Reflexión para el XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Reflexión para el XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

Los que pasan por la muerte ganan la filiación de la Vida, de Dios, y alcanzan la vida plena, sin límites, porque son hijos de Dios, de la inmortalidad y de la plenitud del Amor.
Padre César Augusto, SJ – Vatican News
La liturgia de este domingo afirma que podemos vivir como resucitados, pese al sufrimiento cotidiano.
Disponemos una vida y la amamos bastante, aun viviendo en situaciones difíciles. ¡Es bueno vivir!
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Sin embargo, tener una vida feliz y plena, o por el contrario, una vida infeliz, indudablemente terminará cualquier día. ¿Y ahí? Afirma un dicho: “No hay mal que dure para toda la vida, ni bien que jamás se acabe”, tanto la alegría como el exitación, después de ser vividos, son como nada. Solo quedan en la memoria.
De la misma manera, el dolor, la angustia, el sufrimiento, después de haber sido vivido por el hombre, es como si nada hubiera pasado, sólo queda el recuerdo. Si bien entendemos que en algunos casos los recuerdos -positivos o negativos- pueden dejar fabricantes imborrables.
¿Y nuestra vida, en su contexto, va a ser reducida a nada?
Algunos pensadores comentan que el hombre es ser-para-nada.
Pero, ¿qué dice la Sagrada Escritura?
La primera lectura de la liturgia de este XXXII Domingo del Tiempo Ordinario nos habla de resurrección, pero no como la comprendemos de Jesús, sino como avivamiento, una continuación mucho mejor de esta vida y solo para los justos, no para todos y cada uno de los hombres.
En el Evangelio podemos encontrar un grupo de judíos ricos, los saduceos que negaban la resurrección. Plantean una pregunta que sólo tiene sentido si, de hecho, tras la muerte tenemos un renacimiento, una continuación de esta vida, tal como es, y no la resurrección como la profesamos en el Credo.
Jesús nos comunica que los que pasan de esta vida a la eternidad son hijos de Dios, porque han resucitado. Los que pasaron por la desaparición han ganado la filiación de la Vida. Dios es vida y, por tanto, vas a tener una vida plena, sin límites. Son hijos de Dios, de la inmortalidad, de la plenitud del Amor.
Por consiguiente, de qué manera vivamos, cómo afrontemos las cosas buenas y las bien difíciles de esta vida, demostrará nuestra fe en la resurrección.
Va a ser como una exclusiva gestación en la que se genera el hombre espiritual, el que va a nacer a imagen de Dios, y por tanto su casa va a ser la del Padre.
Desde este momento tenemos la posibilidad de vivir como resucitados, nos dice san Pablo en la segunda lectura. Pese a los sufrimientos rutinarios, resistámoslos y pidamos al Señor que nos confirme en el consuelo eterno y en la feliz esperanza de la plena victoria de Cristo.
Hay otro dicho brasileño que tiene un espíritu muy católico, en el sentido de enfrentar las adversidades y creer en el cambio que seguirá al padecimiento: “Afronta tus caídas, no te desanimes, levántate, sacúdete el polvo, vuelve a subir. ¡arriba!”
Y para concluir con la Biblia, tenemos la posibilidad de rememorar lo que nos dice el Salmo 30:6: “El llanto puede perdurar una noche, pero la alegría vendrá al amanecer”.
Como esto:
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Esperamos que le gustara nuestro articulo Reflexión para el XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios