Reflexión para la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo
Tanto Simeón como Ana reconocieron en Jesús al Mesías esperado y profetizaron el sufrimiento y la gloria que le sobrevendrían a Él ya la familia.
ciudad del Vaticano
La fecha de hoy recuerda el cumplimiento, por la parte de María y José, de un precepto hebreo.
Cuarenta días tras ofrecer a luz, se suponía que la madre debía pasar por un ritual de “purificación” y enseñar a su hijo al Señor en el templo.
Desde el siglo IV, esta celebración se llamó “Purificación de María”.
Con la reforma ritual (1960), empieza a valorarse el sentido de “presentación”, ofrecimiento de Jesús al Padre, para que se cumpla su destino, marcando así la aceptación de María de lo que el Padre había listo para el fruto de su embarazo.
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La fecha pasó a ser recordada entonces como la “Presentación del Señor”.
Escucha la reflexión dominical para la Celebración de la Presentación del Señor en el Templo
En el templo, la familia fue recibida por el profeta Simeón y la profetisa Ana, en un acercamiento descrito por San Lucas en su Evangelio:
“Tan pronto como se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron al Niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley del Señor, que “Todo primogénito varón va a ser consagrado a el Señor” y prestar en sacrificio, de conformidad con lo prescrito en la Ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones.
Había en Jerusalén un hombre justo llamado Simeón, muy piadoso, que aguardaba la consolación de Israel, y el Espíritu Beato estaba en él.
Por el Espíritu Beato le fue revelado que no vería la muerte hasta que viese a Cristo el Señor.
Movido por el Espíritu, vino al templo y, en el momento en que los progenitores entraron con el Niño Jesús, él también lo tomó en sus brazos, bendiciendo a Dios, y dijo: “Ahora, Señor, estás dejando fallecer en paz a tu siervo, según tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has listo enfrente de todos y cada uno de los pueblos, luz para luz de las naciones, y para gloria de tu pueblo Israel.”
José y María estaban asombrados de las cosas que se afirmaban sobre Jesús.
Simeón los bendijo y dijo a María, su Madre: “Este Niño será signo de contradicción, para ruina y salvación de varios en Israel; y una espada traspasará tu alma, y los pensamientos de muchos corazones van a ser descubiertos.” (Lc 2,22-35).
Tanto Simeón como Ana reconocieron en Jesús al Mesías aguardado y profetizaron el sufrimiento y la gloria que le sobrevendrían a Él ya la familia.
Es en la tradición de esta profecía que asimismo se fundamenta otra celebración conmemorada en esta fecha, la de Nossa Senhora da Candelária, o da Luz, o incluso 2 Nautas.
Reflexión de la Pía Sociedad Hijas de São Paulo (Paulinas)
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Cosas interesantes de saber el significado : Dios