localidad del Vaticano – El Papa Francisco recibió en audiencia, este jueves (23/11), en la Salón Clementina, en el Vaticano, a unos 400 religiosos de la Familia Franciscana de la Primera Orden y la Tercera Orden Regular. El Papa empezó su alegato agradeciendo a los franciscanos con lo que hacen por los pobres y desfavorecidos del mundo.
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Queridos hermanos,El “Señor Papa”, como lo llamaba san Francisco, os acoge con alegría y en vosotros acoge a los hermanos franciscanos que viven y trabajan en el mundo entero. Gracias por lo que sois y lo que hacéis, en especial en pos de los más pobres y desfavorecidos.
“Todos, de la misma forma, son llamados inferiores”, se lee en la regla no Bullard. [1] Con esta expresión San Francisco no habla de algo opcional para sus hermanos, sino que manifiesta un elemento constitutivo de vuestra vida y misión.
De hecho, en tu modo de vida, el adjetivo “menor” califica al sustantivo “hermano”, dando al vínculo de la fraternidad una cualidad propia y característica: no es exactamente lo mismo decir “hermano” que decir “hermano menor”. . De ahí que, al charlar de fraternidad es necesario tener presente esta característica típicamente franciscana de la relación fraterna, que os pide una relación de “hermanos inferiores”, donde se inspiró Francisco para situar la minoridad como elemento esencial de vuestra fraternidad. ? [2]
Siendo Cristo y el Evangelio opciones fundamentales en su historia, tenemos la posibilidad de decir de forma segura que la minoridad, aunque no desprovista de motivaciones ascéticas y sociales, nace de la contemplación de la Encarnación del Hijo de Dios y se sintetiza en la imagen de hacer uno mismo pequeño, como una semilla. Es exactamente la misma lógica que “siendo rico, por vosotros se realizó pobre, para enriqueceros con su pobreza” (ver 2 Cor 8, 9). La lógica del “despojo” que Francisco aplicó al pie de la letra en el momento en que “se despojó, hasta la desnudez, de todos y cada uno de los recursos terrenales, para entregarse enteramente a Dios y a los hermanos” [3].
La vida de Francisco estuvo marcada por el encuentro con el Dios pobre, presente entre nosotros en Jesús de Nazaret: presencia humilde y escondida que el Poverello adora y contempla en la Encarnación, la Cruz y la Eucaristía. Por otra parte, sabemos que entre las imágenes evangélicas que más impresionó a Francisco es la del lavabo de los pies a los discípulos en la Última Cena. [4]La Minoría franciscana se les muestra como rincón de encuentro y comunión con Dios; como lugar de acercamiento y comunión con los hermanos y con todos los hombres y mujeres; finalmente, como sitio de acercamiento y comunión con la creación.
La minoridad es un lugar de acercamiento con DiosLa minoridad caracteriza tu relación con Dios de una forma particular. Para San Francisco, el ser humano no tiene nada propio salvo su pecado, y vale lo que vale frente Dios y nada más. Por consiguiente, vuestra relación con Él debe ser la de un niño: humilde y confiado, y como el del publicano del Evangelio, siendo consciente de su pecado. Y precaución con la soberbia espiritual, la soberbia farisaica: la peor de todas las mundanalidades.
Una característica de vuestra espiritualidad es que es una espiritualidad de restitución a Dios. Todo el bien que hay en nosotros o que tenemos la posibilidad de hacer es don de Aquel que para San Francisco era el Bien, “todo el Bien, el Bien Supremo” [5] y todo ha de ser restaurado al “Altísimo, Todopoderoso y buen Señor”. [6] Lo hacemos por medio de la alabanza, lo hacemos en el momento en que vivimos según la lógica evangélica del don, que nos lleva a salir de nosotros para hallar a el resto y acogerlos en nuestra vida.
La minoridad es un espacio de encuentro con los hermanos y con todos los hombres y mujeresLa minoridad se vive, frente todo, en la relación con los hermanos que el Señor nos ha dado. [7] ¿Como? Evitar cualquier accionar superior. Esto quiere decir erradicar los juicios simples sobre el resto y charlar mal de los hermanos a sus espaldas: ¡esto está en las “Advertencias”! – [8] rechazar la tentación de emplear la autoridad para someter a otros; para no haber “devuelto” los favores que hacemos a el resto, en la medida en que los hechos por otros los tenemos en cuenta debidos; separa de nosotros la ira y la turbación por el pecado del hermano. [9]
La minoridad se vive como expresión de la pobreza que profesaste, [10] cultivando un espíritu de no apropiación en las relaciones; cuando se valora lo positivo que hay en el otro, como un don que proviene del Señor; en el momento en que, singularmente, los Ministros ejercen con misericordia el servicio de la autoridad, como se expresa magníficamente en la “Carta a un Ministro” [11], la mejor explicación que nos proporciona Francisco de lo que significa ser menor con relación a los hermanos a ellos confiados. Sin misericordia no hay fraternidad ni minoridad.
La necesidad de expresar vuestra fraternidad en Cristo provoca que vuestras relaciones entre personas prosigan el dinamismo de la caridad, de modo que, mientras la justicia os va a llevar a admitir los derechos de cada uno, la caridad los trasciende y los llama a la comunión fraterna; porque no son los derechos lo que amáis, sino más bien los hermanos y hermanas, a los que debéis acoger con respeto, comprensión y clemencia. Los hermanos importan, no las construcciones.
La minoridad asimismo hay que vivirla con relación a todos y cada uno de los hombres y mujeres con los que os halláis “caminando por el planeta”, evitando de manera cuidadosa cualquier actitud de superioridad que les logre alejar de los demás. San Francisco expresa precisamente esta instancia en los dos episodios de la Regla No Bulled, donde vincula la decisión de no apropiarse de nada (live sine proprio) con la acogida benévola de cada individuo hasta comunicar la vida con los mucho más menospreciados, con esos que de todos modos son considerados los más bajos de la sociedad: “Cuida de tus hermanos, dondequiera que estés […], de no apropiarse de ningún lugar ni disputarlo con otros. Y cualquier persona que se les acerque, así sea amigo o enemigo, ladrón o bandido, recíbanlo con amabilidad”. [12] Y también: “Y deben ser felices en el momento en que viven entre la multitud pobre y despreciada, entre los pobres y los enclenques, entre los enfermos y los leprosos, y entre los mendigos en el camino”. [13]
Las expresiones de Francisco nos impulsan a cuestionarnos como fraternidad: ¿dónde estamos? ¿Con quién nos encontramos? ¿Con quién nos enlazamos? ¿Quiénes son nuestros preferidos? Y como la minoría reta no sólo a la fraternidad, sino más bien a cada uno de sus integrantes, es oportuno que cada uno de ellos realice un examen de conciencia sobre su propio modo de vida; sobre sus gastos; sobre tu vestido; sobre lo que estimes preciso; sobre la dedicación de uno a los demás; de escapar del espíritu de cuidarse bastante a sí mismos y asimismo a nuestra fraternidad.
Y, por favor, cuando desarrolles una actividad con los “mucho más pequeños”, los excluidos y los últimos, nunca lo hagas desde un pedestal de superioridad. Más bien, piensa que todo lo que haces por ellos es una manera de devolverles lo que has recibido de forma gratuita. Como advierte Francisco en la “Carta a toda la Orden”: “No les guardéis nada”. [14] Hacer un espacio acogedor y disponible a fin de que entren en vuestras vidas todos y cada uno de los inferiores de nuestro tiempo: los marginados, hombres y mujeres que viven en nuestras calles, parques o estaciones; los una cantidad enorme de desempleados, jóvenes y adultos; tantos pacientes que no pueden entrar a una atención adecuada; muchos jubilados abandonados; las mujeres maltratadas; migrantes en busca de una vida digna; todos los que viven en las periferias existenciales, privados de la dignidad e inclusive de la luz del Evangelio.
Abrid vuestros corazones y abrazad a los leprosos de nuestro tiempo y, tras tomar conciencia de la clemencia que el Señor os ha mostrado, [15] haz con ellos clemencia como hizo el Padre San Francisco [16] y, como él, aprender a estar “enfermos con los enfermos, afligidos con los afligidos”. [17] Todo esto, lejos de ser un haragán sentimiento, señala una relación tan profunda entre la gente que, transformando sus corazones, les llevará a comunicar su destino.
La minoría es un espacio de encuentro con la creación.Para el Santurrón de Agarráis la creación era “como un libro magnífico en el que Dios nos charla y nos transmite algo de su belleza” [18]. La creación es “como una hermana, con quien compartimos nuestra existencia y como una bella madre que nos acoge en sus brazos” [19].
El día de hoy – lo sabemos – esta hermana y madre se rebela porque se siente maltratada. Frente al deterioro global del medio ambiente, les solicito, como hijos del Poverello, que entren en diálogo con toda la creación, prestándole su voz para alabar al Creador y, como San Francisco sí tuvo especial cuidado con esto, superando cualquier cálculo económico o romanticismo irracional. Ayudar con distintas ideas para el precaución de nuestra casa común, recordando siempre y en todo momento la angosta relación que hay entre los pobres y la fragilidad del mundo, entre la economía, el avance, el cuidado de la creación y la opción por los pobres. [20]
Estimados hermanos, os renuevo la solicitud de san Francisco: ¡Y sed inferiores! Dios os resguarde y realice crecer vuestra minoría, sobre todos nosotros invoco la bendición del Señor. Y por favor, no olvides rezar por mí. ¡Gracias!
[1] 6.3: FF 23.[2] Cfr 1 Cel 38: FF 386.[3] Carta al Obispo de Asís con motivo de la inauguración del Santuario del Desposeo, 16 de abril de 2017.[4] Cfr Regla no Bulled 6.4: FF 23; Advertencias 4,2: FF 152.[5] Loas a Dios Altísimo, 3: FF 261.[6] Canción del hermano Sol, 1: FF 263.[7] Cf. Testamento, 14: FF 116.[8] Cfr. Admoniciones, 25: FF 174.[9] Véase ibíd., 11: FF 160.[10] Cfr Regla Bulled, 1.1: FF 75; Advertencias, 11: FF 160.[11] Ver FF 234-237.[12] 7.13-14: FF 26.[13] 9.2: FF 30.[14] 2.29: FF 221.[15] Cfr 1Cel 26: FF 363.[16] Cfr Testamento: FF 110-131.[17] Leyenda de los tres Compañeros, 59: FF 1470.[18] Letra en enc. Laudato Si’, 12.[19] Ibíd., 1.
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