Papa en Santa Marta: cuidar a los ancianos y jóvenes es

Papa en Santa Marta: cuidar a los ancianos y jóvenes es
El cariño de Dios por su pueblo no conoce el «descarte»: es grande, es como un fuego que nos hace más humanos. Releyendo un pasaje del profeta Zacarías, el Papa en la Misa de hoy en Santa Marta, vuelve a destacar de qué manera, tanto en las familias como en la sociedad, el abandono de los pequeños y jubilados porque no son productivos no es señal de la presencia de Dios
Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano
Qué fuerte es el amor de Dios por su pueblo, si bien lo hayan descuidado, traicionado, olvidado. En Dios hay siempre un amor candente del que brota la promesa de salvación para todos nosotros.
El Papa Francisco, en la homilía de la Misa conmemorada en Casa Santa Marta, interpreta así el capítulo octavo del libro del profeta Zacarías, donde está escrito: “De esta manera afirma el Señor de los ejércitos: Me consume el fuego amor por Sión; Estoy feliz en su nombre de un cólera violento. De este modo dice el Señor: Hete aquí, vuelvo a Sión, vengo a residir en Jerusalén”. Merced al amor de Dios, pues, Jerusalén volverá a vivir.
El precaución de jubilados y niños es una promesa de futuro
Y en la Primera Lectura, resalta Francisco, también son claros los “signos de la presencia del Señor” con su pueblo, una “presencia que nos hace mucho más humanos”, que nos hace mucho más “maduros”. Son los signos de la abundancia de vida, la abundancia de niños y ancianos que animan nuestras plazas, sociedades, familias:
El signo de la vida, el signo del respeto a la vida, el cariño a la vida, el signo de realizar medrar la vida y este es el signo de la presencia de Dios en nuestras comunidades y asimismo el signo de la existencia de Dios que hace madurar a un pueblo, cuando hay personas mayores. . Esto es bello: “todavía vais a ver ancianos y ancianas sentados en las plazas de Jerusalén, cada uno de ellos con su bastón en la mano”, es una señal. Y tantos pequeños. usar una expresión «regurgitar». ¡Muchos! La abundancia de la vejez y la niñez. Esta es la señal, cuando un pueblo protege a los ancianos ya los niños, los atesora, esta es la señal de la existencia de Dios, es la promesa de un futuro.
La civilización del descarte es una ruina
Y la querida profecía de Joel regresa a las expresiones del Papa: «Nuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones». Y de esta forma, repite, hay un trueque recíproco entre ellos, lo que no ocurre en el momento en que, por el contrario, en nuestra civilización impera la civilización del descarte, una “ruina” que nos hace “devolver al remitente” los pequeños que llegan o nos manda hace adoptar como “método” encerrar a los mayores en residencias de jubilados por el hecho de que “no generan”, “por el hecho de que impiden la vida normal”.
Entonces la historia de la abuela, mencionada en otras oportunidades, vuelve a la memoria del Papa para hacer comprender lo que significa descuidar a los ancianos ya los pequeños. Es la narración de una familia donde el padre escoge mover al abuelo a comer solo a la cocina por el hecho de que, conforme se hacía mayor, se le empezaba a tirar la sopa y a mancharse. Pero un día este padre volvió a casa y halló a su hijo construyendo una mesa de madera porque, en ese mismo aislamiento, en algún momento él también caería.
“En el momento en que se desatiende a los niños y a los jubilados”, acaba en los efectos de las sociedades modernas, que Francisco recuerda comentando de tradiciones mal entendidas y de invierno demográfico:
Cuando un país avejenta y no hay pequeños, no ves cochecitos de niños por las calles, no ves mujeres embarazadas: “Un niño, mejor no…”. En el momento en que lees que en ese país hay más retirados que trabajadores. ¡Es trágico! Y cuántos países el día de hoy empiezan a vivir este invierno demográfico. Y entonces, cuando se descuida a los mayores, perdemos –digámoslo sin vergüenza– tradición, tradición que no es un museo de cosas viejas, es la garantía del futuro, es el jugo de las raíces que hace crecer el árbol. y ofrecer flores y frutos. . Es una sociedad estéril para las dos partes, con lo que acaba mal.
“Sí, es verdad”, añade el Papa, “la juventud se puede obtener”: hoy día hay tantas empresas que la ofrecen con apariencia de trucos, cirugías plásticas y estiramientos faciales, pero –piensa Francisco– todo acaba siempre en la “ ridículo”.”
Viejos y jóvenes: esperanza de nación y también Iglesia
¿Cuál es entonces el corazón del mensaje de Dios? Es lo que el Papa llama una “cultura de la promesa” y que está precisamente representada por “viejos y jóvenes”. Son la seguridad de la supervivencia de “un país, una patria, la Iglesia”.
Y la conclusión de la homilía se refiere a los muchos viajes del Papa por el planeta, cuando los padres crían a sus hijos para la bendición y lo hacen como si estuvieran mostrando sus “bienes”, una imagen que debería realizar reflexionar:
Y jamás olvido a esa anciana en la plaza central de Iași, en Rumania, cuando me miró -era como las abuelas rumanas, con velo-, me miró, tenía a su nieto en brazos y me mostró hacia mí, como diciendo: “Esta es mi victoria, este es mi triunfo”. Esta imagen, que entonces dio la vuelta al planeta, nos comunica mucho más que esta predicación. De ahí que, el amor de Dios es siempre y en todo momento para cultivar amor y llevar a cabo medrar a las personas. Sin cultura del descarte. No sé, me viene a decir, perdónenme, párrocos, cuando en la noche toman el examen de conciencia, pregunten esto: ¿de qué manera me comporté hoy con los pequeños y los jubilados? Nos va a ayudar.
Esperamos que le gustara nuestro articulo Papa en Santa Marta: cuidar a los ancianos y jóvenes es
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios