Queridos hermanos y hermanas,
¡Que el Señor les dé paz y todo bien!
En la oración de las primeras Vísperas de la Solemnidad de San Francisco de Asís, proclamamos la próxima antífona en el breve responsorio: “Francisco, pobre y humilde, rico sube al cielo, con himnos divinos es honrado”.
Este binomio, “pobre y humilde”, se reitera en la oración conclusiva de todas y cada una de las horas canónicas: “Oh Dios, que hiciste al seráfico Padre San Francisco similar a Cristo con una vida de humildad y pobreza, haz que, recorriendo exactamente el mismo camino , sigamos fielmente a tu Hijo, uniéndonos a ti en impecable alegría”.
Pobreza y humildad son 2 virtudes hermanas exaltadas por el mismo Seráfico Padre en su Saludo a las Virtudes: “Señora santa pobreza, el Señor os salve con vuestra hermana, santa humildad… La santa pobreza confunde la codicia y la codicia y los anhelos de este mundo.
La santa humildad confunde el orgullo y a todos los hombres de todo el mundo, y también todas y cada una de las cosas del mundo” (SV 2.11-12).
Este año, con motivo de la Solemnidad de San Francisco de Agarráis, quisiese destacar la “virtud de la santa pobreza” vivida y abrazada por “Francisco, pobre y humilde”.
Y la razón es esta: El 13 de junio de este año, exactamente en la fiesta de San Antonio, el Papa Francisco editó un precioso texto que se titula “No amemos con expresiones, sino con hechos”, estableciendo el 19 de noviembre como Día Mundial del Amor.
Pobre.
La Pobreza abrazada por Francisco de Agarráis es la contestación que dan esos que no se han hecho “suecos al Evangelio” (1Cel 22): “Si deseas ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y vais a tener tesoro en vuestros cielos» (cf.
LTC 29,1-6).
De este modo, la referencia y núcleo central de la pobreza vivida por Francisco es la pobreza de Nuestro Señor Jesucristo, como prescribe la Regla: “Como peregrinos y caminantes que sirven al Señor con pobreza y humildad, pedid la limosna con confianza; no se avergüencen de esto, porque el Señor se realizó pobre por nosotros en este planeta” (RB 6,4).
La convicción de la “sublimidad de la mucho más alta pobreza” es fundamental para San Francisco y todos sus fieles.
Estableció la virtud de la pobreza de Jesucristo como: criterio vocacional para abrazar esta forma y regla de vida; llamamiento al desposeo total, en especial la alegría de vivir “sin nada propio”, con la desmitificación del “yo”; estímulo para un estilo de vida sobrio como peregrinos y también itinerantes; fundamento de la gratuidad de la “gracia de trabajar con lealtad y devoción”; convocatoria de desprendimiento y destitución de cargos u órdenes; una manera fraterna de relacionarse con el Constructor y las criaturas; actitud permanente de restitución al Señor por los dones recibidos; La acogida de la Hermana Muerte como último y definitivo gesto para devolver gratuitamente el soplo de vida que una vez recibimos del Constructor.
El Papa Francisco, al proclamar la Día Mundial de los Pobres, recuerda el abrazo de Francisco de Agarráis al leproso, diciendo: “Este testimonio muestra el poder transformador de la caridad y el estilo de vida de los cristianos”.
La experiencia de Francisco, en palabras del Papa, debe sensibilizar a los cristianos “a un verdadero encuentro con los pobres y suscitar un comunicar que se transforme en modo de vida”.
Y más: “Si de verdad queremos encontrar a Cristo, requerimos tocar su cuerpo en el cuerpo herido de los pobres, como respuesta a la comunión sacramental recibida en la Eucaristía” (n.
3).
Y, sin embargo, en el mismo texto, el Papa es categórico al emplear este imperativo: “Asumamos, ya que, el ejemplo de san Francisco, testigo de una verdadera pobreza.
Precisamente pues tenía los ojos fijos en Cristo, supo reconocerlo y servirlo en los pobres» (n.
4).
Además de la reflexión y siguiendo el ejemplo de los Pobres de Asís, el Papa Francisco nos impulsa a efectuar acciones y movimientos que den visibilidad a esta Día Mundial de los Pobres, tanto en nuestras Fraternidades como en la acción evangelizadora.
Por servirnos de un ejemplo: tener momentos de encuentro y amistad, de solidaridad y ayuda específica; invitar a los pobres a la mesa de la comunión fraterna y eucarística; acercarnos a los pobres y tenerlos como convidados privilegiados de nuestra mesa, etc.
¡Sueño con el regreso de estos gestos! Envíanos tus registros (hechos y fotos), no para jactarnos, sino para comunicar entre hermanos la alegría de abrazar al “leproso”.
Es él quien convierte nuestra amargura en “tiernicidad para el alma y para el cuerpo” (Test 3).
Que nosotros, en esta solemnidad del Seráfico Padre San Francisco, retomemos el sendero que nos transporta a los místicos desposorios con Nuestra Señora de la Pobreza, tan magníficamente descritos en el capítulo 3 del Sacrum Commercium: “Angosto es el camino, hermanos, y estrecha es la puerta que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Fortalécete en el Señor y en el poder de su fuerza, pues todo lo difícil te va a ser fácil.
Quítense de encima la carga de la obstinación, desechen el peso de los errores y vístanse como hombres fuertes.
Olvidándote de lo que queda atrás, ansía tanto como puedas lo que está enfrente.
Les digo que en todas partes nuestros pasos serán nuestros.
Por el hecho de que delante de vosotros hay un espíritu, el Señor Cristo, que os llevará a la cima de la montaña con lazos de amor.
Es cosa excepcional, hermanos, casarse con la Pobreza, pero tenemos la posibilidad de gozar fácilmente de sus abrazos, ya que ella se convirtió como una viuda en la señora de los pueblos, vil y repudiable de todos, en la reina de las virtudes.
No hay ninguna persona en la región que se atreva a quejarse, nadie que se nos oponga, nadie que tenga derecho a prohibir esta saludable alianza.
Sus amigos la despreciaron y se convirtieron en sus contrincantes.
En el momento en que terminó de decir estas cosas, todos comenzaron a caminar detrás de San Francisco”.
¡Feliz Fiesta de San Francisco de Agarráis!
Fr.
Fidêncio Vanboemmel, OFM
Ministro Provincial de la Provincia de la Inmaculada Concepción de Brasil
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