Papa Francisco: La oración simple mueve a Jesús

Papa Francisco: La oración simple mueve a Jesús

“Jesús vino exactamente por nosotros pecadores y cuanto más pecadores seáis, más cerca va a estar el Señor de nosotros. Acostumbrémonos a repetir siempre y en todo momento esta oración: ‘Señor, si deseas, tú tienes el poder’”.

Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano

“Señor, si deseas, tienes el poder”. En la homilía de la misa conmemorada en Casa Santa Marta (16/01), el Papa Francisco comentó el episodio evangélico de la curación del leproso y nos instó a contemplar la compasión de Jesús, que vino a ofrecer su historia por nosotros pecadores.

un auténtico desafío

El Papa resaltó la “historia sencilla” del leproso, que le solicita a Jesús que lo sane. En esa expresión “si deseas”, está la oración, que “llama la atención de Dios”, y la solución. “Es un desafío – dijo Francisco – pero también es un acto de confianza. Yo sé que Él puede y por eso me entrego a Él”. “Pero, ¿por qué este hombre sintió la necesidad de decir esta oración?”, preguntó el Pontífice. Porque vi de qué forma actuó Jesús. Este hombre había visto la compasión de Jesús.” “Compasión”: un “coro en el Evangelio”, que tiene los rostros de la viuda de Naín, la buena samaritana, el padre del hijo pródigo.

La compasión envuelve, sale del corazón y te impulsa a tener algo. La compasión es ‘sentir con’, asumir el sufrimiento del otro para resolverlo, para curarlo. Y esta fue la misión de Jesús. Jesús no vino a predicar la ley y después se fue. Jesús vino ‘en compasión’, esto es, para sentir con y por nosotros y dar su historia.

Jesús no se lava las manos, pero se queda a nuestro lado

La invitación del Papa es reiterar “esta frasecita”: “Sintió compasión”. Jesús – explicó Francisco – “es capaz de involucrarse en el mal, en los inconvenientes del resto porque vino para eso, no para lavarse las manos y ofrecer tres o 4 sermones y marcharse”, está siempre y en todo momento a nuestro lado.

“Señor, si quieres, tienes el poder de sanarme, tienes el poder de disculparme; si quieres, puedes asistirme”. O, si se quiere, puede ser más larga: “Señor, soy un pecador, ten piedad de mí, ten compasión”, una oración sencilla que se puede decir múltiples veces al día. “Señor, te solicito: ten piedad de mí”. Múltiples veces al día, de corazón, interiormente, sin decirlo en voz alta: “Señor, si quieres, tienes el poder; si deseas, tienes el poder. Tienes compasión”, repite eso.

una oración prodigiosa

Con su oración simple y prodigiosa, el leproso ha podido conseguir la curación merced a la compasión de Jesús, que nos ama aun en el pecado.

Él no se abochorna de nosotros. “Oh, Padre, soy un pecador, ¿de qué forma diré esto…” ¡Aún mejor! Porque vino precisamente por nosotros pecadores y cuanto más pecadores seáis, más cerca estará el Señor de nosotros, por el hecho de que vino por vosotros, el mayor pecador, por mí, el mayor pecador, por todos nosotros. Acostumbrémonos a reiterar una y otra vez esta oración: “Señor, si quieres, tú tienes el poder. Si quieres, tienes el poder”. Con la seguridad de que el Señor está cerca de nosotros y que su compasión tomará sobre sí nuestros problemas, nuestros pecados, nuestras enfermedades interiores, todo.

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