Misa de Santa Marta: Papa reza por enfermeras, ejemplo de

Francisco encabezó la Misa en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, en la mañana de este martes (05/12) de la V Semana de Pascua. En la introducción, dirigió sus pensamientos a las enfermeras:

El día de hoy es el día de la enfermera. Ayer envié un mensaje. Oremos el día de hoy por los enfermeros y enfermeras, hombres, mujeres, niños y pequeñas que tienen esta profesión, que es mucho más que una profesión, es una vocación, una dedicación. Que el Señor te bendiga. En este tiempo de pandemia dieron ejemplo de heroísmo y ciertos dieron la vida. Oremos por las enfermeras y enfermeros.

En la homilía, el Papa comentó la evangelio del dia (Jn 14,27-31) en el que Jesús dice a sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz les doy; pero yo no lo doy como el mundo.”

“El Señor, antes de dejarlos, saluda a los suyos y les da el don de la paz, la paz del Señor”, dijo el Papa. “No tiene que ver con la paz universal, esa paz sin guerras que a todos nos gustaría que existiera siempre y en todo momento, sino de la paz del corazón, la paz del alma, la paz que todos nosotros transporta dentro. Y el Señor la da, pero –destaca– no como la da el mundo”. Hablamos de diferentes paces.

“El mundo –observó Francisco– te da la paz interior”, la paz de tu vida, ese vivir con el corazón en paz, “una posesión tuya, como algo que es tuyo y te aísla de los demás” y “es una adquisición tuya: tengo paz Y tú, sin ofrecerte cuenta, te encierras en esa paz, es algo de paz para ti” y te tranquiliza y hasta te alegra, pero “te adormece un poco”, te anestesia y te hace quedar contigo mismo”: es “un poco egoísta”. El planeta da paz de esta manera. Y es “una paz cara por el hecho de que hay que cambiar de forma continua los instrumentos de la paz: en el momento en que una cosa te excita, una cosa te ofrece paz, entonces se acaba y hay que buscar otra… Es cara por el hecho de que es provisional y estéril” .

“En cambio, la paz que da Jesús es otra cosa. Es una paz que te pone en movimiento, no te aísla, te pone en movimiento, te hace aproximarte a el resto, crea comunidad, crea comunicación. La paz del mundo es cara, la de Jesús es gratuito, es gratis: la paz del Señor es un don del Señor. Es fructífero, siempre te transporta adelante. Un caso de muestra del Evangelio que me hace meditar en la paz de todo el mundo es aquel señor que tenía graneros llenos” y pensó en construir otros almacenes para lograr vivir por último en paz. “Necio, afirma Dios, esta noche morirás”. “Es una paz inmanente, que no abre la puerta al mucho más allí. En cambio, la paz del Señor” está “abierta al Cielo, está abierta al Paraíso. Es una paz fecunda que se abre y también transporta a otros contigo al Paraíso”.

El Papa nos invitó a conocer dentro de nosotros mismos cuál es nuestra paz: ¿la encontramos en el confort, en la posesión y en tantas otras cosas, o la podemos encontrar como un don del Señor? “¿Debo abonar por la paz o la consigo gratis del Señor? ¿Cómo está mi paz? ¿En el momento en que me falta algo, me enfado? Esta no es la paz del Señor. Esta se encuentra dentro de las pruebas. ¿Estoy relajado en mi paz, me duermo? No es del Señor. ¿Estoy en paz y deseo comunicarlo a el resto y sacar algo adelante? Esta es la paz del Señor. Aun en los momentos pésimos y difíciles, ¿continúa en mí esa paz? Es del Señor. Y la paz del Señor asimismo es fecunda para mí por el hecho de que está llena de promesa, o sea, mira hacia el Cielo”.

El Papa Francisco dijo que ayer recibió una carta de un buen sacerdote que le decía que habla poco del Cielo, que debería hablar mucho más del Cielo: “Y tiene razón, lleva razón. De ahí que hoy quería recalcar esto: que la paz que el Señor nos ofrece es una paz para en este momento y para el futuro. Es empezar a vivir el Cielo, con la fecundidad del Cielo. No es anestesia. La otra, sí: te anestesias con las cosas de todo el mundo y cuando se termina la dosis de esa anestesia, tomas otra, entonces otra, luego otra… Esta es una paz determinante, asimismo fecunda y contagiosa. No es narcisista, porque siempre mira al Señor. El otro te mira, es un tanto narcisista”.

“Que el Señor – concluyó el Papa – nos dé esta paz llena de esperanza, que nos hace fértiles, nos hace comunicativos con los demás, que crea red social y que mira siempre a la paz definitiva del Paraíso”.

El Papa Francisco concluyó la celebración con adoración y bendición eucarística. Antes de abandonar la Capilla dedicada al Espíritu Santo, el Antífona mariana “Regina caeli”, cantada en tiempo pascual:

Reina del cielo, regocíjate. ¡Aleluya!

Pues Aquel que merecías llevar en tu seno. ¡Aleluya!

Ha resucitado como ha dicho. ¡Aleluya!

Suplica por nosotros a Dios. ¡Aleluya!

D./ Alégrate y alégrate, oh Virgen María. ¡Aleluya!

C./ Pues realmente el Señor ha resucitado. ¡Aleluya!