Reflexión para el 7º Domingo del Tiempo Ordinario

Reflexión para el 7º Domingo del Tiempo Ordinario

El Evangelio fortalece esta iniciativa.

Pide de los seguidores de Jesús un corazón siempre y en todo momento libre para perdonar, para acoger, para tender una mano, sin importar lo más mínimo quién esté del otro lado.

La liturgia de este domingo nos pide un amor total, un amor sin límites, aun hacia nuestros contrincantes.

Nos sugiere ir a dejar de lado la lógica de la violencia y reemplazarla por la lógica del amor.

La primera lectura nos muestra el ejemplo preciso de un hombre de corazón magnánimo (David) que, frente a la oportunidad de eliminar a su enemigo, opta por el perdón.

La segunda lectura continúa la catequesis iniciada hace algunos domingos sobre la Resurrección.

Tenemos la posibilidad de enlazarlo con el tema central de la Palabra de Dios de este domingo – el cariño a los enemigos – diciendo que es en la lógica del amor que preparamos esa vida plena que Dios nos reserva; y ese amor vivido con radicalidad y sin límites es aviso de ese nuevo planeta que nos espera alén de esta tierra.

El Evangelio refuerza esta iniciativa.

Exige de los seguidores de Jesús un corazón siempre libre para perdonar, para acoger, para tender una mano, sin importar quién esté al otro lado.

No se trata de querer sólo a los miembros del propio grupo popular, de nuestra raza, de la propia gente, de nuestra clase, partido, iglesia o club de fútbol; hablamos de un amor sin discriminación, que nos transporta a ver en cada persona –aun en el enemigo– a nuestro hermano.

San Gregorio Magno ha dicho en sus sermones: te pedimos que tomes la vida de nuestros enemigos.

Todo el que ora así, con sus oraciones, está resistiendo al Creador.

Por eso dicen de estos lo que dijo el profeta real: Que vuestra oración se transforme en pecado.

Convertir la oración en pecado es soliciar aquellas cosas que la persona a quien le andas pidiendo le prohíbe… De ahí que la Verdad dice: Cuando te levantes a rezar, si tienes algo contra alguien, perdónalo primero…

Para obtener lo que precisamente solicitamos, es requisito que nuestro espíritu no se nuble en la oración por el odio de nuestro enemigo… ¡Nuestros labios oren por los que nos odian, y Dios quiera que nuestro corazón los ame! Rezamos a menudo por ellos, pero mucho más para cumplir el precepto de Dios que por caridad.

Porque pedimos por la vida de nuestros contrincantes y tememos ser escuchados.

Pero como nuestro juez interior escucha mucho más nuestra intención que nuestras palabras, nada solicita a favor del enemigo que no ora en su favor por caridad…

“Pero nuestro enemigo nos falló con seriedad, nos perjudicó.

Le asistimos y él nos hirió, y por el cariño que le probamos nos persiguió”.

Todo lo mencionado estaría en su lugar si no tuviésemos pecado, por el que debemos soliciar perdón constantemente.

Nuestro Letrado ha compuesto para nosotros el alegato que tenemos que alegar en nuestra causa.

Él es tanto su juez como su abogado.

Nos indicó la condición que debe tener nuestra oración con estas expresiones: Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Esperamos que le gustara nuestro articulo Reflexión para el 7º Domingo del Tiempo Ordinario
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Biblia