Las monjas de Montmartre nunca abandonaron el Santísimo Sacramento

PARÍS, 02 ago. 21/03:56 pm (ACI).- Las monjas benedictinas de la Basílica de Sacre Coeur (Sagrado Corazón), en París, Francia, cuentan de qué forma la adoración perpetua al Muy santo Sacramento, iniciada en el templo hace 136 años, el 1 de agosto de 1885, jamás se ha interrumpido, ni siquiera a lo largo de la pandemia del coronavirus.

la basílica de Sacre Coeur es la segunda iglesia más importante de París después de la catedral de notre dame (Nuestra Señora).

La adoración eucarística es una práctica incesante en la basílica y no cesó no a lo largo de la cuarentena en Francia, que se desarrolló entre el 17 de marzo y el 31 de mayo de 2020.

En declaraciones al períodico Registro Católico Nacional, entre las hermanas benedictinas del Sacré-Cœur de Montmartre, la monja Cécile-Marie, dijo que, en su historia, “la adoración no se detuvo ni un minuto, incluso a lo largo de las dos guerras mundiales”. “Incluso durante el bombardeo de 1944, en el momento en que cayeron ciertos escombros junto a la basílica, había leales aquí”, dijo.

En cuarentena a lo largo de la pandemia del coronavirus, los laicos no podían ir al templo.

Las 14 monjas tuvieron que adaptar sus horarios y casi todas duplicaron sus turnos.

“Nos quedó claro, que no nos afectaba el coronavirus, que teníamos que amoldarnos rápido a la situación”, comentó la monja.

Hoy en día, Sor Cécile-Marie está al cargo de la Adoración Eucarística nocturna.

“Jamás dejamos solo al Señor y absolutamente nadie puede irse hasta que llegue la siguiente persona.

Esto puede ser difícil si uno no se levanta a tiempo”.

Otra de las dificultades en el culto era, en ocasiones, la carencia de intenciones de oración, que se representan con candelas encendidas.

“Fue algo triste de ver.

Pero entonces, prodigiosamente, comenzamos a recibir peticiones de pretenciones de oración de la gente.

Siempre había al menos una vela encendida.

Y en el momento en que ya se desvanecía, llegó otra intención y fue algo consolador”, dijo sor Cécile-Marie.

Los religiosos asimismo estuvieron acompañados de muchas personas que rezaron con ellos siguiendo un panel virtual de intenciones.

“Fue una experiencia hermosa.

Estábamos solos en la basílica, pero siempre y en todo momento estábamos conectados con los leales en comunión espiritual”.

“No asistimos con batas blancas, como los médicos, pero combatimos la pandemia a nuestra forma: con la oración”.

un lugar de reparación

Cuando empezó la adoración eucarística, la basílica aún estaba en construcción en Montmartre, una colina cuyo nombre podría significar “monte de los mártires”, según ciertos historiadores.

En el siglo III, San Dionisio fue ejecutado en la colina.

“La fundadora de nuestra red social, Madre Adèle Garnier, se enteró del emprendimiento y recibió un llamado divino para instituir la adoración perpetua en esa novedosa iglesia, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, y compartió la idea con el Arzobispo de París”, explicó la monja.

El desarrollo de construcción, iniciado en 1875 y terminado en 1914, fue especialmente arduo debido a la inestabilidad del suelo del cerro.

Se decidió que habría una capilla temporal para la oración y la meditación.

“Se organizaron las rondas de adoración al Muy santo y llegaron los primeros peregrinos, que contribuyeron a nivel económico a la construcción de la iglesia”.

Exactamente la misma Santa Teresa de Lisieux contribuyó a la obra en el momento en que pasó por París camino de Roma con su familia y otros peregrinos, el 6 de noviembre de 1887.

Participó en la misa de Montmartre y donó un brazalete de oro para la custodia de la basílica.

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La Primera Guerra Mundial logró que la ceremonia de dedicación del templo se celebrara 5 años después de la finalización de la obra, en 1919.

Un siglo después, el centenario de la consagración de la basílica coincidió con la pandemia del coronavirus.

El Arzobispo de París, Dom Michel Aupetit, escogió el templo para enviar, desde allí, el Jueves Santo, una bendición excepcional con la Eucaristía pidiendo la protección de la región y sus pobladores.

“Sagrado Corazón de Jesús, desde el seno de esta basílica, día y noche, tu misericordia reluce sobre esta ciudad, Francia y el mundo, por el sacramento de la Eucaristía”, ha dicho el arzobispo en aquella ocasión.

“Contribuir a todos los que padecen las secuelas de la pandemia y respaldar a quienes, de muchas maneras, se ponen al servicio de sus hermanos y hermanas.

Dad salud a los enfermos, fuerza al personal médico y consuelo y salvación a todos y cada uno de los fallecidos”, rezó el prelado en el atrio del templo.

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