Reflexión: Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Reflexión: Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Por un privilegio concedido por Dios, María fue la única excepción humana en no ofrecer su adhesión al pecado.

Padre Cesar Augusto dos Santos – Ciudad del Vaticano

La primera lectura de la liturgia de hoy, Génesis 3, versículos 9 al 15, tiene por nombre protoevangelio pues nos habla, aunque de forma recóndita y también imprecisa, de salvación, de la acción del Mesías.

Dios proporciona al hombre su amistad, pero éste prefiere percibir a la serpiente, prefiere dar rienda suelta al deseo de autosuficiencia. Con esta actitud de ponerse a sí mismo en el centro, el hombre perjudica su relación con el resto, con la naturaleza y con Dios.

Como el rechazo de Dios es de forma automática rechazo de la Vida y de la alegría sin fin, el hombre trajo la maldición sobre sí mismo y sobre la naturaleza, abriendo las puertas al padecimiento ya la muerte.

No obstante, Dios es Padre, es Vida y no puede permitir el triunfo de la muerte, la condenación de sus criaturas, en especial del hombre, desarrollado a su imagen y semejanza. Justo en el instante del rechazo del símbolo de la autosuficiencia, Dios comunica la victoria de la descendencia humana sobre el pecado, es la victoria de Cristo en su Pasión, en el momento en que se descentra para volverse totalmente hacia el Padre, hacia la Vida, no haciendo su intención, sino más bien la de su Padre.

Adán y Eva están desnudos, o sea, sin la protección de Dios, poniendo sus esperanzas solo en su autosuficiencia. María es acogida por el ángel como llena de felicidad y llena de Dios, de Vida. Se descentró diciendo que era la Sierva del Señor y dejando que se hiciera en ella la palabra del ángel.

Por un privilegio concedido por Dios, María fue la única salvedad humana en no dar su adhesión al pecado. Ella fue la pieza maestra de la felicidad de Dios, impecable en su libre adhesión a la misión dada por el Padre y generadora no solo del Mesías, sino más bien del origen mismo de la Iglesia. El prefacio a la Misa la llama “primicias de la Iglesia”.

Festejando su Inmaculada Concepción, celebramos su pertenencia total a Dios.

La segunda lectura, extraída de la Carta de São Paulo a los Efesios, habla del emprendimiento de Dios sobre nosotros, nuestra vocación, nuestro destino. Como María, fuimos redimidos por la sangre de Jesús y destinados a la felicidad sin fin.

Cada uno de nosotros ha sido desarrollado por Dios para tener una misión en este planeta, una misión unida a Cristo, como lo fue la de María. Ella, concebida sin el pecado de los orígenes, fue completamente un sí al Padre y, por tanto, engendró al Hijo, lleno del Espíritu Santurrón. También nosotros, redimidos por Jesucristo, podremos ayudar con el Padre en su proyecto grandioso para cada ser humano, dejando que el Espíritu Santo guíe nuestra vida. No es para un emprendimiento propio, culpado al fracaso, que fuimos convocados, sino más bien para un emprendimiento desarrollado por Dios, donde la fraternidad y la obediencia al Amor son las leyes máximas.

Esperamos que le gustara nuestro articulo Reflexión: Solemnidad de la Inmaculada Concepción
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios