VATICANO, 12 mar. 21 / 11:00 am (ACI).- La tercera meditación cuaresmal dada en el Sala Pablo VI por el predicador de la Casa Pontificia, cardenal Raniero Cantalamessa, se centró en la “divinidad de Cristo”. El tema de los sermones de Cantalamessa a lo largo de esta Cuaresma es el interrogante de Jesús a sus acólitos “Y vosotros, ¿quién afirmáis que soy yo?”.
Con la presencia del Papa Francisco, ahora de regreso de Irak, Cantalamessa dijo que se ofrece reaccionar a la manera de actuar “tal y como si Cristo no tenga existencia”, como si fuera viable comprender todo lo de la Iglesia sin Él. “Nos planteamos actualizar nuestra fe de forma espiritual”, dijo el cardenal. “Para hablar de Cristo hemos escogido la clave más segura, la del dogma de Cristo verdadero Dios y verdadero hombre. Deseamos despertar los dogmas e infundirles vida”, ha dicho en su introducción.
El Padre Cantalamessa habló a la audiencia sobre la construcción histórica del dogma. “Fue solemnemente sancionado en el Concilio de Nicea en 325 con las palabras que repetimos en el Credo. Más allá de los términos utilizados, el significado mucho más profundo es que en cada idioma y cultura Jesús ha de ser proclamado Dios en el sentido más fuerte de la palabra Dios. Saber a Cristo significa reconocer sus bondades, no preguntarse por sus naturalezas. Cristo para mí se vuelve más importante que Cristo mismo”, ha dicho el capuchino.
“Cómo despertar en nosotros una fe radiante, creída, profesada y vivida. Jesús no está tan entusiasmado en lo que la multitud dice de él, sino en lo que los discípulos dicen de él. Tú, ¿quién afirmas que soy? El interrogante más definitiva. Partamos del Evangelio para contestar a el interrogante”.
“En los sinópticos se da a entender continuamente la realidad. ¿Quién sino más bien Dios puede perdonar los pecados? ¿Quién puede pretender ser el juez supremo? Tal como basta un cabello para reconstruir el ADN, de esta manera basta una sola línea del Evangelio para reconstruir el ADN de Jesús, para conocer lo que creía de sí. Juan hizo de la divinidad de Cristo la meta primordial de su Evangelio, estos signos fueron escritos para que penséis que Jesús es el Cristo”, subraya el cardenal en su tercer sermón.
“Un día, hace bastante tiempo, celebraba misa en un monasterio de clausura, era el Evangelio de Juan en el que Jesús dice ‘Yo soy’. En el leccionario esas palabras estaban escritas en mayúsculas y eso logró brillar en mí una chispa, esas palabras explotaron dentro de mí. Mi conocimiento, no obstante, era escolástico. Ese día fue otra cosa. Daba la sensación de que el Resucitado proclamaba su divino nombre, y yo me sentía pequeña, pequeña. Fue una emoción de fe. Es de asombrarse de la tarea que el Espíritu Santo realizó con Juan”, siguió el padre Cantalamessa.
“Ninguna de las llamadas cristologías desde abajo logró levantarse. La razón ahora la había dado Jesús en el Evangelio. El Cristo conocido por sus beneficios es el más destacable fruto del ecumenismo. Todos requerimos dar a la fe una dimensión personal, íntima. Todos nos encontramos llamados a la causa. Pasar de las fórmulas a la vida. Del pensamiento a lo vivido. Consciente, sin embargo, de que no es suficiente con repetir el Credo de Nicea, es esencial renovar el impulso de fe en la divinidad de Cristo que se tuvo entonces y que no tuvo igual en los siglos”, afirmó convencido, el predicador.
“Nadie charla del acto de opinar. Este es un acto singular, no puede ser realizado sino más bien por el sujeto. ¿Tu crees? Sí, Señor, yo creo. Cuando Jesús pregunta: ¿crees? No posee en mente la fe en Dios. Habla de la fe en Él. También debemos aceptar pasar por este momento de prueba, sometiéndonos a este examen. A la pregunta de Jesús pongo mi nombre. La divinidad de Cristo es el Everest de la fe. Opinar en un Dios nacido en un pesebre y muerto en una cruz. Volver a descubrir las raíces de la fe en el corazón”.
El Cardenal concluye entonces su sermón: “Todo esto es esencial asimismo para el ecumenismo cristiano. El verdadero ecumenismo espiritual no es solo orar por la unidad de los cristianos, es la comunión de los beatos. La fe en la divinidad de Cristo es esencial para la evangelización. Una vez quitada la divinidad de Cristo, todo se fragmenta y se desmorona. La fe de los cristianos es la divinidad de Cristo. Conocer a Cristo es entender sus beneficios. Allí está entre las pinturas mucho más reconocidas del arte moderno, cuya copia se vendió por 180 millones de dólares estadounidenses, que representa la vida sin sentido. Sobre un fondo rojizo, un hombre cruza un puente con 2 individuos caminando inadvertidos. Es “El Grito” de Munch, un grito de desesperación. Jesús dijo ‘Yo soy la luz del mundo’, quien cree en Cristo tiene la posibilidad de resistir el sinsentido de la vida. Los que creen en Cristo no caminan en tinieblas, saben de dónde vienen y hacia dónde van. Pero sobre todo, sabe que es amado por alguien. Jesús ha dicho ‘Yo soy la resurrección y la vida’. Esto le da al creyente la seguridad de que nuestra vida no acaba con este”.
Jesús nos da su santidad, dice Papa predicador
— ACI Digital (@acidigital) 9 de marzo de 2021