Reflexión para el Quinto Domingo del Tiempo Ordinario
La luz brilla y Jesús nos llamó la luz del mundo. Debemos brillar en el planeta, iluminarlo para llevarlo al Señor. “Que vuestra luz brille frente la gente, para que vean las buenas obras que hacéis y alaben a tu Padre que está en los cielos”.
Padre César Augusto 2 Anjos SJ – Ciudad del Vaticano
“Comparte el pan con los hambrientos, acoge en su casa a los pobres y peregrinos. En el momento en que halles a un individuo desviste, cúbrela, y no desprecies tu carne. Entonces tu luz relucirá como la aurora y tu salud se recobrará mucho más de forma rápida; Tu justicia irá delante, y la gloria del Señor te proseguirá”.
Entendemos de este texto del profeta Isaías que el ayuno es solidaridad con el hambriento, es compartir el propio pan y nuestro techo. No hay culto a Dios además de la justicia social. Experimentamos a Dios a través del sufrimiento humano. Dios no nos pide que provoquemos mal y malestar en nuestro cuerpo. Nos solicita misericordia, compasión por los que sufren, solidaridad, comunicar los dones.
La privación que Dios nos pide no es un gesto de ascesis, de autodisciplina, sino de acogida del otro en la situación en que está, es compasión. El desarrollo espiritual no puede ser dirigido hacia uno mismo, sería estéril, pero cuando me privo para asistir al otro, por el bien del otro, por el bien de Dios y no de mí mismo, entonces crezco. No podemos confundir el ayuno católico, los ejercicios de abnegación con puras privaciones en las que me va mejor pues he dominado mi cuerpo, he gobernado mis deseos. Para ello, no necesitamos amar a nuestro prójimo oa Dios.
El deportista, la persona que cultiva su elegancia física, y la modelo asimismo se privan de alimentos, hacen bastante ejercicio, pasarán apetito en un Spa no por amor al prójimo oa Dios, sino por belleza, por salud, por vanidad. El dinero ahorrado de este ayuno, si se ahorró y no se gastó aún más, indudablemente no se dará a los pobres, sino que se gastará en productos que realcen el sacrificio hecho: ¡la belleza física!
Del mismo modo, algunos caminos espirituales que proponen una vida ascética, aun difícil, pero con el único objetivo de crecimiento y autodominio, se vuelven estériles –dentro de una visión judeocristiana– pues olvidan la auténtica dimensión espiritual que orienta el culto. el servicio espiritual a Dios materializándose en el servicio a el resto. Según Isaías, comunicar es la transfiguración de la persona, en el momento en que dice: “¡Entonces tu luz brillará como la aurora”!
En el Evangelio Jesús dice que sus discípulos son la sal de la tierra y la luz del mundo. ¿De qué manera comprender esto?
En el pasado, como por servirnos de un ejemplo en el libro de Números 18,19, está escrito “coalición de sal”, alianza que dura para toda la vida. No obstante, en el momento en que el Señor dice que somos “sal de la tierra” desea decirnos que somos aquellos en quienes Él confía para perpetuar Su amor, Su alianza entre los hombres, para construir el Reino de Justicia. Y la sal no pierde su sabor, advierte el Maestro, hablándonos de la necesidad de permanecer fieles a nuestra misión, en caso contrario, si perdemos su sabor, vamos a ser arrojados al suelo para ser pisados, despreciados, porque hemos perdido. nuestra sublime misión.
La luz reluce y Jesús nos llamó la luz de todo el mundo. Debemos brillar en el planeta, iluminarlo para llevarlo al Señor. “Que vuestra luz reluzca frente la gente, a fin de que vean las buenas obras que hacéis y alaben a vuestro Padre que está en los cielos”.
Esperamos que le gustara nuestro articulo Reflexión para el Quinto Domingo del Tiempo Ordinario
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios