Mística y Espiritualidad del Domingo de Ramos

Hay varias formas de comenzar una reflexión sobre la celebración del Domingo de Ramos; momento fuerte de la vida cristiana católica, que lo celebra como la entrada triunfal de Jesús, el Cristo, en la Ciudad Santa de Jerusalén, aclamándolo con Hosanna al hijo de David.

En el presente artículo, elegimos tratar el tema desde dos puntos relevantes para nuestra fe, ‘la mística y la espiritualidad’. La mística puede comprenderse como una experiencia de revelación, por medio de la cual tenemos la posibilidad de sumergirnos en Dios, saborear todo su secreto. La mística es una oportunidad real de encontrar y experimentar a Dios que, revelándose en Jesús, nos abre la posibilidad de conocernos a nosotros. Alén de las conceptualizaciones dogmáticas, lo místico, acercándonos a la experiencia de los poetas, nos lanza ante la experiencia profunda del amor, que da sentido y realiza. (P. Paulo Sérgio Carrara, CSSR, Doctor en Teología).

La mística y la espiritualidad son caminos de integración que, además de ubicarnos frente Dios, nos sitúan en nosotros. Desde esta visión, en este año 2021 con todas las adversidades vividas en torno a la pandemia, veo oportuno pensar sobre el Domingo de Ramos a la luz de Éxodo 3, 7-10.

El Señor le ha dicho: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído el grito de angustia enfrente de los opresores, y he popular sus sufrimientos. 8 He descendido para librarlos de mano de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel: a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo y del los ferezeos, los heveos y los jebuseos. 9 Llegó hasta mí el grito de angustia de los israelitas. He visto la opresión que los egipcios traen sobre ellos. 10 Y ahora, ¡vete! Te envío a Faraón a fin de que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto”. (Biblia CNBB).

En Jesús, el Cristo (Mesías) que entra en Jerusalén de manera gloriosa, podemos ver al mismo Dios que repite las expresiones proclamadas en el Éxodo, cumpliendo lo que afirma. También, semejantes palabras se dirigen a nosotros el día de hoy, que habitamos la aflicción y mencionamos: Hosanna “Señor, sálvanos”.

El Domingo de Ramos es un día con mucha mística espiritual dentro de la Iglesia, y todo lo que festejamos en nuestra vida de fe. Marca el inicio de la Semana Santa, recordando los últimos pasos de Jesús hacia el Calvario, sitio donde se efectúa la intención del Padre, “El rescate de la humanidad”, no la desaparición del Hijo.

Celebramos el Domingo de Ramos, por tanto, con la promesa de entender que Jesús es el Señor de la historia, de todo cuanto somos. La procesión de Ramos tiene el concepto de enseñar esta peregrinación humana en la tierra, que todo católico efectúa en el camino hacia la vida eterna con Dios. Ella nos ten en cuenta que solo somos peregrinos en este planeta tan fugaz, tan transitorio y que pasa como un suspiro. Este ano, fomos convidados a presenciar esta mística a partir de nossas casas, com les poucos que podem estar conosco, mas na seguridad de que não nos encontramos sós, y también que o grito de “Hosana”, está sendo ouvido pelo Deus que desce e habita entre nosotros.

*Producto del Diácono Luciano José Días