Papa Francisco: que ama a Dios y no ama a su hermano
Amar y de qué manera querer: a este tema dedicó el Papa Francisco la homilía en la Misa celebrada este viernes en Casa Santa Marta, inspirada en la Primera Carta del Apóstol Juan.
Adriana Masotti – Localidad del Vaticano
La primera lectura de el día de hoy, tomada de la Primera Carta de Juan, charla del amor y el Papa dedicó su homilía a este tema mientras que festejaba la Misa en la capilla de Casa Santa Marta (01/10). El apóstol, dijo, entendió lo que es el cariño, lo experimentó, y accediendo en el corazón de Jesús, entendió de qué forma se manifestaba. Tu carta nos comunica, pues, de qué manera amas y de qué forma fuimos amados.
Dios nos amo primero
El Pontífice definió 2 de sus afirmaciones como “visibles”. El primero es el fundamento del amor: “Amamos a Dios porque Él nos amó primero”. El principio del amor viene de Él. “Comienzo a amar, o puedo empezar a querer, pues sé que Él me amó primero”, ha dicho el Papa, quien continuó: “Si Él no nos hubiera amado, precisamente nosotros no podríamos querer”.
Si un niño recién nacido, de pocos días de nacido, pudiese charlar, indudablemente explicaría esta realidad: “Me siento amado por mis progenitores”. Y lo que hacen los progenitores con sus hijos, Dios lo logró con nosotros: nos amó primero. Y eso hace que nuestra aptitud de querer nazca y se expanda. Esta es una clara definición de amor: podemos amar a Dios porque Él nos amó primero..
El que quiere a Dios y detesta a su hermano es un mentiroso
La segunda declaración del apóstol “sin rodeos” es esta: “Si alguno afirma que ama a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso”. Juan no dice que sea grosero o que se equivoque, sino es un mentiroso, apuntó el Papa, y esto asimismo debemos aprenderlo nosotros:
Amo a Dios, rezo, me extasio y todo… y después descarto a otros, odio a otros o simplemente no los amo, o soy indiferente a los demás… No afirma “te equivocaste” , pero “eres un mentiroso”. Y esta palabra en la Biblia es clara, por el hecho de que ser mentiroso es precisamente el modo perfecto de ser del demonio: es el Enorme Mentiroso, nos comunica el Nuevo Testamento, es el padre de la mentira. Esta es la definición de Satanás que nos ofrece la Biblia. Y si dices que amas a Dios y detestas a tu hermano, andas al otro lado: eres un mentiroso. No hay concesiones en esto.
Muchos pueden hallar justificaciones para no amar, alguien puede decir: “Yo no odio, Padre, pero hay tanta gente que me hace daño oa la que no puedo aceptar porque son groseros o groseros”. Y el Papa comenta subrayando la concreción del amor indicado por Juan cuando escribe: “Quien no quiere a su hermano, a quien vió, es inútil de amar a Dios, a quien no vió” y afirma: “Si no eres con la capacidad de querer a las personas, desde las mucho más cercanas a las más lejanas con las que vives, no puedes decirnos que amas a Dios: eres un mentiroso”.
El amor es preciso y cotidiano.
Pero no solo existe el sentimiento, el odio, puede existir el deseo de no “meterse” en las cosas del resto. Pero esto no está bien, pues el amor “se expresa realizando el bien”:
Si un individuo dice: “Yo, para estar muy limpio, solo tomo agua destilada”: ¡morirás! Por el hecho de que eso no es bueno para la vida. El auténtico amor no es agua destilada: es agua de todos los días, con problemas, con cariños, con amores y odios, pero eso es todo. Amar la concreción, el amor concreto: no es un amor de laboratorio. Esto nos enseña el apóstol, con estas definiciones tan visibles. Pero hay una forma de no amar a Dios y no querer un tanto al prójimo, que es la indiferencia. “No, no deseo eso: quiero agua destilada. No me meto en los problemas de los demás”. Debes, para ayudar, rezar.
El Papa Francisco cita entonces una expresión de San Alberto Hurtado, quien ha dicho: “Es bueno no hacer el mal; pero es malo no realizar el bien”. El verdadero amor “debe llevar a llevar a cabo el bien (…), a ensuciarse las manos en las obras del amor”. No es sencillo, pero en este camino de fe está la oportunidad de vencer al planeta, la mentalidad del mundo que “nos impide querer”.
Por el camino de la fe vencemos al planeta
Este es el camino –sigue el Papa– “aquí no entran los indiferentes, los que se lavan las manos de inconvenientes, los que no desean meterse en un berenjenal para ayudar, para hacer el bien; Los falsos místicos, los de corazón destilado como el agua, que dicen querer a Dios pero no aman al prójimo, no entren”, y concluye: “Que el Señor nos enseñe estas verdades: la certeza de haber sido amados primero y el coraje de amar a los hermanos”.
Esperamos que le gustara nuestro articulo Papa Francisco: que ama a Dios y no ama a su hermano
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