RELIGION CRISTIANA

Proyecto Nuestros Niños: 10 años construyendo el

Luanda Angola) – La paz es fruto del Amor, un amor que se crea con compasión en el corazón de las personas que lo reciben. La paz a lo largo de 30 años fue anhelada, soñada y deseada por todo el pueblo angolano. 30 años de guerra civil es demasiado para destruir estructuras físicas y dispersar valores, incluida la Paz. Una nación que no posee paz no vive, vegeta. La paz es fundamental y es esa paz construida, enseñada y vivida durante 10 años, que el Proyecto Nosso Miúdos festeja el 31 de enero de 2012.

El 31 de enero (2012) el proyecto “Nossos Kids” festeja sus 10 años de existencia con mucha alegría. Este proyecto, que todavía es un niño, un niño, ya llevó la paz a varios pequeños desprotegidos, ya sea por la guerra o por el abandono de sus familias. En este sentido, quisiese invitarlos a entender este hermoso emprendimiento que los franciscanos mantienen en Luanda (Angola). El franciscano de Minas Gerais, fray Márcio de Araújo Terra, el misionero mucho más antiguo de la Misión franciscana en tierras angoleñas, es el padre de este emprendimiento. En sus maletas, cuando llegó a Angola en 1999, fray Márcio traía el deseo de colaborar con este pueblo que tanto sufría. Transcribo aquí su alegato sobre su primera experiencia pastoral, que tiene bastante que ver con este emprendimiento, ya que de esa experiencia brotó la inspiración para hacer esta esencial obra.

“Después de este periodo inicial de bastante estancamiento, se me ofreció la primera ocasión pastoral. Sucedió gracias a las Hermanas Franciscanas de São José, que comenzaban sus actividades en Roque Santeiro, el mercado al aire libre más grande de África. Niños y jóvenes que huyeron de las más distintas zonas de Angola, miedosos de la guerra, terminaron haciendo de Roque su hogar. Es curioso comprender que muchos de estos niños llegaron a Luanda en vuelos militares. Los militares, sintiendo lástima por los niños, los dejaron subir a sus aviones y después los liberaron en Luanda. La parroquia allí forma parte a los salesianos. Como es una parte del carisma salesiano cuidar de los niños y jóvenes, se comprometieron a desarrollar muchas ocupaciones con estos niños y jóvenes. Sin embargo, como los trabajadores eran pocos, fui acogida en un equipo que, con laicos de la parroquia y con las Hermanas de San José, acompañaría a estos conjuntos. Estuvo muy interesante. Las ocupaciones de campo se hicieron todos los domingos y lunes. Otros días fueron asambleas separadas de evaluación, planificación y capacitación. Cuando las reuniones eran de noche, yo no podía ayudar porque había toque de queda. Todos los domingos íbamos a Roque sobre las 13h. Fue la época en que acabaron las actividades comerciales. Algunas mamas, que vendían allí y que eran católicas, cedieron sus puestos, donde hicimos una fiesta de la palabra. Pero fue bien difícil, por el hecho de que todos tenían muchas ganas de volver a sus viviendas, aunque la propuesta era bien interesante, pues pretendía ofrecer a los cristianos católicos la oportunidad de cumplir allí mismo su precepto dominical. Cada lunes nos reuníamos con niños y jóvenes. Era el día del oratorio salesiano. Fue allí donde tuve la primera oportunidad de ingresar en contacto directo con muchos pequeños y adolescentes que vivían las duras consecuencias de la guerra: el abandono total”. El abandono total es algo que le quita la paz al corazón a alguno, más aún a los niños que se están formando para la vida. Este sentimiento tocó intensamente el corazón de Fray Márcio, y para traer algo de paz al corazón de estos pequeños, el misionero franciscano comenzó a pensar en la posibilidad de un hogar. Casa que acogería y reintegraría a la familia. Precisamente, el minero tendría un gran desafío que superar.

Con el apoyo de Missionszentrale der Franziskaner, se adquirió una casa a viejos colonos portugueses, una ‘villa’, como afirma en el frente de la casa. Un hogar para pequeños de la calle, esta casa de pocas habitaciones albergaría a unos 20 niños. Los muebles y el equipamiento de la casa fueron donados por un sacerdote de Alemania, y durante el primer año Caritas Francia proporcionó el dinero para la nutrición.

Después de una selección anterior, el 31 de enero de 2002, se inauguró el Proyecto Nosso Miúdos, que según su fundador, “esto se hizo con valor y cara”. Hay un proverbio popular que afirma que si es la intención divina se procederá. Tanto fue conque este mes cumple 10 años de vida, de bastante trabajo, desafíos y barreras superadas. Entre los retos era volverse autosostenible. “Si el director de una institución infantil prosigue pidiendo aquí y allí elementos para respaldar su trabajo, indirectamente enseña a los pequeños a pedir”, dice Frei Márcio. Fue entonces en el momento en que lograron acompañamiento para obtener maquinaria y montar una pequeña escuela de panadería y repostería. Este sería un medio profesional para los adolescentes que allí vivían, y con la venta de pan, habría acompañamiento para la vivienda.

El Emprendimiento Nosso Miúdos tiene hoy una panadería instalada con excelente maquinaria, gracias a la inversión que recibió de la compañía brasileira Petrobrás. Como resultado, el día de hoy los chicos del proyecto, solo los mayores, tienen la posibilidad de aprender el arte de la repostería y sentirse importantes al poder corresponder el cariño recibido. En promedio, 1800 panes son producidos todos y cada uno de los días y vendidos a guarderías y escuelas de Luanda, así como a los vecinos.

La meta de este emprendimiento es acoger y agarrar a los pequeños abandonados y facilitarles la reinserción tanto en la sociedad como en la familia. La casa solo acoge chicos de entre 9 y 19 años. Al principio, la mayoría de los niños eran los que escapaban de la guerra. Con el final de la guerra, este número se fusionó con otro fenómeno común en Angola, el de los pequeños acusados ​​de brujería y que fueron dejados por sus padres. Según Frei Márcio, en este último caso siempre es más bien difícil reintegrarse a la familia, ya que la civilización local cultiva bastante la creencia de que los niños son hechiceros y pueden ocasionar daño a la familia.

Hoy, el emprendimiento atiende a 20 niños, entre pequeños y adolescentes, además de los que se fueron de casa y siempre vuelven, ya que sienten que esa asimismo es su casa. El cariño, la educación, la formación y los valores que reciben en el emprendimiento les dejan transformarse en ciudadanos conscientes y ser activos transformadores de la sociedad.

Entre los puntos fuertes de este proyecto es el cultivo de estudios. Todos los niños van a la escuela. “Les gusta y se esmeran por ir a la escuela. Eso no es inconveniente”, afirma Frei Márcio. La educación tiene el poder de transformar la sociedad, ya que planta la semilla que dará frutos mañana. Si sembramos paz, cosecharemos paz. Tal es el cultivo de este hogar de pequeños. Cada día se siembra paz.

El Emprendimiento Nosso Miúdos, que está ubicado en el vecindario Palanca de la ciudad más importante nacional, es todavía un niño, 10 años es poco, pero muchos niños se favorecieron, varios, muchos, salvaron la vida y la paz se plantó en sus corazones por medio de querer. Ciertamente, aquí podemos decir, son 10 años construyendo la paz. Nuestros pequeños. Nuestra Riqueza.

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