Papa en el Ángelus: huyendo del egoísmo y la clausura

Papa en el Ángelus: huyendo del egoísmo y la clausura
Jesús se hizo hombre para que el hombre, “habiéndose vuelto sueco y mudo por el pecado, pudiera oír la voz de Dios, la voz del amor que habla a su corazón, y de esta manera aprendiese a charlar, a su vez, el lenguaje del amor, traduciéndolo al movimientos de generosidad y entrega”, ha dicho Francisco en la oración mariana.
Raimundo de Lima – Localidad del Vaticano
“Abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que padecen y necesitan ayuda, rechazando el egoísmo y la cerrazón de corazón”. Fue la exhortación del Papa Francisco en el discurso que precedió a la oración del Ángelus al mediodía de este 23º domingo del Tiempo Ordinario, se rezó con los leales y peregrinos en la Plaza de San Pedro.
No ser sueco y mudo frente al dolor de los hermanos
Leal a la liturgia de este domingo, Francisco resaltó que el Evangelio del día nos trae el episodio de la curación milagrosa de un sordomudo, realizada por Jesús.
Haz el bien a la gente sin tocar la trompeta
“Le trajeron un hombre sordomudo, pidiéndole que le pusiera la mano encima. Él, en cambio, logró múltiples gestos: en primer lugar, lo sacó de la multitud. En esta ocasión, como en otras, Jesús actúa siempre con discreción. No quiere impresionar a la gente, no busca popularidad ni éxito, solo quiere realizar el bien a la multitud. Con esta actitud nos enseña que hay que hacer el bien sin chillidos, sin alardes, sin tocar la trompeta. Hay que llevarlo a cabo en silencio”, señaló.
Al detallar el episodio narrado por el evangelista San Marcos, Francisco señaló que “estando lejos de la multitud, Jesús metió los dedos en los oídos del sordomudo y con la saliva le tocó la lengua. Este ademán tiene relación a la Encarnación”, añadió el Santurrón Padre.
Jesús entiende la situación de otro hombre
El Hijo de Dios, siguió el Papa, “es un hombre inserto en la realidad humana: se realizó hombre, por consiguiente, puede entender la condición dolorosa de otro hombre y también interviene con un ademán en el que está implicada su humanidad”.
“Al tiempo, Jesús quiere dejar claro que el milagro hay que a su unión con el Padre: por eso levantó los ojos al cielo. Entonces gimió y pronunció la palabra resolutiva ‘Effatha’, que significa ‘Ábrete’. Y al instante el hombre fue sanado: se le abrieron los oídos y se le desprendió la lengua. La cura era para él una ‘apertura’ a el resto y al planeta”.
Curación de la enfermedad y el sufrimiento físico y curación del temor
Este relato evangélico resalta la necesidad de un doble cura, continuó el Pontífice. “Primero, la curación de la patología y el sufrimiento físico, para restaurar la salud del cuerpo; aunque ese propósito no es del todo realizable en el horizonte terrenal, a pesar de los muchos esfuerzos de la ciencia y la medicina”, resaltó.
Pero hay una segunda cura, quizás mucho más difícil, subrayó el Papa, y es la cura del miedo, esto es, de nuestro temor. La cura del miedo que nos transporta a marginar al enfermo, a marginar al que sufre, a la persona con discapacidad.
“Y hay muchas formas de marginar, incluso con pseudo lástima o quitando el inconveniente; si permaneces sordo y mudo ante el dolor de las personas marcadas por la enfermedad, la angustia y las adversidades. Frecuentemente la persona enferma y que sufre se transforma en un problema, en el momento en que deberían ser una ocasión para expresar el cuidado y la solidaridad de una sociedad con los mucho más débiles”.
Abrirnos a las pretensiones de nuestros hermanos que sufren
El Pontífice añadió que Jesús nos descubrió el secreto de un milagro que asimismo nosotros tenemos la posibilidad de reiterar, “haciéndonos personajes principales del ‘Effatha’, de esa palabra ‘Ábrete’ con la que devolvió el charla y el oído a los sordomudos”.
“Se trata de abrirnos a las pretensiones de nuestros hermanos y hermanas que padecen y precisan ayuda, rechazando el egoísmo y la cerrazón de corazón. Fue precisamente el corazón, esto es, el núcleo profundo de la persona, que Jesús vino a ‘abrir’, a liberar, a hacernos capaces de vivir totalmente nuestra relación con Dios y con el resto”.
Jesús se hizo hombre para que el hombre, “habiéndose vuelto sueco y mudo por el pecado, pudiera oír la voz de Dios, la voz del amor que charla a su corazón, y de esta manera aprendiera a hablar, por su parte, el lenguaje del amor, traduciéndolo en movimientos de generosidad y donación de uno mismo”.
Natividad de María y Beatificación de Alfonsa Maria Eppinger
Al saludar a los distintos conjuntos de leales y peregrinos presentes, el Beato Padre recordó que el sábado se festejó la celebración de la Natividad de Nuestra Señora en el Santuario Pontificio de la Santa Casa de Loreto -en la región de Las Marcas en Italia- y una iniciativa de se hizo espiritualidad para las familias: Casa de María Hogar para toda familia. “Encomendamos a la Santísima Virgen las iniciativas del Santuario y de quienes, de distintas formas, participarán en ellas”, dijo el Papa.
Francisco también recordó la Beatificación, este domingo, en Estrasburgo, Francia, de la creadora de las Hermanas del Santísimo Salvador, Alfonsa Maria Eppinger. “Ofrecemos gracias a Dios por esta mujer valeroso y sabia que, tolerando, en silencio y orando, testimoniaba el amor de Dios sobre todo por los enfermos del cuerpo y del espíritu”, exhortó.
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