ciudad del Vaticano – Este jueves (20/04), el Papa Francisco encabezó el Consistorio Público Ordinario realizado en el Salón del Consistorio, en el Vaticano, en el que se definieron las datas de las nuevas canonizaciones.
Los protomártires de Brasil van a ser canonizados por el Papa Francisco, el 15 de octubre próximo, en la Basílica de San Pedro.
Los futuros beatos son: André de Soveral y Ambrósio Francisco Ferro, sacerdotes diocesanos, y Mateus Moreira y sus veintisiete compañeros laicos, quienes en 1645, en Rio Grande do Norte, derramaron su sangre por amor a Cristo. Populares como Mártires de Cunhaú y Uruaçu, fueron beatificados en 2000.
En la problemática invasión de los holandeses en el nordeste de Brasil, hay 2 martirios colectivos: Cunhaú y Uruaçu. Estos calvarios tuvieron rincón en el año 1645, y el P. André de Soveral y Domingos de Carvalho fueron mártires en Cunhaú y el P. Ambrosio Francisco Ferro y Mateus Moreira en Uruaçu; entre otros.
En Engenho de Cunhaú, primordial centro económico de la Capitanía de Rio Grande (de hoy estado de Rio Grande do Norte), había una pequeña y ferviente comunidad compuesta por 70 personas bajo el precaución del P. André de Soveral. El 15 de julio, Jacob Rabe llegó a Cunhaú, trayendo consigo a sus líderes, los fieros Tapuias, y, además de ellos, algunos potiguares con el Cacique Jerera y soldados holandeses. Jacob Rabe fue popular por sus saqueos y excesos, realizados con la connivencia de los holandeses, dejando una estela de destrucción por donde pasaba.
Aseverando estar en una misión oficial del Supremo Consejo Holandés de Recife, convocó a la población a oír las órdenes del Consejo tras la misa dominical del día siguiente. Durante la Santa Misa, tras la elevación de la hostia y el cáliz, a una señal de Jacob Rabe, se cerraron todas y cada una de las puertas de la iglesia y empezó la terrible carnicería: los fieles en oración, tomados por sorpresa y totalmente indefensos, se cobardemente. atacado y asesinado por los flamencos con la ayuda de los tapuias y potiguars.
La noticia de la matanza de Cunhaú se extendió por Río Grande y capitanías vecinas, aun sospechando esta connivencia del gobierno holandés, ciertos vecinos influyentes solicitaron asilo al comandante de la Fortaleza 2 Reis Magos. De este modo, el vicario P. Ambrósio Francisco Ferro, Antônio Vilela, el Joven, Francisco de Bastos, Diogo Pereira y José do Porto. El resto vecinos, la gran mayoría, al no poder quedarse en el Fuerte, se defendieron ellos mismos, creando una fortificación en la pequeña localidad de Potengi, a 25 km de Fortaleza.
Hasta entonces, Jacob Rabe continuaba con sus crímenes. Después de pasar por varios sitios de Rio Grande y Paraíba, Rabe se dirigió luego a Potengi y encontró una heroica resistencia armada de los fortificados. Como sabían que había ordenado matar a los inocentes de Cunhaú, resistieron como pudieron, durante 16 días, hasta el momento en que llegaron 2 piezas de artillería de la Fortaleza 2 Reis Magos. No podían encararlos. Depusieron las armas y se entregaron en las manos de Dios.
Cinco rehenes fueron llevados a la Fortaleza: Estêvão Machado de Miranda, Francisco Mendes Pereira, Vicente de Souza Pereira, João da Silveira y Simão Correia. De esta manera, los vecinos de Rio Grande fueron divididos en 2 conjuntos: 12 en Fortaleza y el resto detenidos en Potengi.
El 2 de octubre llegaron órdenes de Recife ordenando el homicidio de todos los vecinos, lo que se realizó al día después, 3 de octubre. Los holandeses eligieron remover primero a los 12 de la Fortaleza, porque eran personas predominantes, sirviendo de ejemplo: el vicario, un escabino, un rico dueño.
Fueron cargados y llevados río arriba hasta el puerto de Uruaçu. Allí los aguardaba el cacique indígena Antônio Paraopaba y un pelotón armado de doscientos indios bajo su mando. Se repitieron entonces las peores crueldades y brutalidades, que hasta los cronistas de la temporada se avergonzaban de contar, pues violaban las leyes de la ética y el pudor.
A uno, Mateus Moreira, en vida le arrancaron el corazón de la espalda, pero todavía tenía fuerzas para proclamar su fe en la Eucaristía, diciendo: “Alabado sea el Santísimo Sacramento”.
El 5 de marzo de 2000, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Juan Pablo II beatificó a los 30 protomártires brasileiros, 2 curas y 28 laicos beatificados.
Jacinta y Francisco serán canonizados el 13 de mayo en Fátima
Jacinta y Francisco Marto, los dos pastorcitos que tuvieron visiones de Nuestra Señora, van a ser canonizados por el Papa Francisco en Fátima, el 13 de mayo.
La confirmación tuvo lugar en la mañana de este jueves (20/04) durante el Consistorio Público Ordinario, presidido por el Beato Padre en el Vaticano. Van a ser los primeros pequeños no mártires en ser proclamados santos. En exactamente la misma fecha, hace 17 años, los dos hermanos fueron beatificados por Juan Pablo II.
Jacinta y Francisco Marto, los 2 hermanos de nueve y diez años, adjuntado con su prima Lúcia dos Beatos, tuvieron visiones de la Virgen. La primera vez el 13 de mayo de 1917, seguida del 13 de cada mes, hasta octubre. En los “encuentros celestiales” María dejaba mensajes sobre acontecimientos futuros y recomendaciones a los pequeños, entre ellas, la de rezar el Rosario todos los días.
La fama de santidad de los 2 pastorcitos poco tras su muerte ya se había extendido por todo el planeta. Francisco murió el 4 de abril de 1919 de fiebre española. Jacinta, diez meses después, el 20 de febrero de 1920.
Jacinta, tras varios sufrimientos ofrecidos por la conversión de los pecadores, murió sola en un hospital de Lisboa, siendo enterrada en Vila Nova de Ourém, municipio al que pertenece el Santuario de Fátima.
Francisco -llamado “el consolador” por su deseo de consolar a la Virgen con la oración- ha perdido el sitio preciso de su sepultura. Solo años después sus restos fueron reconocidos por su padre, por un detalle muy especial, el rosario que tenía en sus manos.
En el mes de septiembre de 1935, el cuerpo incorrupto de Jacinta fue trasladado de Vila Nova de Ourém a Fátima. El cuerpo fue fotografiado y el obispo de Leiria-Fátima, José Alvez Correia da Silva, envió una copia a Lucía, que se había convertido en Hermana Doroteia. En esa ocasión, el prelado le solicitó a Lucía que escribiera todo cuanto sabía sobre la vida de Jacinta. De esta forma nació el First Memory, que estuvo listo en la Navidad de 1935.
Más tarde, el obispo le pidió a Lucía que escribiera sus recuerdos de Francisco y los eventos que tuvieron sitio en Fátima.
Si no fuese por estos cuentos dejados sobre la breve vida de los dos hermanos, quizás a absolutamente nadie se le hubiese ocurrido abrir una Causa de canonización, aun por el hecho de que en ese instante aún no se había reconocido el “ejercicio heroico de las virtudes”. sido decretado para los más pequeños.
La solicitud de investigar la santidad de los dos fue iniciada por la diócesis de Leiria recién en 1952 y concluyó en 1989, con el decreto sobre la práctica de las virtudes, en consideración a la edad de los niños.
El obstáculo seguía siendo una cuestión fundamental debatida a lo largo del siglo XX, cerca de la posibilidad o no de estimar a dos pequeños como candidatos a canonización. Esta cuestión se resolvió en 1981 a través de un archivo emitido al efecto por la Congregación para la Causa de los Santurrones.
O milagre atribuído à intercessão das duas crianças, y también que levou à beatificação, foi reconhecido em 1999. Já o que abriu o caminho para a canonização, foi reconhecido em 23 de março passado, e diz respeito a uma criança brasileira, que na época tinha seis años.
Este niño se encontraba en la casa de su abuelo, jugando con su hermanita, en el momento en que de manera accidental cayó por una ventana de unos siete metros de altura, tolerando un trauma craneoencefálico severo, con pérdida de material cerebral.
Llevada al hospital en coma, fue operada. Si sobrevivía, viviría en estado vegetativo o, como mucho, con graves deficiencias cognitivas. Milagrosamente, después de tres días, el niño fue dado de alta y no se hallaron daños neurológicos ni cognitivos.
El 2 de febrero de 2007, un equipo médico emitió un dictamen positivo unánime sobre la situacion, como una “cura inexplicable desde el criterio científico”. En el momento del hecho, el padre del niño había invocado a Nuestra Señora de Fátima ya los 2 pequeños santurrones. Esa noche, familiares y una comunidad de hermanas de clausura habían orado con insistencia pidiendo la intercesión de los pastorcitos de Fátima.