Predicación de Adviento: Decir “Sí” a Dios exalta
El sermón de este viernes estuvo destinado a la Anunciación. “Hete aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38)”.
ciudad del Vaticano
El Papa Francisco y sus ayudantes de la Curia Romana participaron en la mañana de este viernes (06/12), en la capilla Redemptoris Mater, en el sermón del Primer Adviento.
El predicador de la Casa Pontificia, P. Raniero Cantalamessa eligió un pasaje del Evangelio de Mateo (2,11) como tema de sus sermones de Adviento: “Vieron al niño con María, su madre” – Hacia la Navidad, acompañado por la Madre de Dios.
María no celebró, sino vivió el Adviento
Todos los años, explicó el fraile italiano, la liturgia nos prepara para la Navidad con tres grandes guías: Isaías, Juan Bautista y María; el profeta, el precursor, la madre.
El primero lo anunció desde lejos, el segundo lo apuntó como que se encuentra en el planeta, la madre lo llevaba en su vientre. “Para este Adviento 2019, pensé en confiarnos completamente a la Madre”, presentó el p. Cantalamessa.
Nadie mejor que Ella puede predisponernos a celebrar el nacimiento del Redentor. Ella no celebrado el advenimiento, lo vivi en tu carne; como toda mujer preñada, sabe lo que significa estar “aguardando” y puede asistirnos a vivir este Adviento con una fe llena de expectación.
Padre Cantalamessa dividió los sermones en tres momentos en los que la Escritura muestra a María en el centro de los hechos: la Anunciación, la Visitación y la Navidad.
El acto de fe mucho más definitivo de la historia
El sermón de este viernes estuvo dedicado a la Anunciación. “Hete aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38)”.
Con estas escasas y fáciles expresiones, afirmó el fraile italiano, se produjo el mayor y más decisivo acto de fe de la historia del mundo. Esta palabra de María representa la cima de todo accionar religioso ante Dios, por el hecho de que expresa, de la manera más alta, la disponibilidad pasiva unida a la disponibilidad activa, el vacío más profundo acompañado de la plenitud mucho más grande.
“¡Nosotros asimismo creemos! La contemplación de la fe de María nos lleva a renovar, ante todo, nuestro acto personal de fe y abandono en Dios.
He ahí la relevancia decisiva de decir a Dios, una vez en la vida, un “hazte fiat”, como el de María. En el momento en que esto sucede, poseemos un acto envuelto en misterio, pues implica tanto la felicidad como la libertad; es una suerte de concepción. La criatura no puede realizar este acto sola; por eso, Dios la asistencia, sin sacarle la libertad.
“¿Qué hay que llevar a cabo entonces?” preguntó el fraile franciscano. Es simple: después de haber orado, tienes que decir a Dios con las mismas palabras de María: “Hete aquí la sierva o sierva del Señor: ¡hágase en mí según tu palabra!”.
“Sí, Dios mío, digo amén a todos tus proyectos, ¡me encomiendo a ti!”
“Fiat” con ganas y alegría
No obstante, advirtió el p. Cantalamessa, hay que rememorar que María ha dicho su “fiat” con deseo y alegría.
Cuántas ocasiones repetimos estas palabras en un estado de resignación solamente disimulada, como agachando la cabeza y pulsando los dientes: “¡Si no hay otro camino, que se haga tu intención!”
“María nos enseña a decirlo de otra manera. Sabiendo que la voluntad de Dios para con nosotros es infinitamente más bella y más rica en promesas que cualquier proyecto nuestro”.
Como María, debemos decir llenos de deseo y prácticamente de impaciencia: “¡Que pronto se cumpla en mí, oh Dios, tu intención de amor y de paz!”.
“Con esto, la vida humana consigue su sentido y su mucho más alta dignidad. Decir ‘sí’ y ‘amén’ a Dios no menosprecia la dignidad humana, como a veces se piensa hoy, sino la exalta”.
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Cosas interesantes de saber el significado : Dios