Papa: La injusticia es la raíz perversa de la pobreza

Papa: La injusticia es la raíz perversa de la pobreza

“Jesús escuchó el grito de Pedro”, subrayó el Papa, invitándonos a pedir “la gracia de escuchar el grito de alguien que vive en aguas turbulentas”.

ciudad del Vaticano

El Papa Francisco encabezó, en la Basílica de San Pedro, la celebración eucarística, este domingo (18/11), Solemnidad de la Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo Extramuros, y II Día Mundial de los Pobres. Seis mil pobres fueron a la misa.

La Jornada Mundial de los Pobres fue instituida por el Papa Francisco con la Carta Apostólica “Misericordia et misera”, publicada el 21 de noviembre de 2016, al término del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

En su homilía, Francisco se detuvo en tres acciones que efectúa Jesús en el Evangelio.

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deja lo que sucede

La primera: déjalo. “A plena luz del día, Jesús se separa de la multitud en el instante del éxito, en el momento en que es ovacionado por haber multiplicado los panes. Los acólitos querían disfrutar del triunfo, pero Jesús inmediatamente los obligó a irse, mientras despedía a la multitud”.

“Buscado por la multitud, se va solo. En el momento en que todo se encontraba “cuesta abajo”, subió a la montaña a orar. Entonces, en la mitad de la noche, desciende de la montaña y va en pos de los suyos, caminando sobre las aguas agitadas por el viento. En todo esto, Jesús va a contracorriente: primero deja el éxito, luego la calma. Enséñanos el coraje de partir: dejar el éxito que complace el corazón, y la calma que adormece el alma”.

Francisco asimismo dijo que “el católico sabe que su patria no está aquí, sabe –como recuerda el apóstol Pablo en la segunda lectura– que es “conciudadano de los santos y integrante de la vivienda de Dios”. Es un ágil caminante de la presencia. No vivimos para acumular: nuestra gloria está en dejar ir lo que pasa, para conservar lo que queda.”

El Papa nos invitó a soliciar “a Dios la gracia de asemejarnos a la Iglesia descrita en la primera lectura: siempre en movimiento, experto en dejarse llevar y fiel en el servicio”.

En su segunda acción, Jesús “anima” en la mitad de la noche. Va al encuentro de los acólitos, “sumergido en la oscuridad, caminando “sobre el mar””.

El Papa explicó que “en realidad, era un lago; pero en ese momento el mar, con la profundidad de sus oscuros abismos, evocaba las fuerzas del mal. En otras palabras, Jesús sale al encuentro de los discípulos, pisoteando a los malvados enemigos del hombre. Este signo tiene un gran concepto: no es una manifestación celebratoria de fuerza, sino más bien la revelación, que se nos hace, de la seguridad tranquilizadora de que Jesús, sólo Jesús, vence a nuestros enormes contrincantes: el demonio, el pecado, la muerte, el temor… El día de hoy también nos comunica a nosotros: “¡Tranquilícense! ¡Soy yo! ¡No tengas miedo!”

“La barca de nuestra vida se ve con frecuencia mecida por las olas y llamada de atención por los vientos; y si las aguas están en ocasiones distendidas, próximamente se agitan. Conque nos preocupamos por las tormentas del momento, tal y como si fuesen nuestros únicos inconvenientes. Pero el inconveniente no es la tormenta presente, sino la manera de navegar la vida. El secreto de andar bien es invitar a Jesús a subir a bordo. El timón de la vida debe dársele a Él, para que Jesús logre trazar el rumbo”.

alcanzar

En la tercera acción, “en medio de la tempestad, Jesús extiende la mano. Agarró a Pedro, quien, asustado, vaciló y, hundido, chilló: “¡Sálvame, Señor!”

“Tenemos la posibilidad de ponernos en los zapatos de Pedro: somos gente de poca fe y nos encontramos aquí rogando por la salvación. Somos pobres en la vida verdadera, y requerimos la mano popularizada del Señor para rescatarnos del mal. Este es el comienzo de la fe: vaciarnos de la orgullosa convicción de juzgarnos en orden, capaces, autónomos, para reconocernos necesitados de salvación. La fe crece en este clima, clima al que nos amoldamos viviendo con esos que no se ponen en el pedestal, sino precisan y piden asistencia. Por eso es importante que todos nosotros vivir la fe en contacto con los necesitados. No es una alternativa sociológica, sino más bien una exigencia teológica. Es reconocerse mendigos de salvación, hermanos y hermanas de todos, pero en especial de los pobres, los preferidos del Señor. Así tomamos del espíritu del Evangelio: “el espíritu de pobreza y de caridad -dice el Concilio- son gloria y testimonio de la Iglesia de Cristo”.

“Jesús escuchó el grito de Pedro”, subrayó el Papa, invitándonos a soliciar “la gracia de escuchar el grito de alguien que vive en aguas turbulentas”.

El grito de los pobres

El grito de los pobres: es el llanto estrangulado de bebés que no pueden nacer, de pequeños que se mueren de apetito, de adolescentes familiarizados al estrépito de las bombas en vez del alegre estruendo de los juegos. Es el grito de los viejos descartados y dejados solos. Es el grito de los que se combaten a las tormentas de la vida sin una presencia amiga. Es el grito de los que deben huir, dejando casa y tierra sin la certeza de un cobijo. Es el grito de poblaciones enteras, aun desprovistas de los gigantes recursos naturales de que disponen. Es el grito de los innumerables Lázaros que lloran, mientras que los pocos epulones se dan un festín de lo que, en justicia, es para todos. La injusticia es la raíz perversa de la pobreza. El grito de los pobres se hace cada día más fuerte, y cada día se escucha menos, por el hecho de que lo ahoga el ruido de los pocos ricos, que siempre y en todo momento son menos y siempre más ricos”.

Los cristianos no pueden quedarse de brazos cruzados

Según Francisco, “en frente de la dignidad humana pisada, de forma frecuente uno se queda con los brazos cruzados o con los brazos abiertos, impotente ante la fuerza obscura del mal. ¡Pero el cristiano no puede quedarse de brazos cruzados, indiferente, ni con los brazos abiertos, fatalista! No… Los Leales extiende la mano, como hace Jesús con él. En Dios encuentra refugio el clamor de los pobres, pero ¿en nosotros? ¿Poseemos ojos para poder ver, oídos para oír, manos extendidas para asistir? “En los pobres, el mismo Cristo apela en alta voz a la caridad de sus discípulos”. Nos solicita que lo reconozcamos en los hambrientos y sedientos, los extraños y privados de dignidad, los enfermos y los enjaulados”.

“El Señor prolonga su mano: es un ademán gratuito, no debido. Asi es como se hace. No nos encontramos llamados a llevar a cabo el bien solo a los que nos adoran. Retribuir es habitual, pero Jesús nos pide que hayamos ido mucho más allá y demos a quien no tiene algo que devolver, esto es, amar. gratis”, concluyó el Papa.

Esperamos que le gustara nuestro articulo Papa: La injusticia es la raíz perversa de la pobreza
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios