Deseo compartir ciertas de mis primeras impresiones y experiencias en tierras peruanas. Ha sido un momento riquísimo de capacitación, vida fraterna, convivencia con los hermanos, conocimiento de la verdad y también historia de la presencia franciscana en el Perú, especialmente de la Provincia Misionera de San Francisco Solano. El Ministro Provincial, Fray Mauro Valejjo nos acompañó a Requena (sede de la Misión Amazonía de la Orden de los Frailes Inferiores); está atento y presente, de hecho, todos y cada uno de los hermanos han sido atentos y acogedores.
Los seis misioneros de la nueva fraternidad llegaron a tiempo. Algunos incluso llegaron antes. La llegada y recepción en Lima fue muy sencilla, pero muy fraterna y cordial. Ahora el día de la llegada, un fraile adulto mayor nos obsequió un libro de más de 700 páginas, el séptimo volumen de una colección sobre la “Historia de las Metas Franciscanas en el Oriente del Perú”. Nuestro alojamiento fue en el “Centro Misional”. Inmediatamente me llamó la atención visto que la Provincia haya desarrollado su propia estructura (es parte del estatuto de la Provincia) para recibir, acoger y apoyar a los misioneros de los tres vicariatos de la selva peruana confiados a la Provincia. Al tiempo que tiene intimidad e independencia física, estimula la convivencia fraterna con la comunidad.
Enviamos la documentación precisa, participamos del encuentro de capacitación permanente de los hermanos de la Provincia, con el tema “La Novedosa Evangelización con enfoque franciscano”, pasamos los exámenes médicos, tomamos las vacunas recomendadas, visitamos las fraternidades de Lima y tomamos ciertas paseos para comprender la ciudad. El Convento donde nos encontramos situados (provincia y casa de formación) tuvo como primer guardián a San Francisco Solano. A propósito, Lima le dio a la Iglesia cinco beatos, justo al comienzo de la evangelización. Santo Toribio de Mogrovejo (+1606), São Francisco Solano (+1610), Santa Rosa de Lima (+1617), São Martín de Porres (+1639) y São João Macias (+1645). Visitar el lugar donde nacieron y vivieron (São Martin y Santa Rosa nacieron en exactamente la misma calle) es impresionante. Es necesario “quitarse las sandalias”, porque este suelo es sagrado.
Una visita que me agradaría destacar fue el Convento de Santa Rosa de Ocopa, en la cordillera de los Andes. Viajar por los Andes es un espectáculo en sí mismo. Ocopa está en el valle del río Mantaro (que forma parte de la cabecera del Amazonas), a 290 km de Lima ya una altitud de 3.300 metros. Mantaro es un gran valle en la cordillera, de 80 km de largo, muy fértil, muy verde y frío, habitado por descendientes de la gente de la cultura Wanka, salpicado de pequeños pueblos, cultivados por campesinos con agricultura artesanal, en camas, que visto desde lo alto de los cerros forman verdaderos mosaicos con diversos tonos de verde. Nos quedamos en Ocopa por una semana, empapándonos de la mística, la espiritualidad, la cultura, la historia misionera y la hermosura de su geografía. Ocopa fue fundada en 1725, como escuela de “Publicidad Fidei”, con la meta de ser un centro misional. En verdad, formó generaciones y generaciones de misioneros. De allí partieron cientos y cientos de misioneros a la selva peruana, pero también a la sierra, a Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina.
Para tener una idea de lo que representa Ocopa para las metas y para la historia del Perú, en la capilla de los Mártires hay una galería con mucho más de 80 frailes, desde 1532 hasta 1925 (unos 50 solos que salieron de Ocopa). Se piensan mártires a los monjes que mueren violentamente en las metas (flechados, ahogados, mordidos por víboras, mordidos por bestias o perdidos en la selva). Los misioneros de Ocopa fueron fundadores de ciudades, constructores de caminos, escuelas, iglesias, geógrafos, cartógrafos, historiadores, botánicos, lingüistas y navegadores del suelo peruano. Fueron los misioneros quienes crearon conciencia de “peruvianidad”, conquistaron territorios y también obligaron límites en las fronteras brasileiras.
Hasta el día de hoy, este mérito es reconocido con gratitud por el gobierno peruano. Los misioneros de Ocopa incluso crearon un puerto, Porto Ocopa, en entre los afluentes del Amazonas, para acceder a la selva. Ocopa estuvo de forma directa relacionado al Gobierno General de la Orden ya la Congregación de Propaganda Fidei. Su crónica fue violentamente interrumpida, luego de la independencia, el 1 de noviembre de 1824, por un decreto de Simón Bolívar, decretando su suspensión, convirtiéndola en una escuela para los hijos de los caídos en la guerra de independencia. Fue restaurada 20 años después, con la llegada de nuevos misioneros. Con la creación de la Provincia Misionera de San Francisco Solano, en 1908, se incorporó a la nueva Provincia. De 1928 a 1972 funcionó como Casa de Estudios Superiores en Filosofía y Teología. Hoy es una casa de noviciado.
Fray Atilio Battistuz