¡Quédate conmigo Señor!

Quédate Señor conmigo, por el hecho de que necesito de tu presencia para no olvidarte. Tú sabes lo fácil que puedo abandonarte. Quédate Señor conmigo, pues soy débil y necesito de tu fuerza para no caer. Quédate conmigo Señor, pues tú eres mi vida, y sin ti pierdo el fervor. Quédate Señor conmigo, porque tú eres mi luz, y sin ti reinan las tinieblas. Quédate Señor conmigo, para mostrarme tu voluntad. Quédate Señor conmigo, para que pueda escucha tu voz y te prosigo.Quédate Señor conmigo, que deseo amarte.Quédate conmigo, Señor, si quieres que te sea leal.Quédate conmigo, Señor, que por pobre que sea mi alma, deseo para que se transforme en un lugar de consuelo para Ti, un nido de amor conmigo, Jesús, que se hace tarde y el día está llegando a su fin; la vida pasa, y la desaparición, el juicio y la eternidad se aproximan. Necesito que renueves mi energía y no me detenga en el camino. Se hace tarde, la desaparición avanza y tengo miedo a las tinieblas, a las tentaciones, a la falta de fe, a la cruz, a la tristeza. Oh, cuánto te necesito, Jesús mío, en esta noche del destierro, quédate conmigo esta noche, Jesús, por el hecho de que durante la vida, con todos sus riesgos, te necesito. Haz, Señor, que yo te reconozca como te reconocieron tus acólitos al partir el pan, a fin de que la Comunión Eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga, la única alegría de mi corazón. , pues en la hora de la muerte quiero estar unido contigo, si no por la Comunión, al menos por la felicidad y el Amor. Quédate conmigo, Jesús. No pido consuelos divinos, pues no los merezco, sino más bien solo el don de tu presencia, ¡ah, eso te lo suplico!, quédate conmigo Señor, que solo a ti busco tu amor. tu felicidad, tu voluntad, tu corazón, tu Espíritu, pues te amo, y la única recompensa que te solicito es poder quererte cada vez más. Como este amor decidido, quiero amarte con todo mi corazón mientras esté en la tierra, para proseguir amándote de manera perfecta por toda la eternidad. Amén ¡San Padre Pío, ruega por nosotros!