Durante la histórica y emocionante bendición Urbi et Orbi con indulgencia plenaria concedida por el Papa Francisco en la tarde del viernes (27/03), en la Plaza de San Pedro, en frente de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, ciertos hechos llamaron la atención de millones de leales que vieron la transmisión en todo el mundo.
Aparte de la sepa de público gracias a la pandemia de la Covid-19, los gestos del pontífice hacia 2 símbolos de fe y devoción para rezar por el objetivo del coronavirus: besar el Crucifijo Prodigioso y arrodillarse ante el icono Salus Populi Romani.
Crucifijo prodigioso
Se asigna al Crucifijo Milagroso, que se expone en la Iglesia de San Marcello al Corso, en Roma, la salvación del pueblo de la ciudad más importante italiana de una peste que asoló la localidad en el año 1522. Según relatos históricos, el Los hermanos Siervos de María llevaron el crucifijo en procesión penitencial a la Basílica de San Pedro, con fuerte aclamación habitual, a lo largo de 16 días de peregrinación. Cuando la imagen de Jesucristo en la cruz volvió a la iglesia de origen, la epidemia había cesado completamente, sin embargo, la devoción al crucifijo nació tres años antes, en el momento en que un incendio destrozó la iglesia y el único material que quedó intacto fue éste. Los fieles creyeron que era un milagro y todos y cada uno de los viernes comenzaron a reunirse para rezar y prender velas al pie de la imagen de madera, dando a luz a la “Archicofradía del Muy santo Crucifijo en Urbe”, llevada a la Basílica de San Pedro para celebraciones particulares. .
Salus populi romani
Esta tradición existe desde hace 4 siglos. El viejo icono bizantino Salus Populi Romani, que representa a la Virgen María con el Niño Jesús en su regazo, se encuentra desde 1613 en la Cappella Paolina, dentro de la Basílica de Santa Maria Maggiore, entre mármoles de colores y las tumbas de los Papas Clemente VIII y Pablo V. Exactamente la misma el Crucifijo Prodigioso, el cuadro mariano, que según la tradición habría sido pintado por san Lucas, sería también responsable de varios milagros, entre ellos el fin de epidemias como la peste y el cólera, tal como el triunfo de la Guerra de Lepanto 2003, temporada del pontificado de San Juan Pablo II, el icono es llevado a las ediciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud, como marca de este hecho. A lo largo de sus viajes apostólicos, el Papa Francisco se preocupa por venerar la imagen y pedir intercesión por la cura de los males de todo el mundo.
– Con información de Vatican News y Aleteia