Reflexión para el Domingo de Ramos

Reflexión para el Domingo de Ramos

Reflexión para el Domingo de Ramos

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“Anunciamos, Señor, tu muerte y proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!”, aclamamos en todos y cada consagración de pan y vino.

Padre César Agusuto, SJ – Vatican News

En este domingo, que abre la Semana Santa, la liturgia nos ofrece reflexionar sobre la entrada de Jesús en Jerusalén, para ser ovacionado como Hijo de David y para, pocos días después, ser juzgado y condenado como un gran criminal, un bandido que sublevado contra la gente.

Estamos llegando a la cima, la cima del Año Litúrgico, con la solemnidad de solemnidades que es la Pascua de la Resurrección del Señor, el próximo domingo. Escucha y comparte

Esta Semana reflexionemos sobre la distribución de Jesús en la Novedosa y Eterna Coalición, el jueves y sobre la pasión y muerte de Jesús, el viernes. Con el sábado como día de promesa, aguardando el cumplimiento de la promesa del Señor de que resucitaría, pasamos estos días al lado de la Virgen María, Nuestra Señora de los Dolores, Madre de la Promesa, en el hogar, aguardando la Vida Nueva.

Esta Semana Santa 2021, de la misma el año pasado 2020, tendrá sus diferentes celebraciones, en muchas ciudades serán retransmitidas en línea, con todos los fieles laicos en casa, resguardándose de la pandemia. Esto suscita en nosotros el sentimiento de meditación y contemplación, en tanto que nada será fundamento de distracción, sino la unión con Cristo que sufre su pasión, también en los hermanos enfermos y, muchos, agonizantes, aparte de estar presente en aquellos que hacen el papel del cireneo, los médicos y enfermeras y todos los del área de la salud, que se llenan directa o de forma indirecta en favor de los que sufren.

Observaremos también a la Virgen Dolorosa en la gente que, afligidas, acompañan desde lejos el sufrimiento de los seres queridos, los que son importantes en sus vidas. ¿Por qué no mencionar a esas personas que, como María, otras mujeres, João Evangelista y José de Arimatea, hacen un cortejo fúnebre, si bien sea con el corazón, y entierran o incineran los cuerpos de sus seres queridos?

Esta semana será Santa en todos los sentidos. Vivamos en la dimensión unitiva con todos los que sufren en nuestro mundo.

La primera lectura de la misa de este domingo, tomada de Isaías 50, 4-7, empieza diciendo que el Señor le dio al personaje primordial del texto la aptitud de consolar a una persona abatida y de percibir, como un discípulo. Al tiempo, el protagonista padece agresiones e insultos, pero no se desanima pues sabe que el Señor es su asistencia y no va a ser humillado por esta situación indignante. La escena se puede aplicar a Cristo, en su pasión, ya nosotros, en ocasiones de profundo sufrimiento. La promesa en Dios permanece. El Señor no puede librarnos de las humillaciones y los insultos, pero nos libera en esta situación y nos sostiene, pese a las vejaciones, con nuestra intocable dignidad. El salmo responsorial, Sal 21(22) detalla trágicamente lo que le pasa a la Sierva del Señor, pero será el Sal 23(22) el que nos hablará del sentimiento más profundo a lo largo de la experiencia del sufrimiento atroz: “Aunque camino en el valle más tenebroso no temo mal alguno, por el hecho de que tú estás conmigo… mi morada es la casa del Señor por días sin fin.”

En la segunda lectura, tomada de Filipenses 2, 6-11, São Paulo nos charla explícitamente de Jesucristo cuando hizo la kénosis de sí, es decir, en el momento en que se despojó de la condición de Hijo de Dios para llenarse de la condición de un ciervo y hacerse igual a los humanos.

Vivimos esta entrega del Señor en todos y cada Eucaristía, donde Él toma nuestro sitio y, siendo hombre y Dios, hace una exclusiva y eterna coalición con el Padre, renovada con cada sí dado al Padre, en el momento en que nos dejamos a nosotros y aceptamos morir y abrazar la vida novedosa.

El Jueves Santurrón y el Viernes Santurrón festejan en especial esta entrega del Señor, que puede hacerse asimismo, poco a poco, la nuestra, cuando conscientes el día de nuestro Bautismo, damos el Sí extremista al Señor de la Vida, en cada contrariedad lo repetimos, hasta el Sí absoluto dado en el instante de nuestra muerte.

“Anunciamos, Señor, tu muerte y proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!”, aclamamos en cada consagración de pan y vino. Allí está la esperanza, o mucho más bien, la certeza de que la vida va a dar su última palabra con la resurrección. El Señor ya es aclamado, y el nuestro, entrelazado con el Suyo.

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y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios