Rocinha: Un sabor dulce en lo que fue

Thaís de Oliveira Pereira

Rocinha es hoy día la comunidad más grande de América Latina y tiene, según el IBGE, alrededor de 70.000 habitantes, pero los vecinos no están según esa información, puesto que creen que el número es considerablemente mayor.

El lugar, que sólo recibió el título de vecindario en 1993, más allá de ser fundado en 1930, tiene problemas recurrentes a muchos otros barrios de Río de Janeiro, como la crueldad, la pobreza, la falta de saneamiento básico y régimen de aguas residuales, problemas que en Rocinha consigue proporciones mucho mayores, exactamente por su tamaño, y lo convierte en el lugar con mayor índice de tuberculosis del país. A pesar de todos estos puntos negativos, la comunidad es muy notada por ONG y proyectos de voluntariado, como el servicio que brindan los franciscanos, de la Parroquia Nossa Senhora da Boa Viagem, situada en Estrada da Gávea, en un punto considerado el “corazón” de el sitio

La capilla de Nossa Senhora da Boa Viagem fue inaugurada en 1938 por los Monjes Menores, quienes, a través del Convento Beato Antônio do Largo da Carioca, siempre y en todo momento brindaron asistencia a la red social desde 1930. Tras un periodo sin esta presencia franciscana (1985-2007 ), los monjes volvieron a seguir la labor pastoral que apoya al vecindario en algunos ámbitos. Entre las obras que efectúa la Parroquia, con el apoyo de los franciscanos, están el montaje y distribución de canastas de alimentos básicos a unas 100 familias, la administración de una tienda de segunda mano realizada con donaciones de los propios vecinos y que ayuda a mantener los servicios. brindado, diálogo cercano con los jóvenes a través del catecumenado, visitas a los enfermos, y la Parroquia también da sus espacios para la realización de clases de inglés y manualidades totalmente gratis para la comunidad, encuentros de grupos de mujeres, aparte de actividades religiosas.

Apesar de os trabalhos paroquiais serem muito similares aos de outras localidades, a Rocinha tem um gosto especial para o serviço franciscano, como nos conta Frei Sandro Costa, pároco responsável pelos serviços pastorais na comunidade: “Aqui, acredito que tenemos la posibilidad de viver o carisma de forma mucho más cercano. Hay esta conexión con la pobreza y al tiempo esta lucha contra ella en pos de la dignidad. En el momento en que tuve la oportunidad de seleccionar dónde vivir y trabajar, no tuve dudas: escogí Rocinha”, ha dicho el sacerdote, quien también destaca la diferencia entre el trabajo voluntario y el trabajo pastoral realizado por ellos: “El trabajo voluntario es cuando un persona reserva parte de su tiempo para dedicarlo a algo. Nuestro servicio es constante. Es más que una actividad facultativa, es un modo de vida”. En el momento en que se le preguntó sobre el mayor logro de los franciscanos para Rocinha, Fray Sandro habla con orgullo de la independencia con la que la red social ha podido desarrollar los servicios pastorales.

El párroco vive solo en Rocinha, pero recibe asistencia de monjes estudiantes durante los fines de semana. Uno, fray Gabriel Alves, cuando se le preguntó sobre el miedo a la crueldad en el momento en que trabajaba en Rocinha, mencionó que su vida ahora había sido entregada por la fe: “Aquí nunca tuve temor, pero mi vida ya está entregada a Dios. Si me niego a trabajar aquí o en otro lugar, es como si me estuviera quitando la vida”, ha dicho. Fray Gabriel vive en Petrópolis, es licenciado en Filosofía y actualmente es estudiante de Teología en el Centro Teológico Franciscano.

Los jóvenes también son muy activos en los servicios pastorales y sociales de la Parroquia y el estudiante Nícolas Pereira se considera un ayudante del trabajo franciscano en la red social: “Creo que soy más colaborador. Quizá cuando era niño me asistían más, pero el día de hoy veo familias de Rocinha en situaciones más complicadas que la mía y siento que puedo ayudar”. También habla de vivir con crueldad en la comunidad: “He visto amigos perderse en esta vida, de a poco nos hacemos invisibles, y ellos también, por mucho que luchemos para que eso no suceda”. Nícolas tiene 15 años y forma parte del grupo de catecumenado con otros jóvenes de la Parroquia.

El servicio con los jóvenes del catecumenado es efectuado por Celina Gomes, que vive en Rocinha ya hace 50 años y es voluntaria de la Parroquia. Ella cuenta otra realidad: “Yo conocí una Rocinha donde tú sembrabas y cosechabas. Hoy tiras la basura, la tapas; matar y fallecer”.

Rocinha tiene varios inconvenientes, es una comunidad enorme y asimismo padece de abandono público, pero los servicios prestados tanto por varias ONG como por los franciscanos alimentan una enorme promesa en la comunidad. Todas y cada una las personas con las que tuve la oportunidad de hablar hablan con mucho cariño del lugar y sueñan con ver a Rocinha prosperar cada vez más. Hay una percepción de realidades diferentes en una misma red social, quizás por su tamaño, quizás por estar ubicada en una región de clase alta de Río de Janeiro, y quizás por eso se ha convertido en un símbolo de la desigualdad social en el país.

Rocinha tiene ritmo, mística, variedad y un estado de alerta constante, pero es la creencia en un futuro cada vez mejor lo que desplaza los callejones especialmente estructurados: “Lo que me chifla en Rocinha es la gente, que jamás deja de pelear, la multitud que se marcha temprano para el trabajo, los pequeños llorando en el momento en que sus progenitores los dejan en la guardería. Es un pueblo agradable, un pueblo solidario. Los callejones, los callejones, las casas; Yo suelo decir que no hay arquitecto en el mundo que logre desarrollar lo que hicimos aquí”, afirma orgullosa Celina.

En cuanto al estilo de vida anunciado por Francisco de Assis, que sintió que lo amargo se convertía en dulce durante su vida de entrega al prójimo y pobreza, sus fieles consiguen sentir ese mismo sabor al trabajar y vivir en la Rocinha: amargo en ciertos puntos para bastantes, pero que se regresa cada día más dulce para quienes deciden involucrarse enserio con sus historias de pelea, promesa y vida.

Thaís de Oliveira Pereira es estudiante de periodismo, forma parte a la Parroquia de Campos Elíseos, en Duque de Caxias (RJ). Este texto fue entregado a este ubicación.