“Las comunidades cristianas de todo el mundo se enfrentan a la marginación, el encarcelamiento, la tortura e incluso la muerte a gran escala. Más de 7100 cristianos fueron asesinados por su fe solo en 2015, lo que lo convierte en el año más mortífero para los cristianos en la historia moderna. Un nuevo documental analiza en profundidad cómo responden estas comunidades”.
Así comienza el comunicado de prensa de “Under Caesar’s Sword”, un nuevo e importante documental que merece una amplia audiencia. En poco menos de media hora, descubrirá cómo las comunidades cristianas perseguidas en países de todo el mundo lidian con la persecución y las violaciones regulares de la libertad religiosa.
Pero no la mires esperando una historia triste. Estos cristianos no son golpeados y derrotados, acobardados en algún rincón como conejos asustados. Como observa acertadamente el productor (y en interés de la divulgación completa, mi buen amigo) Dan Philpott: “Lo que es notable acerca de estos cristianos perseguidos es su resistencia. No son solo víctimas. Comprender esto es la clave para ser solidario con ellos”.
El documental no solo relata las historias de la persecución de nuestros hermanos y hermanas cristianos en todo el mundo, sino que revela su continuo testimonio cristiano frente a sus tribulaciones. Las historias de estas comunidades no están destinadas a inspirar ira o lástima, como parecen pretender tantos documentales sobre personas que son víctimas. Estas son historias de la victoria del espíritu humano frente a los intentos de sofocar los anhelos más profundos de la gente de adorar a Dios y vivir las verdades de su fe. Vemos en la vida de estas personas la verdad de la amonestación de Cristo: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de mi nombre”.
(Imagen: http://ucs.nd.edu/film/)
Sin duda muchos lectores recordarán que otra de las admoniciones de Cristo fue ésta: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”. No tiene sentido ver un documental así simplemente para excitarse, para sentir que uno es “solidario” por el grado de justa indignación de uno. Lo que necesitamos es una visión clara y tranquila del problema y una resolución firme para ayudar en todo lo que podamos.
Una forma, por supuesto, es simplemente dar a conocer estas historias e insistir en que nuestro gobierno deje de ignorar las violaciones de la libertad religiosa cuando se perpetran contra los cristianos, lo que a menudo ha sido el caso en el pasado. Necesitamos informarnos y luego trabajar para informar a nuestros conciudadanos. Ningún grupo religioso debería enfrentar persecución. Pero la vergüenza de hablar de la persecución que se está produciendo en estos países como si fuera “indiscreto” mencionarla en compañía educada debe cesar, al igual que la persecución de estas personas inocentes cuyo único delito es que quieren vivir y adorar de acuerdo. con su fe en el Dios que se entregó por los pecados de todos.
Otra forma de vivir en solidaridad con ellos, además de negarse a callar su sufrimiento, es honrar su testimonio con la propia vida. Ser testigo de su valentía ante el peligro constante, ver las estrategias creativas que emplean bajo la constante vigilancia de las autoridades gubernamentales, es conmoverse por el poder de un auténtico testimonio cristiano que nosotros en los Estados Unidos nunca hemos tenido que mostrar a este grado Estar en “solidaridad” con ellos significa no solo hablar abiertamente sobre su persecución, sino también imitar su testimonio cristiano. Los riesgos para nuestras vidas y nuestros trabajos son muy pequeños en comparación con lo que estas personas deben enfrentar diariamente. Si no podemos ser ni la mitad de valientes o creativos que ellos al vivir nuestra fe cristiana compartida, entonces no podemos pretender ser sus hermanos y hermanas en Cristo. No podemos pretender ser “solidarios” con ellos si no hacemos nuestros sus sufrimientos y si no hacemos de su testimonio un modelo para nuestra vida.
(Imagen: http://ucs.nd.edu/film/)
Lo que hace que los rituales de justa indignación del progresismo moderno sean tan vacíos es que requieren tan poco sacrificio de parte de quienes participan. Llego a sentir una ira justificada protestando en las calles como un campesino que asalta la Bastilla y aun así disfruto de mis comodidades burguesas de Beef Bourguignon en mi McMansion. No podemos ser solidarios con nuestros hermanos y hermanas perseguidos si no estamos dispuestos a sacrificarnos por ellos y sacrificar con a ellos. Nuestras vidas deben ser tanto un testimonio de fe, tanto como un signo de contradicción, como la de ellos.
Cerca del final de su encíclica sobre la vida moral cristiana, esplendor veritatisel Papa Juan Pablo II habló del testimonio de los mártires, declarando que, “Con su elocuente y atractivo ejemplo de una vida completamente transfigurada por el esplendor de la verdad moral, los mártires y, en general, todos los Santos de la Iglesia, iluminan cada período de la historia despertando su sentido moral”.
“Aunque el martirio representa el punto culminante del testimonio de la verdad moral –escribió el Papa– y al que relativamente pocas personas están llamadas, existe, sin embargo, un testimonio coherente que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar diariamente, incluso a costa de de sufrimiento y de grave sacrificio. Ante las muchas dificultades que la fidelidad al orden moral puede exigir, incluso en las circunstancias más ordinarias, el cristiano está llamado, con la gracia de Dios invocada en la oración, a un compromiso a veces heroico”. “En las palabras de una persona y sobre todo en el sacrificio de su vida por un valor moral, la Iglesia ve un único testimonio de aquella verdad que, ya presente en la creación, resplandece en su plenitud en el rostro de Cristo”.
No podemos pretender ser cristianos si no queremos ver el rostro de Cristo en los perseguidos en su nombre; ni podemos pretender ser cristianos si nos acobardamos y callamos sobre el Evangelio que nos ha confiado.
Ve “Bajo la espada de César”. Te escandalizará. Entonces debería inspirarte.
(Imagen: http://ucs.nd.edu/film/)