RELIGION CRISTIANA

Papa: para amar a Dios hay que amar al hermano

Papa: para amar a Dios hay que amar al hermano

Francisco inspiró su homilía en la Primera Lectura, en la que el Señor nos solicita que seamos específicos en el amor.

Débora Donnini – Ciudad del Vaticano

Para querer a Dios concretamente, es requisito querer a los hermanos, o sea, orar por ellos, simpatizantes y no simpatizantes, incluyendo el enemigo. En la homilía de esta mañana (01/10) en la capilla de Casa Santa Marta, el Papa logró un fuerte llamado al amor. Lo que nos ofrece la fuerza para querer de esta forma es la fe, que vence al espíritu del mundo.

El espíritu de todo el mundo es mentiroso.

La reflexión de Francisco se inspiró en la Primera Carta de San Juan Apóstol (1Jn 4,19 – 5,4) iniciativa por la Liturgia del día. El apóstol Juan, de hecho, habla de “mundanalidad”. En el momento en que afirma: “El que es engendrado por Dios es capaz de vencer al planeta” está hablando de la “pelea de cada día” contra el espíritu de todo el mundo, que es “mentiroso”, es un “espíritu de fachada, sin rigidez” , al paso que “el Espíritu de Dios es verdadero”.

“El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que terminarán”, dijo Francisco. Como los dulces de Carnaval, las crêpes –llamadas “patrañas” en el dialecto– no son consistentes, sino más bien “repletas de aire”, esto es, del espíritu del mundo.

El espíritu del mundo siempre y en todo momento divide

El apóstol nos ofrece el camino de la concreción del espíritu de Dios: decir y llevar a cabo son una misma cosa. “Si tenéis el Espíritu de Dios” – recordó el Papa – haréis cosas buenas. Y el apóstol Juan dice algo “todos los días”: “El que no quiere a su hermano, a quien ha visto, no puede querer a Dios, a quien no ha visto”. “Si no puedes querer algo que ves, ¿de qué forma puedes amar algo que no ves? O sea fantasía”, subrayó el Papa, pidiendo a la gente a querer “lo que ves, lo que puedes tocar, que es real. Y no fantasías, que no se ven”.

Si no eres capaz de querer a Dios concretamente, no es verdad que amas a Dios. Y el espíritu de todo el mundo es un espíritu de división y en el momento en que se infiltra en la familia, la comunidad, la sociedad siempre crea divisiones: siempre y en todo momento. Y crecen las divisiones y vienen los odios y las guerras… Juan va mucho más allí y dice: “Si alguno afirma ‘Yo amo a Dios’ y detesta a su hermano, es mentiroso”, es decir, es hijo del espíritu de el planeta, que es pura patraña, pura apariencia. Y o sea algo sobre lo que nos hará bien pensar: ¿Amo a Dios? Pero hagamos una comparación y observemos cómo amas a tu hermano: observemos de qué forma lo amas.

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El Papa señaló entonces tres signos que indican que no amo al hermano. Francisco nos exhortó frente todo a rezar por nuestro prójimo, también por esa persona que es antipática y sé que no me desea, asimismo por el que me detesta, por el enemigo, como ha dicho Jesús. Si no rezo, “es señal de que no amas”:

La primera señal, la pregunta que todos debemos hacernos: ¿rezo por la gente? Para todos, específicos, los que son simpáticos y los antipáticos, para los que son amigos y los que no lo son. Primero. Segunda señal: en el momento en que siento dentro de mí sentimientos de celos, de envidia y quiero desearte el mal o no… es señal de que no amas. Detente ahí. No dejes que estos sentimientos crezcan: son peligrosos. No los dejes medrar. Y entonces la señal más habitual de que no amo a mi prójimo y, en consecuencia, no puedo mencionar que amo a Dios, es el chisme. Pongámoslo en el corazón y en la cabeza: si chismeo, no amo a Dios por el hecho de que con el chisme estoy demoliendo a esa persona. El chismorreo es como los dulces de miel, que son exquisitos, uno llama al otro y después se consume el estómago, con tantos dulces… Pues es bueno, es “dulce” el chismear, parece una cosa bella, pero destroza. Y esto es señal de que no amas.

La necesidad de la fe

Si un individuo deja de chismear en su historia, “afirmaría que está muy cerca de Dios”, pues –explicó Francisco– no chismear “resguarda al prójimo, protege a Dios en el prójimo”.

Y el espíritu del mundo se vence con este espíritu de fe: creer que Dios está en mi hermano, en mi hermana. La victoria que ha vencido al mundo es nuestra fe. Sólo con tanta fe es viable caminar este sendero, no con pensamientos humanos de sentido común… no, no: no son precisos. Asisten, pero no sirven en esta lucha. Solo la fe nos va a dar la fuerza para no musitar, para rezar por todos, incluso por nuestros contrincantes, y para no dejar crecer los sentimientos de celos y envidia. El Señor, con este pasaje de la Primera Carta de San Juan Apóstol, nos solicita que seamos concretos en el cariño. Querer a Dios: pero si no amas a tu hermano, no puedes querer a Dios. Y si afirmas que amas a tu hermano, pero en realidad no lo amas, lo detestas, eres un mentiroso.

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Esperamos que le gustara nuestro articulo Papa: para amar a Dios hay que amar al hermano
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