“Mientras haya creyentes en la ciudad, estaré con ellos”, dice

KIEV, 03 de mayo. 22 / 01:07 pm (ACI).- “Mientras que haya creyentes en la localidad, yo voy a estar con ellos. Dios y mi fe me darán la fuerza para ello”, ha dicho el obispo Pavlo Honcharuk de Kharkov-Zaporiyia, Ucrania, a la fundación pontificia Asiste para la Iglesia Necesitada (ACN), mucho más de un par de meses después de la guerra que comenzó con los rusos. invasión

ACN notificó que los ataques rusos se concentran poco a poco más en el este y sur de Ucrania. Jarkov es la segunda localidad mucho más grande del país y está a pocos kilómetros de la frontera con Rusia. En las últimas semanas, su polígono industrial fué blanco de bombardeos que dejaron por lo menos diez fallecidos y 35 heridos. Además de esto, múltiples inmuebles residenciales suburbanos resultaron dañados o destrozados.

El obispo, que transporta casco y chaleco antibalas sobre la sotana, dijo que la situación en la ciudad se reduce a “conmoción y mal” y que es horrible “ver gente, ancianos, discapacitados, ocultos en sótanos”.

“Recuerdo a una niña de unos cinco años parada, petrificada, en oposición al cadáver de un individuo cercano en la calle, sin poder moverse. El sentimiento de terror, miedo y completa impotencia se cierne sobre todos”, ha dicho monseñor Honcharuk.

En un video enviado a la fundación pontificia, describió cómo se veía una de las áreas residenciales. “El asentamiento aquí era una de las partes mucho más pobladas de Kharkiv (Kharkov), en este momento todo es silencio y destrucción”, dijo. Mientras que charlaba el obispo, informó ACN, se podían escuchar detonaciones de fondo. “Solicitamos a Dios que nos resguarde y que todo concluya. Hay el sonido de tiros y detonaciones todo el tiempo. Esta es la situación actual”, agregó.

Sobre la iglesia, el obispo dijo que el templo está dañado. “Todas y cada una de las ventanas estallaron por la presión en el transcurso de un ataque aéreo. Ahora lo usamos como depósito de abastecimientos humanitarios. Rezamos en una pequeña capilla. Pero aún podemos sepultar a todos los muertos, merced a Dios”, añadió.

El obispo de rito latino aclaró que las iglesias no son un cobijo seguro durante los ataques aéreos a menos que tengan un sótano seguro, porque “ahora nada es sagrado” y las edificaciones de las iglesias son atacados como otros objetivos civiles.

En la mitad de esta situación, la Iglesia local sigue rezando Misa día tras día y animando a la multitud a rezar. Además, “la mayor parte de los días intentamos de llevar ayuda humanitaria a la gente en los búnkeres. Cargamos automóviles, conducimos por la localidad aparentemente desierta y charlamos con la multitud, los consolamos”, dijo.

En jornadas extenuantes, que van todos los días desde las nueve de la mañana hasta las 4 de la tarde, Monseñor Pavlo hace un trabajo “impresionantemente cansador, físicamente y aún mucho más mentalmente por la tensión constante”.

En cuanto a la defensa de la ciudad, el obispo dijo que mientras que los pequeños y las mamás son llevados a lugares seguros, los progenitores y los hijos mayores quedan para resguardar sus hogares y su país.

En ese sentido, dijo que se va a quedar con el clero para proseguir apoyando a la población. “Los curas no estamos armados. Somos gente de Iglesia. Nuestras armas son la Palabra de Dios y la oración”, ha dicho.

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