Papa a la vida consagrada tailandesa: texto completo

Papa a la vida consagrada tailandesa: texto completo

Papa a la vida consagrada tailandesa: texto completo

1574397578021.JPG

Viaje Apostólico a Tailandia

Dirección del Santurrón Padre

Encuentro con curas, consagrados y consagradas, seminaristas y catequistas

[Tomhon-ParroquiadeSanPedro(SamPram)22denoviembrede2019[Tomhon–ParóquiadeSãoPedro(SamPram) 22denovembrode2019

Gracias, obispo Joseph (Pradhan Sridarunsil), por las palabras de bienvenida que me ha dirigido en nombre de todos nosotros. Estoy feliz de poder veros, escucharos, comunicar vuestra alegría y sentir de qué forma obra el Espíritu en medio de nosotros. Merced a todos nosotros, catequistas, curas, consagrados y consagradas, seminaristas, por este tiempo que me habéis regalado.

Gracias también a Benedetta por haber compartido con nosotros su vida y su testimonio. Mientras que la escuchaba, me invadió un sentimiento de acción de gracias por la vida de muchos misioneros y misioneras que han influido en vuestras vidas, dejando su huella en ellas. Benedetta, nos hablaste de las Hijas de la Caridad. Y deseo que mis primeras palabras con vosotros sean un agradecimiento a todas estas personas consagradas que se han hecho fecundas con el calvario silencioso de la lealtad y la entrega diaria. No sé si tuvieron la oportunidad de contemplar o saborear el fruto de sus sacrificios, pero fueron, sin duda, vidas capaces de producir. Eran una promesa de esperanza. De ahí que, al inicio de nuestro encuentro, quisiera invitarlos a tener presentes de forma particular a todos los catequistas, jubilados consagrados que nos engendraron en el cariño y la amistad con Jesucristo. Hemos proporcionado gracias por ellos y por los jubilados de nuestras comunidades que hoy no pudieron estar aquí. Diles, a los jubilados que hoy no pudieron estar aquí, que el Papa los bendice, les agradece y les pide su bendición.

Pienso que la historia vocacional de todos nosotros está marcada por estas presencias que asistieron a conocer y discernir el fuego del Espíritu. Es tan hermoso e esencial saber ser complacido. “La gratitud es siempre un ‘arma poderosa’. Sólo si somos capaces de contemplar y agradecer en concreto todos los gestos de amor, generosidad, solidaridad y confianza, así como los movimientos de perdón, paciencia, apoyo y compasión con que fuimos tratados, vamos a dejar que el Espíritu nos conceda esa aire puro capaz de renovar (y no estancar) nuestra vida y nuestra misión» (Carta a los ancianos, 8/4/2019). Pensemos en ellos, demos gracias y, apoyados en ellos, sintámonos llamados a ser también hombres y mujeres que ayuden a producir la vida nueva que el Señor nos regala. Llamados a la fecundidad apostólica, llamados a ser luchadores intrépidos por las cosas que el Señor quiere y por las que dio su historia, solicitemos la gracia de nuestros sentimientos y de nuestra mirada palpitante al ritmo de su Corazón –y me atrevo a decirlo– hasta que sea herida por el mismo amor; la felicidad de mantener esta pasión por Jesús y su Reino.

En este sentido, todos tenemos la posibilidad de cuestionarnos: ¿Cómo cultivo la fecundidad apostólica? Es una pregunta bonita que nos podemos hacer todas y cada una va a poder responderla en su corazón… a conocer si la hermana traduce lo que no está en el… Es una pregunta bonita que nos podemos realizar todas y a ver qué nuestro corazón responde. Porque para mí no es sencillo, esto no está en el artículo, para mí no es fácil comunicarme contigo a través de un dispositivo. ¡No es sencillo! Pero estás preparado. Gracias.

Benedetta, nos contaste de qué manera el Señor te atrajo por medio de la belleza. Era la hermosura de una imagen de Nuestra Señora que penetraba en tu corazón con su particular mirada y despertaba el deseo de conocerla mejor: ¿Quién es esta mujer? No fueron las expresiones, ni las ideas abstractas, ni los fríos y fríos silogismos; todo empezaba con una observación, con una mirada hermosa que te cautivaba. ¡Cuánta sabiduría se esconde en tus palabras! Despertar a la hermosura, despertar al desconcierto, la sorpresa con la capacidad de abrir nuevos horizontes y suscitar novedosas preguntas. Una vida consagrada que no es capaz de permanecer abierta a la sorpresa es una vida que se ha detenido a mitad de sendero. Esto quiero repetir, no está escrito. Una vida consagrada, que no es con la capacidad de sorprenderos todos y cada uno de los días, de alegraros o de haceros llorar, sino más bien de sorprenderos, es una vida consagrada a medio sendero. El Señor no nos ha llamado a mandarnos al mundo para imponer a las personas obligaciones o cargas más pesadas de las que tienen (y son muchas), sino más bien para compartir la alegría, un horizonte precioso, nuevo, sorprendente. Me gusta mucho esta expresión de Benedicto XVI que considero paradigmática y hasta profética en estos tiempos: la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción (cf. evangelii gaudium, 14). “Anunciar a Cristo significa enseñar que opinar en Él y seguirlo no sólo es verdadero y justo, sino más bien asimismo algo bello, grandioso, con la capacidad de atestar la vida nuevamente esplendor y de profunda alegría, aun en la mitad de las pruebas” (Ibídem.167).

Y esto nos impulsa a no tener miedo a buscar nuevos símbolos y también imágenes, un canto particular que asista a los tailandeses a despertar a la maravilla que el Señor nos desea obsequiar. No debemos tener temor de inculturar poco a poco más el Evangelio. Repito esto: no tengáis miedo de estimar inculturar poco a poco más el Evangelio. Es requisito buscar novedosas maneras de trasmitir la Palabra, capaces de movilizar y despertar el deseo de comprender al Señor: ¿Quién es este hombre? ¿Quiénes son estas personas que siguen a un hombre crucificado?

Cuando me preparaba para este acercamiento, leí con cierta tristeza que, para bastantes, la fe cristiana es una fe extranjera, es la religión de los extranjeros. Esta situación nos impulsa a buscar con valentía, a confesar la fe “en dialecto”, como una madre canta canciones de cuna a su bebé. Con esta confianza, debemos ofrecer a la fe un rostro y una “carne” tailandesa, que es considerablemente más que traducir. Es dejar que el Evangelio se despoje de sus ropas buenas, pero ajenas, para resonar con la música que es la vuestra en esta tierra y llevar a cabo vibrar el alma de nuestros hermanos y hermanas con exactamente la misma belleza que maravilló a nuestro corazón. Convido-vos a rezar a Nossa Senhora, a primeira que cativou Benedetta com a beleza do seu olhar, e digamos-Lhe com confiança de filhos: «Alcançai-nos agora um novo ardor de ressuscitados para alzar a todos o Evangelho da vida que vence muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos, a fin de que el don de la belleza inmarcesible llegue a todos” (Ibídem.288).

La mirada de María nos impulsa a mirar en la misma dirección que ella, hacia otra mirada –la mirada de Jesús– para llevar a cabo lo que él nos comunica (cf. Jo 2, 1-12). Ojos que cautivan, pues son capaces de ir alén de las apariencias, para alcanzar y celebrar la hermosura mucho más auténtica que habita en cada individuo. Una observación que rompe, como nos enseña el Evangelio, con todos los determinismos, fatalismos, esquemas. Donde muchos vieron solo a un pecador, un blasfemo, un recaudador de impuestos, un malhechor y hasta un traidor, Jesús pudo ver a los apóstoles. Y esta es la hermosura que su mirada nos invita a anunciar: una mirada que se interna, transforma y saca lo destacado del resto.

Centrándonos en los inicios de vuestra vocación, muchos de vosotros, en vuestra juventud, participasteis en las actividades de jóvenes que deseaban vivir el Evangelio y salíais a visitar a los mucho más necesitados, marginados e incluso menospreciados de la región, huérfanos y los jubilados. Ciertamente, allí varios fueron visitados por el Señor, haciéndoles descubrir la llamada a darle todo. Hablamos de salir de uno mismo y, en el mismo movimiento de salir, ser encontrado. En los semblantes de la gente con las que nos cruzamos en la calle pudimos conocer la hermosura de tratarnos como a un hermano. Ya no es el huérfano, el abandonado, el marginado o el menospreciado. En este momento tiene rostro de hermano, el “hermano redimido por Jesucristo. ¡Esto es ser católico! ¿O se puede entender la santidad sin este reconocimiento vivo de la dignidad de todo humano?”. (Gaudete et exsultate, 98). Deseo apoyar y animar a muchos de nosotros que, cada día, pasáis la vida sirviendo a Jesús en vuestros hermanos y hermanas, como mostró el Obispo en el momento en que os presentó (¡era visible que estaba orgulloso de nosotros!); den valor a muchos de ustedes que tienen la posibilidad de ver hermosura donde otros ven solo desprecio, abandono o un objeto sexual para ser explotado. De este modo sois signo preciso de la misericordia viva y activa del Señor; señal de la unción del Santurrón en estas tierras.

Tal unción presupone la oración. La fecundidad apostólica necesita y se sosten en el cultivo de la privacidad de la oración. Una privacidad como la de los abuelos que rezan asiduamente el rosario. ¡Cuántos de nosotros recibimos la fe de nuestros abuelos! Las hemos visto con el rosario en la mano, mientras hacían sus menesteres domésticos, consagrando de este modo todo su día. Es contemplación en la acción, dejando entrar a Dios en todas las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Hoy es importante que la Iglesia anuncie el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas y cada una de las ocasiones, sin vacilaciones ni miedo (cf. evangelii gaudium, 23), como personas que son enviadas nuevamente cada mañana al acercamiento personal con el Señor. Sin oración, toda nuestra vida y nuestra misión pierden sentido, pierden fuerza y ​​furor. Le solicito al traductor que traduzca lo que prosigue ahora que no está en el texto. Si te falta oración, cualquier trabajo que hagas carece de sentido, no tiene fuerza, no posee valor. La oración es el centro de todo.

San Pablo VI decía que entre los peores contrincantes de la evangelización es la falta de fervor (cf. evangelii nuntiandi, 80). Lea este número 80 de la Evangelii nuntiandi. Y para el religioso, para el espiritual, para el sacerdote, para el catequista, el furor se alimenta en este doble acercamiento: con el rostro del Señor y con el de los hermanos. Nosotros asimismo requerimos este espacio, donde tengamos la posibilidad regresar a la fuente para tomar del agua que da vida. Pese a estar metidos en mil ocupaciones, busquemos siempre un espacio para recordar, en la oración, que el Señor ya ha salvado al planeta y, con Él, nos encontramos convidados a realizar tangible esta salvación.

Gracias de nuevo por tu vida, gracias por tu testimonio y desprendida distribución. Os solicito, por favor, que no cedáis a la tentación de meditar que sois pocos; más bien pensad que sois pequeños, pequeños instrumentos en las manos creadoras del Señor. Con vuestra vida escribirá las páginas más preciosas de la crónica de la salvación en estas tierras.

Y no olviden, por favor, rezar y hacer rezar por mí.

¡Gracias!

Como esto:

Como Cargando…

Entrada archivada bajo: Santo Padre. Etiquetas: vida consagrada.

Esperamos que le gustara nuestro articulo Papa a la vida consagrada tailandesa: texto completo
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios