Moisés Sbardelotto lanza “Y el Verbo se hizo

moacir beggo

São Paulo-SP) – El profesor y doctor en Ciencias de la Comunicación, el gaucho Moisés Sbardelotto, lanzó este lunes (7/10), en São Paulo, el libro “Y la Palabra se realizó Red – Religiosidades en reconstrucción en el ámbito digital” (Paulinas e Sepac) .

También es creador de “Y la Palabra se hizo bit: Comunicación y experiencia religiosa en la red (Santuario, 2012)”.

Los días 24 y 25 de octubre, en Rondinha, será el asesor de la Asamblea del Frente Comunicación Evangelización de esta Provincia de la Inmaculada Concepción.

Sbardelotto mencionó que concluyó el libro dejando una provocación a la Iglesia de que esta encarnación digital es precisa, como muestra el título de su obra.

“Si pensamos en términos teológicos, podemos decir que el día de hoy somos estas manos que prosiguen la creación.

Estas presencias vivas de Jesús el día de hoy.

Nosotros, en cierto modo, continuamos este proceso de encarnar la presencia cristiana en el planeta.

Y asimismo podemos meditar en esta encarnación desde un criterio digital.

¿De qué manera llevamos esta fe, esta experiencia, estos valores, esta tradición, esta historia a este ámbito donde cambian los lenguajes, cambian las relaciones, las maneras de percibir el cambio?”, explicó Moisés, quien fue recibido por el coordinador y asesor pedagógico de Sepac (Servicio de Comunicación Pastoral), Joana Puntel (en la fotografía de la izquierda), para una charla a estudiantes y también interesados ​​en el tema de la Comunicación Digital.

Tras un momento de comunicar, Moisés se tomó un tiempo para firmar autógrafos.

“La Palabra está en red precisamente en la encarnación digital de las mucho más distintas expresiones comunicacionales religiosas.

No es solo el Papa en Twitter quien hace este proceso, sino cada página que se asume como católica, que de alguna forma promueve esta encarnación o inhabilita esta encarnación.

Son estas presencias las que dan esta iniciativa de encarnación.

Entonces, este hacerse red no es sólo una necesidad pastoral o un desafío eclesial, sino asimismo una realidad.

El networking el día de hoy es una realidad: la salud se regresa red, el deporte, la política.

Entonces, es una situación sociocomunicacional ahora que existe.

Deseo decir, la Iglesia, tras todo, está retrasada en este desarrollo.

Entra al salón en el momento en que ya comenzó la fiesta”, observó el instructor, meditando: “Quizás la Iglesia aún no es una red digital, pero es una red, una comunidad de comunidades, etcétera.

Utilizamos un lenguaje que nos constituye como red.

Requerimos traducir esta red a una red digital, ese es el problema”.

En esta ecología mediática, según el autor, es necesario abandonar, en términos pastorales y eclesiales, lecturas meramente funcionalistas del fenómeno comunicacional, o sea, la comunicación vista sólo en términos de maximización de la Iglesia.

“Ah, ¿por qué la Iglesia tiene que estar que se encuentra en la red? Pues hay que tener mucho más seguidores, mucho más sacerdotes, porque hay que aumentar las vocaciones… No; esta es una lectura funcionalista, esto es, solo deseo hacer llegar porque quiero obtener algo a cambio.

Esta lectura no nos va a asistir en la civilización de hoy”, destacó Moisés.

Para él, es requisito abandonar las lecturas meramente funcionalistas, las lecturas instrumentalistas, la comunicación vista como un instrumento para conseguir esta maximización de los objetivos eclesiales.

“¿Por qué razón la Iglesia tiene que estar en la televisión? Oh, porque la Iglesia tiene un óptimo medio para reunir a los leales y hallar vocaciones.

No, esa visión es instrumentalista”, resaltó.

Entonces, para Sbardelotto, es requisito acabar con las lecturas meramente técnicas.

“La comunicación como mera solución tecnológica a problemas que, en el fondo, son de otro orden.

Deseo decir, ¿por qué razón la Iglesia debería estar presente en la red? Ah, por el hecho de que es la red la que nos va a ofrecer una respuesta.

No es la red como tecnología la que nos dará respuestas a un problema no tecnológico.

La carencia de vocaciones, si es el caso, o la falta de leales, no son problemas tecnológicos.

Son de otro orden y la tecnología no va a dar una contestación efectiva a esto, tanto es conque disponemos decenas de canales católicos en Brasil y eso no quiere decir que Brasil se esté transformando en un país mucho más católico, al revés, la civilización brasileña, prácticas políticas no son nada católicas.

Entonces, no es la televisión, como mera tecnología, la que nos va a dar una respuesta que no sea de carácter tecnológico”, reforzó.

Sbardelotto explicó que la comunicación eclesial no puede ser pensada solo como “ad intra” o “ad extra”, donde la institución es siempre y en todo momento el ‘centro’ haciendo referencia a sí mismo de relaciones y procesos, que sólo cobran sentido en función de ella.

“Si pensamos en la comunicación como una red, ahora es imposible acotar uno fuera Es uno dentro eclesiástico.

No un principio y un fin de las acciones comunicativas, sino solo relaciones de relaciones.

¿Qué es la red? Es una relación de varias relaciones, entre la jerarquía, la institución, el pueblo, los leales, los infieles, en la que todo está interconectado.

Y aquí cito la oración del Papa Francisco en el Laudato Si: pensando en la comunicación asimismo desde un criterio ecológico.

Todo está interconectado y no tenemos la posibilidad de huír de esta red.

Debemos saber de qué manera lidiar con eso”.

Para él, la comunicación de la Iglesia ha de ser considerada, también y eminentemente, como “ad entre“, o sea un estar entreuno volverse hacia los demás estando entre ellos.

En el que estos otros implican a otros interactuadores, otras interacciones, otros procesos.

Fuera de semejantes relaciones, como egocéntrica, la Iglesia pierde su sentido de vida”, apuntó.

Para el periodista de Rio Grande do Sul, el concepto de red asimismo nos desafía como Iglesia a repensar nuestra concepción de Iglesia, concepción de la comunicación eclesial, donde frecuentemente nos colocamos en el centro o sobre el planeta.

“Me comunico con el planeta desde el púlpito.

Deseo decir, estoy aquí arriba y me comunico con este planeta que está bajo mí.

Pero en una red no hay abajo, arriba, afuera y adentro, la red es esta red de relaciones.

Entonces, es un gran desafío, es una gran provocación para nosotros, los comunicadores, y para los teólogos”.

Otro punto importante para el docente es una inculturación digital.

“Si existe esta cultura digital, la Iglesia asimismo precisa inculturarse, comprender los procesos que allí se dan.

Y aquí retomo una parte de Evangelii gaudium: Ante la ‘reforma digital’, el desafío de la Iglesia, pero asimismo de la sociedad en su grupo, es ‘inculturarse’ en la civilización mediática nuevo.

La inculturación, en sentido eclesial, es el proceso por el cual la Iglesia “introduce a los pueblos con sus etnias en la propia red social, por el hecho de que cada cultura proporciona formas y valores positivos que tienen la posibilidad de enriquecer el modo de predicar, comprender y vivir el Evangelio”.

Pero como Iglesia necesitamos reconocer estos valores que están en la civilización e introducirlos en la civilización eclesial.

Para eso, es esencial seguir hacia las fronteras digitales”, desafió.

Sbardelotto concluyó su presentación tocando un punto vital que siempre recuerda bastante el Papa Francisco: el testimonio.

“¿Qué deseamos hacer como red, cuál es nuestra misión como red, por qué razón estamos presentes en esta red? ¿Por el bien de la fama, por el bien de los números, por el bien del interés económico, financiero? Y aquí, el Papa Francisco, en su mensaje para el Día Mundial de las Comunicaciones, recordando al Papa Benedicto XVI, mencionó que la Iglesia no medra por proselitismo, sino más bien por atracción.

Y el Papa Francisco va a decir que no debemos bombardear mensajes religiosos on line.

Esa no es la misión de la Iglesia, o sea, proseguir comentando de sí misma, de la Iglesia como tal.

Según el Papa, esta red se convirtió en parte integral de la vida humana.

Entonces, si hay gente en internet, la Iglesia debe estar presente, porque la misión de la Iglesia es estar entre la gente.

Donde hay un humano, allí está la Iglesia”, dijo.

Para Sbardelotto, también en red, la Iglesia no hace proselitismo, medra considerablemente más por atracción.

“Por consiguiente, el desafío frente a los cambios comunicacionales es fomentar una diaconía de la cultura en el continente digital actual.

El diácono es alguien que se pone al servicio de la cultura.

En la cultura digital, la Iglesia también se pone al servicio de promover las formas y valores positivos que ya tiene esta cultura, prestando asistencia a crear la cultura digital, que no está preparada.

Ella está evolucionando.

Nosotros, como Iglesia, estamos llamados a ayudar a esta construcción que pasa, según Benedicto XVI, por el testimonio del Evangelio en la era digital.

Y el valor del testimonio, en línea y offline -aquí cito al Papa Francisco- es mucho más fuerte que mil expresiones, cientos de ‘me agrada’ o retuits, mil vídeos en YouTube’”, recordó.

Para el creador, carece de sentido publicar imágenes de santurrones, de angelitos, suponiendo que doy un óptimo testimonio.

“Y para congruencia de vida de la que doy testimonio.

De nada sirve que mi institución, mi diócesis, yo mismo, tengamos una bella página en Fb pero, en el día a día de la Misa, no dar la bienvenida a un fiel, o conseguir la iglesia fea, la gente con el ceño fruncido , el sacerdote gruñón.

Meditar en la comunicación en red es de qué forma traducir la práctica en red.

O sea considerablemente más complejo, desafiante.

La creación de redes impregna nuestras realidades diarias.

¿Cómo interconectamos coherentemente y testimoniamos la fe en los diversos ambientes en los que nos encontramos presentes?”, preguntó.

Para terminar, Moisés citó una frase de San Ambrosio del siglo V: “Nova semper quaerere; dejar la custodia” (siempre y en todo momento busca lo nuevo y guarda las cosas del pasado).

“Intentando encontrar siempre y en todo momento novedades -internet, cultura digital-, conservando las cosas viejas, como la tradición de la Iglesia en el sentido hermoso, fuerte de la Iglesia.

No los tradicionalismos que empobrecen la fe.

¿De qué forma tenemos la posibilidad de preservar todo esto intentando encontrar novedades? Uso la metáfora de un árbol con sus raíces, pero al mismo tiempo con sus alas.

O sea, no perdemos nuestras raíces, pero al mismo tiempo nos damos el derecho de tener alas.

Es una paradoja, pero es necesario”, concluyó.