Reflexión para el X Domingo del Tiempo Ordinario – B
Dios maldice a la causa de la tentación, la serpiente, y conserva la enemistad entre el Mal y el Hombre, que va a salir victorioso por la Redención de Jesucristo, Dios nacido de Mujer.
Padre Cesar Augusto – Ciudad del Vaticano
La liturgia de este domingo nos transporta a pensar y festejar la unidad del Hombre, imagen y semejanza de Dios, Trinidad Una e Indivisa como celebramos el pasado domingo. Precisamente por eso, el hombre solo puede tener como interlocutor a Dios mismo, fruto de su creación, actualizada en la Encarnación del Verbo y en la resurrección de Jesús.
En Gn 3,9-15, primera lectura de la Misa, tenemos el relato del diálogo entre Dios y los primeros padres, inmediatamente después de haber cometido el primer pecado. Dios los busca, va tras ellos y provoca la confesión del pecado. Dios no los deja, sino que va en su ayuda, aunque estén en situación de pecado, sin el estado original de felicidad, como decimos el día de hoy.
Por otra parte, Dios maldice a la causa de la tentación, la serpiente, y perpetúa la enemistad entre el Mal y el Hombre, que saldrá victorioso por la Redención de Jesucristo, Dios nacido de Mujer.
El Evangelio del día, Mc 3, 20-35, nos introduce en el Mesías comunicado en la primera lectura. Muestra a un hombre exageradamente buscado por la gente al punto de no tener tiempo para comer y ser considerado ido por sus propios familiares. Los doctores de la Ley, es decir, la élite religiosa e intelectual, lo tenían como poseído por el demonio.
A esto llegan su madre y sus primos, pero no tienen la posibilidad de ingresar a la casa donde se encuentra. Aprovechando esta situación, el Señor decidió dar una dimensión trascendental a su relación consanguínea con María y sus primos.
Dice que los unen lazos más fuertes que la sangre. Esos lazos más fuertes son el compromiso de llevar a cabo la voluntad de Dios.
El Mesías anunciado superó las uniones familiares y consanguíneas y estableció la mucho más fuerte y eterna, que ha de ser, de hecho, el Hombre que hace la voluntad del Padre, como Él la logró, y no el “hombre adámico”, que logró su propia voluntad y, con ello, nos trajo la muerte. Jesucristo, el Hombre verdadero, el Mesías, el Redentor, nos trajo la vida eterna haciendo la voluntad del Padre.
Concluyendo nuestra reflexión, comentemos la segunda lectura, tomada de 2Cor 4, 13-5,1. Pablo nos charla de nuestra futura resurrección realizada por el Padre. Asimismo nos redacta para animarnos, en el momento en que nos encontramos afligidos, cuando nos damos cuenta de la decadencia de nuestro cuerpo, de su ruina exterior por los signos de la vejez, para alegrarnos y entusiasmarnos por el desarrollo del hombre interior. Veamos, ya que, a lo que no pasa, a las cosas invisibles, a las cosas de arriba. Un hogar eterno nos espera en el cielo.
Nuestra unidad, nuestra totalidad está relacionada a nuestra relación con la Vida y Dios es Vida. Con nuestra subordinación a las cosas materiales, vamos a estar condenados a la disolución, en tanto que su dios es el demonio”diábolos”, el que divide.
Fuimos hechos por la Vida y para la Vida, por Amor, por la Unión Eterna.
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y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios