Reflexión para el 20º Domingo del Tiempo Ordinario

Reflexión para el 20º Domingo del Tiempo Ordinario

Reflexión para el 20º Domingo del Tiempo Ordinario

La Sagrada Escritura afirma que la paz es un don mesiánico y que la función del Mesías es asesorar los pasos de los hombres “por el sendero de la paz”. ¡Él es el mensaje de paz por excelencia!

Noticias del Vaticano

El Evangelio de este 20º Domingo del Tiempo Ordinario define la misión de Jesús como “traer fuego a la tierra” para redimir el pecado y ofrecer nacimiento a una nueva era. No obstante, la propuesta de Jesús parece traer “división”, ya que es una iniciativa exigente, que provoca oposición entre muchos. De hecho, Jesús dijo: “Fuego vine a traer a la tierra, ¡y cómo quisiera que ya estuviese encendido!”

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En el Viejo Testamento, el fuego representa un factor de la teofanía, usado para representar la santidad divina. En el lenguaje de los profetas, el fuego también resalta la imagen del castigo de las naciones pecadoras: mientras castiga, el fuego asimismo vence al pecado. De este modo, hace aparición como un factor de purificación y transformación. En este contexto, el fuego tiene un poder transformador, y de él nacerá un novedoso universo de justicia y paz.

La Sagrada Escritura afirma que la paz es un don mesiánico y que la función del Mesías es guiar los pasos de los hombres “por el sendero de la paz”. ¡Él es el mensaje de paz más especial! Cristo Señor, como redacta San Pablo, “es nuestra Paz”. En el Viejo Testamento, Jesús es anunciado como el “Príncipe de la Paz” ya él le correspondía anunciar la paz a los pueblos. Desde su nacimiento, los ángeles han comunicado: “Paz en la tierra a los hombres de buena intención”. Y, tras su resurrección, se hace aparición a sus Apóstoles diciendo: “La paz sea con nosotros”.

Sin embargo, el mensaje que Jesús trae a la humanidad nos interpela: unos lo acogen de forma positiva, otros lo rechazan. Como resultado, aun en la actualidad hay división y lucha, incluso en nuestras familias.

Por lo tanto, quien quiera seguir a Jesús y comprometerse con la verdad, sin dudarlo, debe saber que se encarará a los contrarios y tristemente se convertirá en un signo de división entre las personas.

Parece bien difícil conciliar paz y división. De ahí que, para comprender el mensaje del Evangelio de este domingo, no debemos olvidar otra afirmación de Jesús: “La realidad les va a hacer libres”. Y añadió: “Yo soy el Sendero, la Verdad y la Vida”.

La paz que Jesús trajo a la raza humana no es sinónimo de la simple sepa de enfrentamientos. Al contrario, es el fruto de una lucha incesante contra el mal. El combate al que se encara Jesús no es contra los hombres o los poderes humanos, sino contra Satanás, el enemigo de Dios y del hombre. Quien resista a este enemigo continuará leal a Dios, pero tendrá que confrontar a incomprensiones y, en ocasiones, incluso a verdaderas persecuciones.

Por eso, en este segundo domingo de agosto, añadamos a la liturgia la figura de la Virgen María, Reina de la Paz, que compartió los sufrimientos de su Hijo Jesús hasta la muerte. Invoquemos su protección materna, a fin de que nos ayude a ser siempre y en todo momento “testigos” de la paz de Cristo; que nos ayude a sostener la mirada fija en Jesús ahora seguir sus huellas, aun en las adversidades de cada día. Como Madre, María se digne siempre interceder por nosotros y por el planeta entero, para que tengamos un futuro no de odios y guerras, sino de fraternidad, amor y paz.

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Cosas interesantes de saber el significado : Dios