo ensangrentado y tambaleándose bajo el peso de la Cruz, lloran y se compadecen de él!…

Jesús, olvidando sus sufrimientos, los consuela y también instruye, diciéndoles que lloren más que nada por los pecados de los hombres, que son la causa del martirio de un Dios y la perdición de tantas ánimas…

¡Oh Jesús, dame lágrimas, lágrimas de arrepentimiento, a fin de que siempre y en todo momento llore mis pecados y tus calvarios, y de este modo desagravio tu afligido Corazón!… Y luego, cuando agonizo en mi lecho de muerte, ¡ah! Ven a consolar y recibir mi pobre alma… Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento con sinceridad haberte ofendido y prometo, con tu merced, no ofenderte jamás más.

Jesús, ayúdame a aprender que llevar tu cruz es mucho más que todos y cada uno de los honores en la tierra.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

9ª estación: Jesús cae por tercera vez

Jesús cae por tercera vez.

9ª estación: Jesús cae por tercera vez9ª estación: Jesús cae por tercera vez

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Pero agradó al Señor aplastarlo con padecimiento (Is 53, 3). Cristo también sufrió por nosotros, dejándoos un ejemplo a fin de que sigáis sus pasos. Él llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero a fin de que, muertos a nuestros errores, vivamos para la justicia (I Ped 2, 21, 24).

Jesús, desfallecido y exhausto, vuelve a caer al suelo, y de nuevo se golpea la frente coronada de espinas contra las piedras… ¡Un Dios en el suelo!… Pero, a la visión del Calvario, revive y resucita… ¡El amor le da novedosas fuerzas!… ¡Su deseo de morir por los hombres, aun los pecadores y los desagradecidos, es tan candente!… ¡Oh! ¡Solo un Dios puede querer de este modo!

¡Oh Jesús! Mis errores son tantos y tan graves que, para expiarlos, ¡solamente basta una sola caída de un Dios!… Es requisito que humilles una y otra vez tu Divino Rostro… ¡Oh! Dame tu felicidad, para que odie mis errores y te prosiga por el sendero de la degradación y del padecimiento… Oh Jesús, te amo con todo mi corazón…; Lamento francamente haberte insultado y prometo, con tu merced, no ofenderte jamás mucho más.

Jesús, que no pierda la promesa en el momento en que experimente tu cruz en mi vida.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

10ª estación: Jesús es desposeído de sus vestiduras

El Señor es desposeído de sus vestiduras.

10ª estación: Jesús es despojado de sus vestiduras10ª estación: Jesús es desposeído de sus vestiduras

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Pues por tu Santa Cruz redimiste al planeta.

Tomaron sus vestiduras y también hicieron 4 unas partes de ellas, una para cada soldado. Pero la túnica, tejida de arriba abajo, no tenía costura. Así que se dijeron unos a otros: “No la rompamos, sino más bien echemos suertes sobre ella para poder ver de quién será”. De esta forma se cumplió la escritura: Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi túnica echaron suertes (Jn 19, 23-24).

¡Esto es el Calvario!… Los verdugos arrancan la túnica de Jesús, pegada a su cuerpo lacerado… Las heridas se abren nuevamente…; brota más sangre… No satisfechos, amargan con hiel la boca muy dulce del Redentor… Jesús todo lo padece, con paciencia y amor, y ofrece todos sus tormentos al divino Padre, por la salvación de los pobres pecadores…

¡Oh Jesús, me arrepiento de los tormentos que padeces por mí!… ¿De qué forma puedo agradecerte tanta amabilidad?… Completa, Señor, tu clemencia. me despojé de mis vicios y pasiones…; me revistí de humildad, pureza y caridad…; y haz amargos los bienestares de la vida y dulces las mortificaciones y los sufrimientos… Oh Jesús, te amo con mi corazón; Lamento con sinceridad haberte ofendido y prometo, con tu merced, no ofenderte nunca mucho más.

Jesús, desposeído de todo, por amor a mí, ayúdame a desprenderme, por amor a ti, de todas y cada una de las criaturas, para que seas tú mi único tesoro.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

11ª estación: Jesús es clavado en la cruz

Jesús es crucificado.

11ª estación: Jesús es clavado en la cruz11ª estación: Jesús es clavado en la cruz

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Por el hecho de que para su Santa Cruz redimiste al mundo.

En el momento en que llegaron al rincón llamado Martirio, lo crucificaron allí, con los ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Pilato escribió una inscripción y la puso en la parte superior de la cruz. En él estaba escrito: “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos” (Lc 23,33; Jn 19,19).

A una orden de los verdugos, el Salvador prolonga su Cuerpo lacerado sobre la Cruz y, elevando los ojos al cielo, presenta sus manos y sus pies, para ser atravesados ​​por los clavos… si la carne, las venas se rompen… El dulce Jesús sufre un inmenso calvario…; pero no se protesta…; pide, adora y ama!…

Oh Jesús, dijiste un día que, clavado en un madero, habrías atraído hacia Ti todos los corazones… Atrae mi corazón con la fuerza suave y también irresistible de tu amor; Clavadlo en vuestra santísima Cruz, para que nunca más se aparte de nosotros… ¡Qué bien se siente a nuestros pies!… ¡Oh Jesús!, os amo con todo mi corazón…; Lamento sinceramente haberte ofendido y prometo, con tu merced, no ofenderte nunca más.

Jesús, que llevaste la cruz sin quejarte, concédeme jamás lamentarme de cosas inútiles, de absolutamente nadie, ni siquiera por la parte interior.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

12ª estación: Jesús muere en la cruz

El Señor muere en la cruz.

12ª estación: Jesús muere en la cruz12ª estación: Jesús muere en la cruz

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Habiendo sacado a Jesús del vinagre, dijo: “Consumado es”. Inclinó la cabeza y entregó su espíritu. Vinieron los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro que estaban crucificados con Él. Salió sangre y agua (Jn 19, 30; 32-34).

¡Pobre Jesús! ¡Cuánto sufre!… ¡Está colgado de tres clavos!… ¡No encuentra el menor alivio!… Todos contribuyen a atormentarlo… Y piensa en todos… Piensa en su Madre , y le da a Juan por protección… Piensa en nosotros, y nos da a María por Madre… ¡Qué bueno es Jesús!… Pero muere… Inclina la cabeza…, exhala tu último aliento. .. Murió… ¡Un Dios murió por mí!…

Permíteme, oh Jesús, abrazarme a tus pies ensangrentados; y permíteme vivir y morir aquí!… ¡Ah! ¡Es justo que la criatura viva y muera por su buen Dios, que vivió y murió por su miserable criatura! – Oh Jesús, te amo con mi corazón…; Lamento francamente haberte ofendido y prometo, con tu merced, no ofenderte nunca mucho más.

Jesús, ayúdame a admitir de todo corazón la clase de muerte que has premeditado para mí, a admitirla con todas sus angustias, dolores y tristezas. Concédeme en ese instante unirme a tu muerte y prestar la mía como consumación de mi sendero hacia ti, aquí en la tierra.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

13ª Estación: Jesús es bajado de la cruz

El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz y recibido por María.

13ª Estación: Jesús es bajado de la cruz13ª Estación: Jesús es bajado de la cruz

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Después de eso, José de Arimatea, que era acólito de Jesús, pero en secreto, por temor a los judíos, le solicitó permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Pilato lo dejó. Así que fue y se llevó el cuerpo de Jesús. Acompañó a Nicodemo (el que antes había ido a Jesús a la noche), tomando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. Han tomado el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en telas con los olores, como habitúan sepultar los judíos (Jn 19, 38-40).

Después de eso, José de Arimatea, que era acólito de Jesús, pero en misterio, por miedo a los judíos, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Pilato lo permitió. Conque fue y se llevó el cuerpo de Jesús. Acompañó a Nicodemo (el que antes iba a Jesús por la noche), tomando como cien libras de una mezcla de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en telas con los fragancias, como acostumbran sepultar los judíos (Jn 19, 38-40).

La Providencia traza con perfección las líneas de la Historia. José de Arimatea, aparte de ser un noble, se encontraba muy relacionado con Poncio Pilato, con lo que tenía las condiciones favorables para obtener de él la autorización necesaria para que Jesús no fuese enterrado como un culpado cualquiera, sino como una persona ilustre. ¿Quién, sino José, tendría el valor de presentarse frente al gobernador romano para pedirle el cuerpo de un crucificado? De ahí que, de él, San Juan Crisóstomo comenta: “Ved el valor de este hombre; se pone en peligro de muerte, atrayendo sobre sí la enemistad de todos, por su amor a Jesucristo…”

¡Qué felicidad tan destacable le diste a este José! El de poder bajar de la cruz, con el apoyo de Nicodemo, el Cuerpo Divino, víctima de valor infinito, y sepultarlo.

Oh Sagrado Cuerpo de Jesús, al verte de este modo sin vida, siento gemir mi corazón. Aquellas manos que mandaban a los mares ya las tempestades, expulsaban del Templo a los prestamistas y también hacían bien a todo Israel, por el momento no se articulan. Tus pies, que anduvieron sobre las aguas y recorrieron todos los caminos en pos de los necesitados, no se mueven. Tu voz, que estremecía a los fariseos, pero disculpaba dulcemente a los pecadores arrepentidos, por el momento no se escucha. Solo una herida te cubre de arriba abajo.

Oh Virgen de los Dolores, imploro a la santísima felicidad que guarde frente a mí, por el resto de mi vida, esta terrible imagen de la gravedad del pecado. ¡Perdón, Madre mía, perdón! ¡Y ayúdame a jamás regresar a pecar!

Jesús, que yo esté en los brazos de María en los instantes mucho más difíciles de mi vida, y experimente la protección cariñosa de tu santa Madre.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

Estación 14: Jesús es sepultado

Jesús es puesto en la tumba.

Estación 14: Jesús es sepultadoEstación 14: Jesús es enterrado

V: Te adoramos, Señor Jesucristo, y te bendecimos;

R: Pues por tu Santa Cruz redimiste al planeta.

En el sitio donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto nadie. Fue allí donde pusieron a Jesús por la Preparación de los judíos y la proximidad del sepulcro. Entonces (José de Arimatea) logró rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y salió. Allí se quedaron María Magdalena y la otra María, sentadas en oposición al sepulcro (Jn 19, 41-42; Mt 27, 60-61).

Jesús está encerrado en el sepulcro… Su aniquilamiento no puede ser mucho más terminado… Él es el Dios de la vida, pero no vive aquí… Contempladle por última vez… Su frente está desgarrada por espinas; Ojos cerrados; los labios, mudos; manos y pies perforados; el corazón, ¡ah! ¡El Corazón que tanto amó y padeció, por el momento no late!… ¡Jesús, el buen Jesús, ha muerto y enterrado!…

¡Oh Jesús, te adoro en el Santurrón Sepulcro! Eis o que ganhastes com o vosso amor excessivo por mim, ingratíssimo pecador!… Seja sempre bendita a vossa misericórdia!… Dai-me a graça de me esconder do mundo y también de viver no vosso Coração dulcíssimo… Ali encontrarei a paz, a felicidade, El paraíso. – Oh Jesús, te amo con todo mi corazón…; Lamento honestamente haberte insultado y prometo, con tu merced, no ofenderte nunca más.

María, Mi madre, así como Juan te acompañó como a un hijo tras la muerte de Jesús, que yo esté siempre y en todo momento contigo, con exactamente los mismos sentimientos del discípulo amado de Jesús.

Padre nuestro, Ave María, Gloria

Salvador de todo el mundo, sálvanos, tú que nos liberaste por la cruz y la resurrección.

oración final

Señor, que la meditación de tus dolores y sufrimientos destroce mi orgullo, ablande mi corazón y lo prepare para recibir tu amor y perdón inacabables. Que, consciente de mis caídas y faltas, en la mitad de mis penas y trabajos, te busque siempre y en todo momento y que, contemplando tu corazón abierto y herido por amor a mí, pueda zambullirme en él como una gota de agua, y perderme. para siempre en la inmensidad de tu clemencia. Amén.

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