Mitos y verdades sobre el ayuno y la abstinencia

Entre las tres prácticas cuaresmales que la Iglesia recomienda vivamente a los fieles es el ayuno, que, adjuntado con la oración y la caridad, nos asiste a vivir mucho más intensamente la preparación a la celebración de la Pascua del Señor. Al lado del ayuno, también se nos instruye a vivir la práctica de la abstinencia en ciertas datas precisas. Vale la pena nombrar que la diferencia entre ayuno y abstinencia puede no ser siempre tan clara para la mayoría de los católicos y que en ocasiones los 2 términos se usan indistintamente. Además, probablemente halla cierta confusión sobre lo que realmente dice la Iglesia sobre cada una de estas prácticas: de esta confusión pueden aparecer mitos y verdades a medias que se pueden esclarecer de manera fácil desde la posición de la Iglesia.

Esto deja el interrogante: ¿de qué forma define la Iglesia estas prácticas y dónde tenemos la posibilidad de comprender las normas específicas para ellas? El Código de Derecho Canónico puede ser una aceptable fuente para resolver esta cuestión, porque en él podemos consultar con claridad y sencillez lo que se nos ofrece con el ayuno y la abstinencia.

El ayuno se define como una manera de penitencia que consiste en la privación de alimentos y la abstinencia se detalla como la elección de una dieta fácil y pobre. En el caso del ayuno, se acostumbra tomar una sola comida sobria a lo largo del día, que puede acompañarse de otras dos comidas mucho más pequeñas. En cuanto a la abstinencia, puedes sustituir la carne (que suele ser una comida más cara) por un alimento mucho más simple como el pescado o los huevos. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Beato, los leales de hasta 59 años están obligados a estas prácticas, excepto aquellos con pretensiones particulares (como enfermos, jubilados y mujeres embarazadas). Se recomienda, no obstante, que los viernes del año, todos y cada uno de los leales mayores de 14 años se abstengan de carne o algún otro alimento en base a las normas de la Charla Episcopal, precisamente por ser un día propio de penitencia.

A partir de estos puntos generales, tenemos la posibilidad de decir que el ayuno y la abstinencia no son lo mismo y que, mientras el primero tiene relación a la reducción de la cantidad de alimentos ingeridos durante el día, el segundo trata de la sustitución de unos alimentos por otros. Algunas personas piensan que el ayuno consiste en la sepa absoluta de alimentos a lo largo de todo el día, lo que hemos visto no es verdad. Otros consideran que a lo largo de la abstinencia de carnes rojas es obligatorio substituir este alimento por pescado, lo que tampoco es verdad, puesto que la carne puede sustituirse por cualquier otro alimento más sencillo, como huevos o incluso verduras. Todavía otros consideran estas prácticas como medios para “bajar de peso”, como una dieta común, descuidando de esta forma el aspecto espiritual y penitencial: otro mito.

Algunas personas asimismo ignoran que la abstinencia de carne los viernes es obligatoria y que esta práctica puede ser suprimida con motivo de las solemnidades. En cuanto a la sustitución de la abstinencia, la Conferencia de Obispos de Brasil deja alguna obra de caridad, algún ejercicio de piedad o participación en la Santa Misa. Otro mito: con frecuencia suponen que el ayuno y la abstinencia tienen que observarse cada domingo, pero tienen la posibilidad de ignorar el hecho de que, gracias a la relevancia del domingo como el Día del Señor, semejantes prácticas pueden ser suprimidas.

Al final, ciertos ven tales pautas como meras frías regulaciones: ¡nada podría estar más lejos de la realidad! Son orientaciones cariñosas de la Iglesia, que es nuestra Madre, cuya visión nos asiste a vivir la docilidad a la felicidad del Señor.

*Artículo escrito por el seminarista de Teología, Willian Maia Gomes Leite