Papa: humildad y mansedumbre para sanar y convertir
La homilía del Papa Francisco este jueves estuvo dedicada a la curación de nuestras anomalías de la salud espirituales y la conversión.
Débora Donnini – Ciudad del Vaticano
Para abrir el corazón de los demás e invitarlos a la conversión se necesita mansedumbre, humildad y pobreza, siguiendo las huellas de Cristo: de esta forma lo ha dicho el Papa Francisco en su homilía en la Misa celebrada en Casa Santa Marta (02/07). Su reflexión partió del pasaje del Evangelio de Marcos (Mc 6,7-13) propuesto por la Liturgia del día: el mensaje es precisamente “curación”.
Barniz
Jesús invita a sus acólitos a sanar, tal como él mismo vino al planeta a sanar, “a sanar la raíz del pecado en nosotros”, “el pecado original”. “Sanar es un poco recrear”, observó el Papa: “Jesús nos recreó desde la raíz y después nos logró seguir con su enseñanza, con su doctrina, que es una doctrina que cura”, siempre y en todo momento. Y el primer mandamiento que da es la conversión.
La primera cura es la conversión en el sentido de abrir el corazón a la Palabra de Dios. Convertir es ver para otro lado, converger en otro lugar. Y eso abre el corazón, muestra otras cosas. Pero si el corazón está cerrado, es imposible curar. Si alguien está enfermo y se niega obstinadamente a ir al médico, no se va a curar. Y a ellos les dice, primero: “Convertíos, abrid vuestro corazón”. Incluso si los cristianos hacemos tantas cosas buenas, pero si el corazón está cerrado, es solo un barniz por fuera.
Y a la primera lluvia, va a desaparecer. De ahí que, Francisco nos exhortó a cuestionarnos: “¿Siento esta invitación a convertirme, a abrir mi corazón para ser sanado, para conseguir al Señor, para ir adelante?”. Sin embargo, para proclamar que la multitud se transforma, se precisa autoridad. Para conquistarla, dice Jesús en el Evangelio, dice: “No toméis nada para el sendero, excepto un bastón; sin pan, sin bolsa, sin dinero”. En otras palabras, la pobreza.
No se cura intentando encontrar el poder
El Papa invitó a “la pobreza, la humildad, la mansedumbre”. Y como exhorta Jesús en el Evangelio, “si no te acogen, ¡vete a otra parte!”, haciendo el ademán de quitarse las sandalias, pero –reiteró Francisco– con mansedumbre y humildad, por el hecho de que esta es la actitud del apóstol.
Si un apóstol, un invitado, alguno de vosotros – hay tantos invitados aquí – va un tanto con la nariz en alto, creyéndose superior a los demás o intentando encontrar algún interés humano o – no sé – intentando encontrar posiciones en la Iglesia, jamás sanará a absolutamente nadie, no podrás abrir el corazón de nadie, porque tu palabra no va a tener autoridad. El discípulo tendrá autoridad si prosigue los pasos de Cristo. ¿Y cuáles son los pasos de Cristo? Los pobres. ¡De Dios se realizó hombre! ¡Se aniquiló a sí mismo! ¡Se desnudó! La pobreza que transporta a la mansedumbre, a la humildad. El Jesús humilde que sale al camino a sanar. Y así, un apóstol con esta actitud de pobreza, de humildad, de mansedumbre, es capaz de tener autoridad para decir: “Convertíos”, para abrir los corazones.
estar entusiasmado en la multitud
Después de exhortar a la conversión, los convidados echaron fuera varios diablos, con autoridad para decir: “¡No, o sea un demonio! Es un pecado. ¡Esta es una actitud impura! No puedes llevarlo a cabo”. Pero hay que decirlo con “la autoridad del propio ejemplo, no con la autoridad de quien habla desde arriba, pero no se atrae por la gente”, añadió Francisco, enseñando que eso no es autoridad, es autoritarismo”. “Frente a la humildad, frente al poder del nombre de Cristo con que el apóstol cumple su misión, si es humilde, los diablos huyen”, pues no pueden aguantar la curación de los errores.
Los mandados asimismo sanaron el cuerpo, ungiendo con aceite a muchos que estaban enfermos. “La unción es la caricia de Dios”, ha dicho el Papa: el aceite, en efecto, es siempre una caricia, suaviza la piel y la hace sentir mejor. Por tanto, los apóstoles tienen que estudiar “esta sabiduría de las caricias de Dios”. “De este modo cura un cristiano, no solo un obispo”: “todos nosotros -repitió Francisco- tiene el poder de curar” a un hermano o a una hermana “con una palabra dulce, con paciencia, con un consejo, con una mirada, pero como aceite, humildemente.”
Todos requerimos ser sanados, todos, pues todos contamos anomalías de la salud espirituales, todos. Pero todos disponemos también la oportunidad de curar a el resto, pero con esta actitud. Que el Señor nos dé esta gracia de sanar como El sanó: con mansedumbre, con humildad, con el poder del pecado, contra el demonio y para proseguir adelante en esta hermosa misión de sanar entre nosotros: “Yo sano a un individuo y dejo cura para otro”. Entre nosotros. Esta es una red social cristiana.
Esperamos que le gustara nuestro articulo Papa: humildad y mansedumbre para sanar y convertir
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios