¿Qué es la Cuaresma para los cristianos?
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El tiempo de Cuaresma no siempre estuvo organizado como lo tenemos el día de hoy.
El tiempo de Cuaresma se fue desarrollando poco a poco en la narración de la Iglesia. Alrededor del año 200 dC, las comunidades cristianas comenzaron a prepararse para la Pascua con 3 días de oración, ayuno, meditación y penitencia.
Posteriormente, a partir del siglo IV, la Iglesia amoldó y amplió este periodo de preparación a la Pascua.
Hasta llegar al siglo XI, y es exactamente en el siglo XI que se define la composición de la Cuaresma, y es esta estructura la que estamos empleando el día de hoy.
Tenemos un periodo de aproximadamente 40 días para estar listos para la Pascua, que es la primordial celebración católica que celebramos.
¿Qué representan los 40 días de Cuaresma?
Los 40 días en realidad provienen de la simbología bíblica misma, por el hecho de que en la Sagrada Escritura el número 40 es un número importante.
Por exemplo: o dilúvio teve a duração de 40 días, durante 40 anos o povo de Israel caminhou pelo deserto, os habitantes de Nínive fizeram penitência durante 40 días para alcançar o perdão de Deus, o profeta Elias caminhou a lo largo de 40 días até chegar na montanha de Dios.
Pero todos estos elementos son secundarios, porque el elemento primordial usado por la Iglesia, el principal período de 40 días usado por la Iglesia para estructurar la Cuaresma que festejamos y que empieza desde el Miércoles de Ceniza es exactamente el mismo Jesucristo.
Jesucristo ayunó durante 40 días y 40 noches para empezar su historia pública, para empezar la proclamación del Beato Evangelio, y al final de ese periodo, el demonio se aproxima a Jesús, por el hecho de que Jesús era realmente Dios y verdaderamente hombre, para tentarlo. él.
De ahí que, como Jesucristo, la Iglesia nos propone este periodo de preparación a la Pascua. La Cuaresma no es un período cronológico de 40 días. Si cogemos el calendario y contamos los días que faltan para que llegue Semana Santa, observaremos que no son 40 días cronológicos.
La Cuaresma es un tiempo llamado kairos. Kairos es el tiempo de Dios. Entonces poseemos un periodo cronológico de precisamente un tanto más de 40 días, pero nosotros, en verdad, a lo largo de ese tiempo, festejamos kairos, festejamos el tiempo de Dios, deseamos ingresar en el tiempo de Dios y queremos presenciar el tiempo de Dios.
El tiempo de Cuaresma, por consiguiente, es un tiempo de preparación para la Pascua, y la Pascua es la mayor de todas las celebraciones que celebramos en nuestra fe católica.
Bueno, si la Pascua es la celebración mucho más grande y también importante de la cristiandad, entonces la preparación para la Pascua debe coincidir con lo que iremos a festejar.
Así que nuestra preparación no debe ser simple. Este período de esos 40 días no ha de ser como los otros períodos que atravesamos y vivimos, este período es un período profundo de preparación de nuestro corazón para celebrar la Pascua.
Y queremos en este período preparar nuestro corazón, poner en orden nuestra vida espiritual, purificar nuestra alma para celebrar la Pascua.
Y todo esto lo haremos por medio de lo que llamamos los ejercicios espirituales de Cuaresma.
¿Cuáles son los ejercicios espirituales de Cuaresma?
¡Son las penitencias!
Jesús, en el evangelio según Mateo, capítulo 6, indica 3 prácticas penitenciales: la oración, el ayuno y la limosna.
Pero de todos modos existen muchas otras prácticas en las que cada uno de nosotros (y lo idóneo sería precisamente eso) pensamos: ¿cuál ha de ser mi práctica o prácticas penitenciales durante este período de Cuaresma?
Pero, ¿qué es la penitencia de todos modos?
¿Es la penitencia simplemente una práctica de mortificación externa? No. No es solo eso.
Aunque la penitencia trae consigo una práctica exterior, no es este el significado y el sentido más exacto de la penitencia, por el hecho de que la esencia de la penitencia es en realidad interior, o sea, tenemos la posibilidad de decir que las prácticas exteriores sin penitencia interior no valen nada, pues la práctica exterior, sin conversión del corazón, no posee valor.
La penitencia de Cuaresma llama a la unidad, al matrimonio entre la conversión interna y la práctica externa que efectuamos. De todos modos, van de la mano porque la penitencia es una predisposición que inclina al pecador a expiar sus pecados, pues el pecado forma una ofensa contra Dios.
De esta forma, la penitencia es una práctica exterior que tiene por objeto educar nuestra vida en vista de un bien espiritual.
Si hacemos una práctica externa que no está destinada a nuestro bien espiritual, no es penitencia. Era, quizás, una suerte de sacrificio, pero la penitencia de Cuaresma, el pensamiento de la Iglesia, el pensamiento penitencial de ese tiempo, es precisamente eso: una práctica que tiene como objetivo educar nuestra vida espiritual, pues la penitencia es esa predisposición, que , por lo tanto, llama a una vida pura y santificada frente Dios.
La práctica penitencial puede comprenderse como algo que hacemos o como algo que nos abstenemos de llevar a cabo.
Por servirnos de un ejemplo: si eres muy aficionado a cierto deporte, entonces quizás tu penitencia a lo largo de este periodo sea privarte de ese deporte o es posible que tu penitencia sea llevar a cabo algo que no te gusta hacer, pero recuerda: tanto como te privas, como en el momento en que lo haces, lo que ha de estar en juego aquí es el bien espiritual que necesitas para vivir interiormente.
Tomemos un caso de muestra.
No significa sencillamente realizar uno o mucho más sacrificios, sino que siempre y en todo momento es un sacrificio en vista de algo bueno. Al tiempo que hago esa práctica externa, debemos vivir la experiencia interna de nuestra conversión.
La práctica cuaresmal, por tanto, no es solo llevar a cabo algo externo, sino más bien llevar a cabo algo de afuera y al mismo tiempo vivir la experiencia de la conversión interna.
Imagínese un individuo que durante la Cuaresma tomó la decisión de no comer dulces durante la Cuaresma, disfrutando bastante comer dulces, pero imagínese si esa persona es desengañada con sus hermanos, ¿de qué sirvió cortar los dulces? Corta el dulce y parece que al cortar el dulce queda amargo. No ayudó.
Carece de sentido la práctica externa si la práctica interna no sucede.
Imagínate un individuo que a lo largo de este período escoge renunciar a algo que le agrada bastante y que a lo largo de la cuaresma no hará tal cosa, lo dejará, pero por otro lado tiene una lengua que se muerde, no uno escapa de su lengua, no, era mejor ayunar de la lengua, agradaría mucho más a Dios que sencillamente no realizar algo que disfrutas.
De nada sirve hacer sólo la práctica externa, la práctica externa debe ir acompañada de una conversión interna pues, al final de cuenta, ¿qué gusta a Dios? ¿Es simplemente dejar de comer? No. Pero le garantizamos un pequeño sacrificio, cercano al sacrificio que hizo por todos nosotros en la cruz, y Nuestro Señor está complacido con lo que sucederá en el corazón de cada uno de nosotros.
Imagina un individuo que decidió ayunar toda la Cuaresma, pero esa persona no excusa una ofensa que padeció de alguien. Jesús afirma, en su palabra, que en el momento en que vamos a dar nuestra ofrenda a Dios, si tenemos un hermano que tiene algo contra nosotros, no entreguemos tu ofrenda, primero ve allí, reconcíliate con tu hermano y después presenta tu ofrenda a Dios, eso es la Cuaresma.
La Cuaresma es una exigencia, no es un pasar el tiempo, el que quiere pasar el tiempo no va a celebrar la Cuaresma, pues la Cuaresma pide que la persona confronte su historia con la palabra de Dios, y al confrontarla pide un cambio de vida de la persona, de su accionar, en caso contrario haremos solo lo de afuera, y solo lo externo no purifica el corazón, no nos deja festejar la Pascua con dignidad, y quien afirma esto es Dios mismo “hay de nada sirve rasgar las propias vestiduras, vuestros corazones deben ser desgarrados” Joel 2:13.
Por tanto, la acción penitencial solo tiene valor cuando la práctica exterior va acompañada de esta intención y esta buena intención se transforma en nuestra vida en conversión.
¿Cuál es el resultado final que la Cuaresma espera lograr en nosotros?
¡La conversión!
¡Eso es lo que Dios desea! Pues al final de cuenta, eso es lo que agrada a Dios: la conversión de nuestro corazón.
El objetivo final de nuestra vida es el Cielo. El cristiano, por tanto, es aquel que, mediante todos los actos de su vida, tiene como objetivo último y final el Cielo, por lo que todo sacrificio merece la pena para alcanzar el Cielo.
El fin último de nuestra vida es lograr precisamente esta enorme felicidad que Dios nos ha prometido. De ahí que este tiempo de Cuaresma es un tiempo tan rico. Este tiempo de Cuaresma es propicio a fin de que nos examinemos, eso es la Cuaresma, miramos dentro de nosotros.
La persona humana es muy buena para comprender la vida del otro, pero en Cuaresma es el instante de cuestionarnos de qué forma somos. nuestra vida ¿le gusta a Dios? ¿Agrada mi palabra a Dios? ¿Agrada mi accionar a Dios? Por el hecho de que Dios lo ve todo, Él lo sabe todo.
Entonces lo que importa es que nuestra vida sea interesante a Dios. De día o al amanecer. Con alguien observándonos o sin que absolutamente nadie lo sepa. Lo que importa es entender que estamos en la presencia del Señor, todos los días, en todos y cada instante de nuestra vida.
Eso es exactamente lo que es la Cuaresma. Revisar las contradicciones de nuestra vida y corregirlas.
En el evangelio según Mateo, capítulo 6, Jesús nos sugiere ir a llevar a cabo todo lo mencionado a través de esas tres prácticas que nos enseñó: la oración, el ayuno y la limosna. Y si te fijas, en todo instante Él afirmaba: “Entra en tu aposento y ora a tu Padre que está en lo misterio. Tu Padre sabe lo que necesitas antes que lo pidas”. Mateo 6, 6.8
A lo largo de la Cuaresma, todos nosotros podremos crear nuestras propias penitencias, recordad esto, lo importante va a ser sugerir a Dios algo que nos cueste, pero que a la vez sea del agrado de Dios y que sea fruto de nuestra conversión.
No nos transformamos al fin y al cabo, al fin y al cabo, pero es esencial cada día dar un paso hacia la conversión.
La imposición de la ceniza que tiene lugar en la misa del Miércoles de Ceniza tiene exactamente este carácter, recordándonos que somos pecadores y que requerimos transformarnos cada día.
Por último, al iniciar la Cuaresma, que todos sepamos llevar a cabo un óptimo empleo espiritual de este tiempo litúrgico que iremos a festejar. Esto es lo que nos enseñaron los llamados Padres de la Iglesia, los Padres del segundo siglo de la Iglesia, ellos decían: “Puesto que por la edad ya no agradamos a Dios en la inocencia, agradémosle entonces, en la penitencia” .
Que nuestra penitencia, durante este tiempo de Cuaresma, sea verdaderamente interesante a los ojos de Dios.