¿Qué causa la distracción espiritual?

Vivimos en un mundo ajetreado que nos proporciona interminables distracciones de nuestra fe. Cuando nos distraemos de nuestra fe, nos separamos de Dios. Piensa en tu fe como un impulso. ¿Quién quiere estar en un coche con un conductor distraído? Pueden pasar todo tipo de cosas. Echas de menos tus salidas. Te sales de la carretera. Tomas un giro equivocado. No es diferente en nuestra fe. Hay todo tipo de distracciones espirituales que nos llevan por todo tipo de caminos equivocados y nos alejan de Dios. Aquí hay algunas causas comunes de distracción espiritual:

Nosotros mismos

Somos humanos, y tendemos a ser muy egocéntricos. Es fácil para nosotros perdernos en nuestros problemas y en nosotros mismos hasta el punto en que perdemos de vista a Dios. Cuando nos enfocamos demasiado en nosotros mismos, ya no nos enfocamos en Dios. Obviamente, Dios nos ama y quiere que nos cuidemos, pero nos diseñó para algo más que cuidar de nosotros mismos. Él también quiere que nos cuidemos unos a otros y que lo amemos. La próxima vez que estés en oración, recuerda que parte de tu tiempo con Dios debe estar enfocado en los demás, y no te permitas ser tu propia distracción espiritual.

lujuria y amor

A la gente le gusta pensar que la lujuria y el amor son solo problemas de adolescentes, pero no lo son. No importa cuán viejo o joven seas, la lujuria y el amor son grandes distracciones espirituales. A menudo nos encontramos pensando en enamorarnos antes de pensar en Dios. Nos encontramos perdidos en fantasías románticas o distraídos por la pornografía. Incluso podemos perdernos en nuestro compañero de citas hasta el punto de que ya no nos enfocamos en nuestra fe y solo nos enfocamos en la otra persona. Las rupturas también pueden ser una gran distracción mientras nos sumergimos en la tristeza. Los cristianos están muy enfocados en el matrimonio, y el deseo de casarse también puede ser una gran distracción de Dios y Su propósito para nuestra vida.

Entretenimiento

Nos gusta estar entretenidos. La televisión, las películas, los libros… todos proporcionan un escape de nuestra vida cotidiana. No hay nada que diga que no podemos brindarnos un pequeño descanso de la realidad al entretenernos, pero cuando ese entretenimiento se interpone en el camino de nuestra fe, se convierte en una distracción espiritual. Tenemos que priorizar lo más importante. ¿Deberíamos ir a ver esa película o ir a la iglesia? Si estamos eligiendo el entrenamiento sobre Dios, hemos cedido a nuestras distracciones.

Cosas

Nuestro mundo es uno que promueve tener cosas. Cada semana parece haber un nuevo dispositivo que todos necesitamos en nuestras vidas. Es importante que aprendamos la diferencia entre lo que necesitamos y lo que queremos. Cuando mantenemos nuestra perspectiva de las necesidades frente a los deseos, las cosas de la vida se vuelven mucho menos distraídas de nuestra relación con Dios. Las cosas en esta vida solo están aquí por un corto tiempo, pero Dios es eterno, y nuestra vida eterna con Él debe ser nuestra prioridad.

escuela y trabajo

Todos necesitamos ir a la escuela y mucha gente necesita trabajar. Son una parte esencial de nuestras vidas, pero también debemos tener cuidado de no permitir que nos distraigan de nuestra fe. Ahora, la fe no nos da una excusa para abandonar la escuela o no estudiar. Para evitar las distracciones que pueden causar la escuela y el trabajo, debemos administrar mejor nuestro tiempo. Tenemos que asegurarnos de hacer lo que tenemos que hacer a tiempo para que podamos dedicar el tiempo que Dios necesita de nosotros. Algunas distracciones espirituales son causadas simplemente por una mala gestión del tiempo.

Servicio

Incluso servir a Dios puede proporcionar una distracción espiritual. Claro, podemos estar trabajando para Él, pero a veces perdemos de vista a Dios en nuestro deseo de ser buenos siervos. Un buen ejemplo de esta situación es Martha. Ella se resintió porque su hermana, María, no la estaba ayudando en la cocina cuando Jesús vino a visitarla. Sin embargo, Jesús le recordó que Él tenía que ser lo primero, no el trabajo de la cocina. Su corazón no estaba en un lugar piadoso. Cuando estamos haciendo la obra de Dios, Dios debe ser la razón detrás de lo que hacemos.